«¿Qué puede hacer la Cultura para salvarse a sí misma que es salvar la Patria? La respuesta la tienen ustedes. La han dado ustedes y estoy seguro de que la seguirán dando siempre». En un tono respetuoso y fraterno, desde la ética y el compromiso revolucionario, habló el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez a los delegados e invitados que participaron en el X Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
Este sábado, en medio del debate que tuvo como escenario la sala 3 del Palacio de las Convenciones de La Habana, el mandatario reflexionó acerca del papel determinante que la cultura sigue teniendo como generadora de ideas y valores, «espada y escudo de la nación».
«No hay manera de imponer la creación. El arte y la cultura auténticos son expresión de sentimientos e ideas propios. Lo otro es calco y copia», subrayó el Jefe de Estado.
En ese sentido, aseveró que «lo verdadero, lo que perdura, tiene como valor distintivo la originalidad. La poderosa cultura cubana es la mejor prueba de ello».
Díaz-Canel repasó momentos vividos por la nación en los últimos cinco años, desde el anterior Congreso; período marcado por profundos impactos socio-económicos para el país que se suman a más de 60 años de cruel guerra económica.
En el actual contexto que vive Cuba, el mandatario reconoció «el aporte que está dando este Congreso, en materia de discusión de ideas y propuestas»; al tiempo que ratificó que «contarán con todo el apoyo y el seguimiento a los acuerdos adoptados, como siempre se ha hecho».
En sus palabras, varias veces aplaudidas, ante una representación de la intelectualidad cubana y de nuestros hacedores del arte, estuvo el homenaje a Fidel. Recordó que el Comandante en Jefe consideró que «la cultura es lo primero que hay que salvar».
«Esa idea va mucho más allá del arte, va a las raíces, a la identidad, a la cubanía, a lo que somos», enfatizó Díaz-Canel. Se refirió, además, al lema de este Congreso, “La cultura es la Patria», «idea de otro grande, Don Fernando Ortiz, que nos dice lo mismo en otras palabras».
Durante casi treinta minutos, el Presidente de la República disertó acerca de los desafíos que tiene ante sí la cultura cubana en la defensa de nuestra identidad que «se forjó en el combate por la independencia primero, y contra la dependencia, después. Y esos combates los lideraron intelectuales y creadores, cuyas huellas están impresas de forma indeleble en obras magnas de la cultura nacional como el Himno de Bayamo».
«La cultura nos permite reconocernos como cubanos, esencia y parte del proyecto de nación que inició en 1868 y transformó a una colonia en un país con carácter, identidad, perfil propio y un ser nacional que brota espontáneo en cualquier latitud en que vive», acentuó el Jefe de Estado, con el orgullo que sienten los hijos de este pueblo.
Más adelante, aseveró que «la cultura estimula y refuerza el sentimiento de Patria»; y es «el alimento fundamental e indispensable para la espiritualidad del pueblo».
Ante artistas y creadores de todo el país, Díaz-Canel expresó que «la cultura es sustancia fundamental de la unidad, que es, a su vez, el elemento estratégico de supervivencia de una nación pequeña y asediada por un imperio siempre hambriento de poder, que jamás ha renunciado a poseernos, por la fuerza o por la seducción».
Ancla y si no nos ha engullido ya -apuntó- uno de los mayores méritos es de la cultura cubana, tan poderosa, tan fuerte de la raíz a la copa, como la ceiba del monte cubano. «Y tan auténtica, que no puede ser suplantada ni poseída, por más que pretendan», significó el mandatario.
A la colonización cultural en marcha, debemos contraponer un enfoque descolonizador de bienestar, solidario y de gestión colectiva, que tenemos que seguir defendiendo con creatividad y con trabajo, incluso en medio de las situaciones tan adversas que vivimos, alertó Díaz-Canel en los minutos finales de su intervención en la sesión plenaria.
En este tema, de vital importancia para el país, alertó que «ejercer y fomentar el pensamiento crítico es crucial para entender el momento que vive el mundo y los valores de la causa que defendemos».
De manera particular, señaló que «solo la cultura, junto con la educación, tienen la capacidad y la posibilidad de promover el ejercicio del pensamiento crítico, único antídoto contra la manipulación y la idiotización de las audiencias acríticas».
En ese propósito, reflexionó, toca un rol principal a la crítica cultural, orientadora, que ayude a promover y desarrollar ese pensamiento crítico, de forma oportuna, atractiva y constante.
En sus certeras y alentadoras palabras, también hubo espacio para el papel que le corresponde jugar a las instituciones culturales en la defensa de la política cultural de la Revolución.
Ante los intentos de desmontar y tergiversar la historia, principalmente del proceso revolucionario cubano, el Presidente de la República “lanzó” la pregunta: ¿cómo se supone que debemos reaccionar?
Afirmó que «no es solo una cuestión de libertad de creación, es una cuestión de ética y principios. Se trata, otra vez, de salvar la Patria que es, también, salvar la Cultura».
Díaz-Canel llamó a desarrollar las fuerzas culturales y espirituales de la nación cubana, «esas que generan emociones, apasionan, comprometen, nos asientan en nuestras raíces históricas y culturales, acrecientan los valores patrióticos, humanistas, afianzan las convicciones revolucionarias y, sobre todo, el orgullo de ser cubanas y cubanos».
«Hay mucho que hacer, para apoyar lo mucho que decimos; hay mucho que hacer para perfeccionar, para fortalecer; hay mucho que hacer en el trabajo cultural comunitario, en la enseñanza de la historia, en perfeccionar la educación, en crear riqueza económica para distribuir con justicia social y poder sostener la inmensa obra social de la Revolución, para crear más riqueza espiritual», expresó el Jefe de Estado.
Al cierre de su intervención, Díaz-Canel trasmitió un mensaje esperanzador, desde la certeza invariable de que podrá ser posible en las circunstancias que vive Cuba, «trabajando unidos, con participación, con el alma arraigada en la tierra, con resistencia creativa -que implica resistencia cultural robusta- con ética y con belleza, con ciencia y conciencia, con inteligencia, implementando y dando seguimiento a lo abordado en este histórico Congreso, solo así, encontraremos las soluciones».