Los debates de la Asamblea Nacional del Poder Popular la pasada semana y la marcha combatiente del viernes último sintetizan en su conjunto la situación actual de Cuba: un momento muy duro del cual su pueblo tiene conciencia, sin dejar de actuar para enfrentarlo e intentar revertirlo.
Una idea en particular nos llamó la atención en el discurso de clausura del Cuarto Período Ordinario de Sesiones de la X Legislatura, cuando el Primer Secretario del Comité Central del Partido Miguel Díaz-Canel Bermúdez explicaba el motivo de una de las pocas señales económicas positivas que tuvimos en un 2024 con un decrecimiento cuya magnitud estimada no se informó.
Dijo el Presidente al referirse a la significativa reducción del 46 % del déficit presupuestario previsto para el año: “El resultado ha sido posible porque se pasó de la contemplación de los hechos económicos al accionar ante los altos niveles de evasión fiscal existentes, y otros asuntos que impactan negativamente en la dinámica económica del país”.
Esa filosofía de actuar, sin dejar ni un instante de buscar y proponer fórmulas para tratar de salir del bache, tiene que primar en todo lo que hagamos en cada nivel de dirección, en todos los colectivos laborales y hasta en nuestros hogares y familias.
De lo previsto para el 2025 son varias las proyecciones que podríamos considerar esenciales para iniciar la reanimación de sectores claves en la producción y los servicios. La ampliación de los esquemas de autofinanciamiento en divisas a actividades como el turismo y la salud, junto con otros rubros exportables, es quizás una de las medidas más trascendentes.
Este paso supone también mayores responsabilidades en la toma de decisiones desde los organismos hasta la base, a lo cual no podrá estar ajeno el movimiento sindical en todos sus niveles.
La decisión muy aplaudida de un incremento salarial a partir de enero próximo para los trabajadores del sector de la energía, en medio de tantas dificultades con los recursos financieros y una elevada inflación, constituye otra apuesta que complementa y puede resultar decisiva.
No podemos olvidar que de esos abnegados colectivos obreros depende el éxito del programa de Gobierno para la recuperación del deteriorado sistema electroenergético nacional, factor que ahora mismo constituye el principal freno para cualquier crecimiento económico.
En materia de garantizar más ingresos para quienes más producen y aportan no es menos significativo el anuncio de que habrá una ampliación de la facultad de las empresas estatales para organizar su sistema salarial, posibilidad que ya hoy aplican 930 entidades que abarcan a más de 700 mil trabajadores, más de la mitad del total de ese sistema empresarial.
Menos claras están las perspectivas para el todavía excesivo sector presupuestado con que contamos. Al respecto el Primer Ministro Manuel Marrero Cruz admitió que no se alcanzan los resultados esperados en las acciones para su redimensionamiento, y queda pendiente la reorganización de la Administración Central del Estado en sus diferentes niveles.
Los sindicatos y los trabajadores pueden contribuir mucho a fomentar esa comprensión y consenso por construir, en relación con la urgencia de aligerar todo el entramado no productivo del país, porque a la larga ello redundaría en mayores beneficios salariales, junto con el saneamiento que supondría para toda la economía.
Solo una transformación a fondo de la organización y funcionamiento de la economía sentaría las bases para que las más de 228 mil personas actualmente desvinculadas del trabajo o el estudio tuvieran un incentivo natural para incorporarse, o para que disminuya la creciente informalidad en el empleo, que ya ha sido estimada en el 20 % del total de individuos ocupados.
El reconocimiento por el Gobierno de que “el proceso inflacionario ha deteriorado de manera sostenida la capacidad de compra de los salarios, pensiones y prestaciones de la asistencia social”, obligaría también a plantearse acciones correctivas lo más pronto posible en este sensible y apremiante problema.
En todos los asuntos que deciden el bienestar de la ciudadanía y el sostenimiento de la Revolución, hay que hacer lo que dijo el mandatario cubano. Pasar de la contemplación a la acción.
Creo que es la hora de que todo el que diga ser Revolucionario acepte trabajar 2 a 3 horas extras semanales gratis para el pais en las fabricas y parcelas. Aprovechar al máximo toda posiblidad de trabajar voluntariamente a favor del país. Dios bendiga a Cuba e ilumines a su dirigencia política.