Ni siquiera eran las ocho de la mañana de este sábado cuando el capitalino Ernesto Lusua Blanco, de la brigada 53 de la Empresa Constructora Caribe, de La Habana, ajustaba ya tuberías de la hidráulica-sanitaria, en la Unidad de Cuidados Intensivos Polivalentes, del Hospital General Docente Comandante Ciro Redondo García, de Artemisa.
La tercera planta de la institución de salud precisaba de un retoque por sus filtraciones y otras molestias, el paso del huracán Rafael desprendió cristales, falsos techos, luminarias…, definió el cambio inmediato de rostros de batas blancas por constructores, capaces de devolver la funcionalidad a los imprescindibles servicios de medicina.
La solidaridad y el cumplimiento del deber de los constructores de La Habana, Pinar del Río y Artemisa, junto a la Empresa de Proyectos de Arquitectura e Ingeniería de Mariel no se hicieron esperar para resarcir los daños.
Cada quien pone empeño en su pedacito, de ahí que Asmel Leonar Torres, técnico en Construcción de la brigada 53, quien por primera vez labora en la joven provincia, resume su misión como cumplida.
“Había bastantes estragos, colapsaron parte de las conexiones y los reservorios del agua potable, también hubo trozos de la manta, en la cubierta.
“Lo primero fue remover la rasilla y nivelar la superficie con un mezclón, para colocar 140 rollos de manta impermeabilizante, en los mil 400 metros cuadrados de techo”, comenta, quien después de unos 15 días de trabajo, continúa en la fase de recuperación de la provincia y por los hospitales de Guanajay y San Antonio de los Baños.
Con un ajetreo mayor, otro dúo de constructores trasladaba un andamio bajo la guía de Jorge Cuevas, artemiseño, de la brigada 3 del Ministerio de la Construcción, y no es la primera ocasión en que el hospital le convoca, pero nunca fue ante tantos destrozos, asiente.
“Trabajamos con plomeros y electricistas enfrascados en los tres baños del área de terapia, cada quien aporta su oficio y ya casi concluimos”, nos dice, mientras asegura con teflón una tubería plástica.
Entre tanto, hay quienes trabajan en recuperar los gases medicinales, la carpintería, colocan falsos techos (muchos rescatados), o azulejos en cuartos sanitarios, y les urge apostar por las conexiones hidráulicas, sobre todo las colocadas totalmente nuevas entre la cubierta y el falso techo, pues las existentes estaban obstruidas, de ahí la envergadura de los trabajos.
Desde agosto del 2006 funciona el servicio de terapia del hospital Ciro Redondo, en el tercer piso, pero el paso del huracán Rafael marca un antes y un después en quienes viven por salvar vidas a pacientes graves.
La licenciada Vania Cintado Surí, jefa de turno, aún recuerda como la tarde más horrible de su vida esas horas del 6 de noviembre, pues tal como este sábado, estaba al frente de terapia.
“Cuando al caer el ventanal de cristal el aire fuerte entró y comenzó a desprender cuadrículas de yeso del falso techo, hubo que evacuar a tres pacientes ventilados que se mantenían en la Unidad de Cuidados Intensivos, dos de ellos conscientes. Les salvamos la vida; tampoco hubo daños a los equipos, aunque temblábamos de miedo”, refiere.
“Desde ese entonces, prestamos servicios en otra unidad del centro, que no tiene todas las condiciones, que por su ubicación contigua a consultas externas, y al estar en el primer piso tiene mayor acceso de los familiares; no obstante, no remitir pacientes a otras instituciones es aliciente para las familias”, revela con ese arte de sanar de los profesionales de la salud.
La obra se ha retardado más de lo convenido. El 30 de noviembre debía regresar cada servicio al tercer piso, declara la jefa de turno; sin embargo, aún lo desandan constructores agitados de un lado a otro, convencidos de entregar también su aporte, no a la salud humana como los intensivistas, pero sí a una institución con nombre de moncadista, Ciro Redondo García, ambos, orgullos también de Artemisa.