Tras el temblor de 6.7 grados en la escala de Ritcher, acaecido este domingo, en el oriente cubano, el malecón del costero municipio de Pilón, reveló su peor cara: las losas, cual sueños quebrados, yacían fragmentadas, algunas hundidas, dejando al descubierto la tierra cual cicatrices frescas; el muro, partido en dos, ponía al descubierto sus entrañas en tanto la cabilla, antes oculta entre los bloques, sucumbía al furor de la naturaleza.
Cada grieta, losa rota o techo a ras de suelo, atesora la historia de un momento de angustia y temor experimentado por habitantes de los municipios de Pilón, Bartolomé Masó, Manzanillo, Buey Arriba, Guisa, Jiguaní, Media Luna, Niquero, Bayamo y Campechuela, que experimentaron afectaciones en mayor y menor gran medida.
En medio de este panorama, surge la necesidad de comprender lo que sucedió, de desentrañar los misterios de la tierra que tiembla y se agita. Para arrojar luz sobre estos fenómenos que impactan la vida de miles de cubanos, hemos buscado la voz experta del Ingeniero en Geología Eberto Hernández Suró, sismólogo con más de tres décadas dedicados al estudio de la actividad sísmica en el país y en Granma, particularmente..
–Han circulado en las redes rumores que estos eventos sísmicos han estado relacionados con la reciente actividad ciclónica en el país, incluso, con la arrancada de una termoeléctrica. ¿Puede ser esto posible?
–Los recientes temblores en la región se deben a factores geológicos naturales, que han estado ocurriendo durante milenios y para nada están relacionados con las actividades humanas, como la construcción de grandes centros industriales.
“Estos sismos, que se producen a profundidades considerables, como los 10 kilómetros que normalmente se registran, son el resultado de procesos tectónicos endógenos, es decir, internos a la Tierra, que implican la acumulación y liberación de energía en zonas sísmicamente activas.
“La zona de Chivirico y Pilón ha sido identificada por su alta actividad sísmica, donde la inestabilidad causada por la ruptura de rocas genera estos eventos sísmicos, invocando una historia de terremotos que data desde 1553.
“La comunidad científica concuerda en que los movimientos de las placas tectónicas son la principal causa de estos temblores y que factores externos, como los huracanes recientes, no tienen influencia en la generación de los sismos. Aunque ha habido debates sobre la interacción entre eventos climáticos y sísmicos, la conclusión general es que los fenómenos sísmicos son de origen tectónico y que cualquier coincidencia con otros eventos naturales es simplemente eso: una coincidencia”.
–Hoy todavía algunas personas comentaban sobre la serie de réplicas que ha tenido este evento. ¿Podrías actualizarnos al respecto?
– En las áreas donde ocurre un sismo principal, es común que se produzcan réplicas, que son eventos sísmicos adicionales de menor magnitud. Estas réplicas son el resultado del reacomodamiento de las estructuras en el interior de la Tierra tras la fracturación de la roca durante el evento inicial.
“Si bien no siempre se presentan, es habitual que las réplicas sean numerosas y, aunque pueden alcanzar magnitudes significativas, como un evento sentido por las personas, generalmente su energía es mucho menor. Tras el sismo ocurrido el domingo, se han registrado 884 réplicas en la zona, la mayoría de las cuales han sido de magnitudes apenas perceptibles que casi no llegan a 3, solo 41 superaron este número y una que alcanzó la magnitud de cinco.
“A pesar de la cantidad elevada de réplicas, la energía de estos temblores es limitada y su impacto en la población es generalmente bajo. La percepción de estos eventos depende no solo de su magnitud, sino también de factores como la cercanía al epicentro y la posición de las personas en el momento del sismo, si esta acostado, de pie…Es un período que puede durar días, semanas y meses.
“En las últimas horas, hemos observado una tendencia a la disminución en el número de réplicas, lo que indica que la región podría estar regresando a la normalidad. Esto es una señal positiva, ya que sugiere que la actividad sísmica está amainando y que la comunidad puede comenzar a recuperarse de este episodio”.
–Cómo calificarías este sismo de ayer, comparado con otros eventos gestados en el territorio?
–Estos sismos de ayer clasifican de moderada magnitud. En la provincia históricamente hemos tenido otros eventos similares o de menor magnitud, recuerdo el 28 de enero de 2021, el terremoto de 7.1 cerca de las Islas Caimán que fue sentido con mucha claridad en toda la región; anteriormente a este un sismo de 5.8 conocido como el sismo de Providencia, que causó algunas afectaciones sobre todo en el municipio de Bartolomé Masó.
“La zona de Bartlett Caimán, donde se ubican estos epicentros, pueden generar terremotos incluso de mayor magnitud. Son zonas que han experimentado un largo tiempo de recurrencia (tiempo que demora desde que sucede un sismo fuerte hasta que se gesta otro de similar magnitud).
“El tiempo de recurrencia en la zona Chibirico- Pilón y Pilón- Cabo Cruz ha sido realmente largo, entre más largo sea, más energía se acumula, por lo cual se debe suponer que cuando se geste un evento de este tipo, sea de magnitudes significativas”.
–¿Cómo evalúas la actividad sísmica en los últimos años en la provincia?
–En los últimos años se ha observado un aumento en la actividad sísmica en la provincia. Sin embargo, este incremento en los registros no se debe necesariamente a una mayor sucesión de estos eventos, sino a un avance tecnológico significativo del Servicio Sismológico Nacional.
“Antes, los equipos que teníamos no permitían medir terremotos de magnitudes muy pequeñas, lo que limitaba los registros de actividad sísmica en la región y los análisis de tendencias. Ahora, gracias a la modernización de la tecnología, estamos en condiciones de registrar una gran cantidad de temblores que anteriormente pasaban desapercibidos.
“El país cuenta actualmente con 24 estaciones sismológicas de banda ancha, dotadas de tecnología de primer nivel que permite la transmisión en tiempo real de datos sismológicos. Estas mejoras tecnológicas nos facilitan el monitoreo de eventos, incluso aquellos de magnitudes muy reducidas, en todo el territorio nacional.
“El aumento en la detección de sismos, no está asociado a una activación del movimiento de la placa tectónica, que es de aproximadamente 18 a 20 cm anuales, esta sigue siendo constante, lo que indica que las condiciones naturales no han cambiado”.
–Aparejado a este sismo, ¿Es posible que se genere un tsunami?
–Los eventos sísmicos siempre conllevan peligros asociados, incluyendo riesgos indirectos, especialmente en zonas montañosas donde pueden ocurrir deslizamientos de tierra. En la provincia se han reportado deslizamientos, aunque afortunadamente ninguno ha afectado directamente las comunidades, aunque se deben seguir evaluando las consecuencias de los recientes sismos en la región.
“Pueden suceder también asentamientos de suelos, que dañan bastante las construcciones y generalmente suceden tsunamis.
“Para que un terremoto genere un tsunami, no basta con que suceda el evento, se deben cumplir determinadas condiciones que en la costa sur inmediata a los municipios de Pilón y Niquero, no se cumplen: primero, el sismo debe tener una magnitud superior a 7 grados. En el caso de los eventos recientes, esta condición no se cumplió.
“Segundo: el epicentro debe generarse en el mar, que ayer se cumplió; tercero, el movimiento de generación debe ser vertical, es decir, que una parte de la placa que esté en contacto suba y otra baje. Esta es una de las cosas que no se cumple para que en la costa sur de Granma, incluso, del Oriente suceda un evento de este tipo.
“Lo que pasa en el litoral nuestro en los municipios de Cabo Cruz hasta Chivirico, incluyendo Pilón, tiene que ver con un movimiento horizontal, que no debe producir eventos de tsunami.
“Otra cosa que se debe cumplir para que se geste un tsunami, es que las costas no deben ser muy profundas y deben tener forma de rampa; las costas profundas y con pendientes pronunciadas, como las que se encuentran al sur de la provincia, que en algunos lugares tienen hasta siete mil metros de profundidad, no deben generar eventos de tsunamis.
“Las modelaciones de tsunamis que nos deben afectar como país y en algunas otras áreas, como la costa norte de Guantánamo hasta Moa, tienen que ver con eventos sísmicos o erupciones volcánicas que suceden en regiones cercanas, como las Antillas Menores o Puerto Rico, pero no son los eventos sísmicos que ocurren en el sur del territorio”.
–Las personas discuten sobre si el evento es más perjudicial a mayor profundidad, más cerca del mar, en tierra, ¿Usted podría explicarnos?
–El nivel de perceptibilidad de un evento sísmico, que define su intensidad, se ve influenciado por diversos factores, siendo la distancia del epicentro uno de los más significativos. Cuanto más lejos se esté del lugar donde se origina el sismo, menos intensa será la sensación de la onda sísmica.
“Otro aspecto importante y que constituye una gran preocupación en la provincia, en particular en las ciudades de Bayamo y Manzanillo, es la calidad del suelo, ya que los suelos más débiles pueden amplificar la intensidad de las ondas sísmicas, aumentando así el impacto del sismo en estas áreas.
“La constitución natural del basamento en estas ciudades, compuesta por suelos arcillosos y arenosos, tiende a generar un comportamiento desfavorable durante un sismo, lo que puede resultar en un incremento en la percepción del evento.
“En contraste, los suelos firmes y rocosos tienden a atenuar las ondas sísmicas, funcionado como una especie de barrera que disminuye su energía. Por tanto, las características geográficas de cada ubicación juegan un papel crucial en la manera en que se experimentan los sismos.
“Además de la calidad del suelo y la distancia del epicentro, la profundidad a la que se produce un evento sísmico es otro factor determinante en su percepción. La profundidad se refiere a la ubicación de la zona de ruptura en la roca dentro de la tierra, conocida como hipocentro, y su proyección en la superficie define el epicentro.
“Los eventos sísmicos superficiales, aunque no necesariamente de gran magnitud, pueden ser catastróficos porque requieren menos energía para generar un impacto intenso. Los terremotos que suceden en esta área de Bartlett Caimán, por lo general tienen una profundidad de entre 10 y 20 kilómetros, no es una gran profundidad, sin embargo, los que se han sucedido con profundidad de cinco kilómetros, son más preocupantes porque con muy poca energía pueden provocar mucho más daño.
“En Cuba se estima que un terremoto significativo suele ocurrir cada 80 a 90 años. A nosotros nos han dado dos años más de gracia, dado que han transcurrido 92 años desde el último evento importante en Cabo Cruz, por tanto se incrementa la preocupación de que la energía acumulada en el subsuelo esté llegando a un punto crítico.
“La acumulación de energía en la falla tectónica se considera un factor de riesgo significativo. Las investigaciones revelan que la región está cargada y que el movimiento lateral de las placas es habitual, lo que indica que no se puede mantener esa energía indefinidamente. En consecuencia, es probable que ocurra un ajuste en algún momento y por tanto, la posibilidad de un sismo fuerte en el área, lo que enfatiza la necesidad de preparación y conciencia sobre el potencial sísmico de la región”.
– ¿Qué proyecciones se pueden hacer sobre la actividad sísmica en esta provincia en el futuro?
– Los sismos son parte de la naturaleza geológica de la región, de hecho el reporte del primer terremoto que se gestó en Cuba está asociado a Bayamo, y data del año 1551.
“ El pronóstico de terremotos sigue siendo un desafío para la ciencia, ya que requiere un complejo modelado y tecnología para monitorear otras variables que actualmente no está disponible en todo el territorio.
“Lo más importante es estar preparado, ya que estos eventos han sucedido siempre y continuarán ocurriendo. La preparación es la mejor estrategia para enfrentar estos fenómenos naturales, que son inherentes a la estructura geológica de la región”.
Un poco de historia
El sismo de mayor magnitud registrado en la historia fue el terremoto de Valdivia, que ocurrió en Chile el 22 de mayo de 1960. Tuvo una magnitud de 9.5 en la escala de Richter. Este terremoto también generó un tsunami que afectó a diversas regiones del océano Pacífico, causando daños significativos y una gran cantidad de víctimas.
Según documentos históricos, el primer reporte sobre un terremoto en la zona fue hecho en 1766 por el gobernador de la villa de Bayamo, que describió la destrucción que ocasionó un terremoto originado en Santiago de Cuba, en la segunda villa, dejando solo 48 viviendas en pie. Esta evidencia subraya la larga historia de actividad sísmica en la región.
Según datos del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais) entre los sismos de mayor magnitud registrados en Cuba figuran el del 1 de febrero de 1976, de magnitud de 7.7 en la escala de Richter; con epicentro cerca de la costa sur de la isla, en la región de Santiago de Cuba; el 7 de mayo de 1842 en Baracoa, de magnitud 7.6, y en Cabo Cruz, el 28 de enero de 2020, de 7.7.
No obstante, el terremoto del 3 de febrero de 1932, de 6.7 es recordado como uno de los más devastadores en la historia de Cuba, a pesar de que ha habido sismos aún más catastróficos en el pasado, por el colapso en tantas instalaciones.
El terremoto de 1992 en Cabo Cruz fue el bautismo de fuego del Centro de Investigaciones Sismológicas, radicado en Santiago de Cuba.
(Tomado de Lademajagua)