Allí donde guarda sus únicos tesoros: madre, familia y patria… nos deja entrar Sándor González a través de la muestra que ocupa por estos días las sala de la Galería Espacio Abierto en la sede de la Revista Revolución y Cultura, y es que para el artista son partes de un todo o, mejor, son un todo indivisible:
“Es lo mismo, la patria es más que la bandera, el escudo, la política, el sistema. La patria es tu familia, tus amigos, tus memorias, tu historia y en el caso de los isleños, la tierra donde naciste, el que nace en un continente, hasta caminando puede ir a otro país, pero aquí tenemos bien marcado el terruño, la patria…”
En la palabra Matria resumió su obra: “primero la exposición está dedicada a mi mamá recién fallecida y segundo está dedicada a la patria, es una palabra que encierra madre – patria. Yo siempre he sido muy patriota y mi mamá también lo fue, entonces era la palabra perfecta para esta muestra”.
“Esto realmente no es una exposición, es un poco abrirles a ustedes mi vida, mi historia y mi intimidad”, asegura un hombre maduro, con barba y canas bajo la misma gorra que solía llevar el joven que conocí en la Brigada Martha Machado, junto a hermanos del alma como Kcho y Rancaño, también con la misma transparencia para decir y hacer:
“Todas las piezas tienen una carga espiritual, sentimental y conceptual muy fuerte. Aquí nada es al azar. Algunas las traje de colecciones privadas que pertenecen a mi familia, por ejemplo, está el mapa de mi mamá, el de mi tío, el de mi padre, hay piezas hechas por un albañil abakuá que realizó un trabajo inspirado en mi obra y yo lo transformé, o sea, la hicimos a cuatro manos; la bandera está hecha con la ropa de mi mamá, cosida por una mujer, que eran las que lo hacían a través de la historia; en otra obra uso tierra de la tumba de Mendive, el maestro de Martí; los vidrios verdes son de botellas de cerveza que yo me tomé y comencé a guardarlas a partir de una ocasión en que mi madre me dijo: “con toda esa cerveza, ya te hubieras construido un estudio”; la brújula que está en una de las piezas era de mi abuelo paterno, o sea, todo tiene un carácter y un sentido…”
El espacio tampoco le es ajeno al hijo de intelectuales de la talla de Laura Vilar y Omar González, al sobrino del Guille Vilar, al chiquillo que se crió rodeado de cubanidad, arte y humildad a partes iguales:
“A mí nunca se me olvida, cuando yo era un muchacho, incluso antes de estudiar artes plásticas, esta galería era una de las cosas más grandes que había, yo vine aquí a una exposición de Flora Fong, por ejemplo; exhibió Diago, aquí puso obras hasta Antonia Eiriz y sin embargo, eso, como tantas cosas, se perdió. Hoy no están las condiciones óptimas, pero lo bueno de que yo haya inaugurado este lugar es que yo soy guerrillero y sé que quien venga atrás va encontrar una mejor situación y se va a recuperar un espacio como este. Para mí es un mérito estar aquí y fue todo un reto también. Yo estoy feliz y sé que ella está feliz, especialmente porque inauguramos el día de su cumpleaños”.
Como toda la obra de Sandor, es un rotundo acto de fe, como su inmensa humanidad que ha sido testigo de los escombros de Santa Cruz del Sur tras el paso de Paloma, junto a los campesinos de la Ciénaga de Zapata o en medio de La Habana inmensa y agitada.
Matria incluye algo místico, que va desde pétalos sobre el piano para evocar a Laura, hasta la bendición de las deidades yorubas que están en las raíces nacionales y familiares, pues su madre “hizo el mapa de la música de Cuba, trabajó con haitianos, con plantes y me llevaba desde chiquito, entonces se trata también de honrar su memoria”.
Como nunca antes el artista, a través de su creación, declara la plena conciencia de ser un cubano de estos tiempos, de los que ofrecen la voluntad de estar con Cuba y de hacer por ella.
Matria tiene el poder de acrecentar la cubanidad. De principio a fin se reencuentran madre e hijo en “la defensa de la cultura y de la patria… esa es la patria”, concluye Sándor González Vilar y nos deja nuevamente frente al más exacto de los títulos posibles: Matria. (Con información de Granma y Cubasí)