¿Qué pasó en la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas respecto al bloqueo?

¿Qué pasó en la votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas respecto al bloqueo?

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La votación del pasado 29 de octubre deja, como suele ocurrir, sus propias evidencias; esta vez y dada la terrible coyuntura que vive el mundo, los únicos votos en contra de la resolución es de los mismos países empeñados en masacrar a los habitantes del Medio Oriente, intentando convertir a esa extensa región en una suerte de Gaza gigante. Cualquier calificativo es poco para tanta canallada y deja en claro cuál es el lado correcto de la historia, de esta historia

 

Uno de los aspectos más siniestros de la guerra económica implementada por sucesivas administraciones norteamericanas contra Cuba, es presentarlo de tal manera que las consecuencias de dicha agresión sean vistas como incompetencia de los agredidos, en particular del gobierno, que por mandato constitucional y sentido común, está llamado a enfrentar dicha hostilidad.

Desarrollar ese enfrentamiento pasa entre otros recursos, por desplegar una sostenida política de denuncia de este atropello contra todo un pueblo, en cualquier ámbito donde las condiciones y oportunidades lo permitan.

Justamente eso fue lo que hizo Cuba este pasado 29 de octubre en el espacio más abarcador que brinda el organismo la ONU, la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNNUU). Contabilizando 32 ocasiones, de nuevo el mundo se puso de acuerdo para rechazar el bloqueo contra la Isla rebelde, excepto, claro, Estados Unidos y su satélite genocida en el Medio Oriente, Israel. 187 votos a favor, 2 en contra y una abstención. Venezuela, víctima de más de 900 sanciones, no pudo votar al estar vetado para ejercer ese derecho; en todo caso nadie debe albergar duda alguna de su apoyo a la Resolución.

La Resolución es un documento que presenta a la AGNNUU el Secretario General de la ONU, a pedido de Cuba, y previamente los países son convocados a emitir individualmente su opinión, proceso que permite presagiar como saldrá la votación final.

Como tal, se destacan dos peculiaridades del documento en cuestión. Primero, que aborda uno de los temas que más convoca al resto de los miembros de la ONU y también que más simpatías genera; en otras palabras, la condena al bloqueo expresado en este documento une al mundo. Por otro lado, es el único texto de los que se aprueban en la ONU que explícitamente menciona por nombre como culpable, a los EEUU.

Asimismo, la evidencia de que el agresor quedará aislado, que supone una derrota política y diplomática totalmente inusual, por decirlo de alguna manera, explica que Washington implemente  cualquier presión o chantaje, blandiendo su enorme poder económico y político militar.

A partir de lo anterior es fácil comprender la dimensión casi épica de estas votaciones y del abrumador apoyo a Cuba; súmese que la condena universal cuestiona de paso los argumentos que históricamente han usado los norteamericanos para justificar esta guerra económica, como la calificó el Comandante en Jefe hace 30 años, señalando que el bloqueo es “una persecución tenas, constante de toda gestión económica de Cuba en cualquier parte del mundo”.

Precisamente esa naturaleza extra territorial que tiene el bloqueo, puede y suele ser una de las motivaciones que muchas naciones tienen para apoyar la resolución cubana; en algún momento, o durante mucho tiempo, instituciones, bancos, empresas y empresarios de terceros países han sufrido el acoso del diplomático de turno norteamericano o directamente del Dpto. de Tesoro, por ejercer la libertad de comercio o cualquier negocio con Cuba, como establece el “mundo basado en reglas”, para emplear el manido concepto de la diplomacia estadounidense, que cínicamente ellos violan sostenidamente.  

El hecho de que la aprobación de la resolución no tenga carácter vinculante no le resta méritos. Hay que tomar en cuenta el tremendo valor político, no solo diplomático, del apoyo universal a Cuba y la relevancia de exponer la canallada imperial nada menos que en Nueva York, sede la ONU, y a la vista de todos, con un evento de tal trascendencia que los grandes medios de comunicación no pueden desconocer, excepto, en los propios EEUU donde es única noticia la campaña electoral basada al parecer, en qué hacer con la basura.

¿Por qué denunciar el bloqueo?

El bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos contra Cuba, con más de 62 años de vigencia, impide el normal desenvolvimiento de la economía y dificulta el desarrollo integral de la sociedad cubana.

Abruman las cifras en dólares americanos de los efectos tangibles del bloqueo, en la economía, la salud, la educación, y también menos contables, el impacto psicológico de saberse víctima de una guerra no convencional, durante el tiempo más prolongado que se tenga noticia, sobre este tipo de agresión contra un país.

Alguien puede no entender el efecto concreto de más de 1 billón, con B, de dólares de pérdidas, ciertamente es un número tan largo que apenas cabe en un renglón. En apariencia abstracta, con esta cifra se podrían poner casi infinitos ejemplos cotidianos del efecto de esta sideral carencia de recursos financieros, siendo uno de los más ilustrativos, a propósito de la contingencia por déficit de energía que hoy se sufre en Cuba, el dato que alude a que en un solo año, 53 embarcaciones han sido sancionadas o bloqueadas por transportar combustible a la Isla rebelde. Imagine usted que la reparación de todas las termoeléctricas del país necesitan anualmente unos 300 millones de usd,  algo al alcance de la economía nacional sino hubiera bloqueo.

Las sanciones no solo desconocen la libertad de comercio, sino la libertad de movimiento, dado que los turistas norteamericanos pueden ir a Corea del Norte, a Rusia, al planeta Marte, pero no a Varadero, a tan solo 45 minutos de vuelo desde Florida. Van contra el derecho humano a vivir en paz de todo un pueblo y contra el principio universal de no intromisión en los asuntos internos de terceros, uno de los pilares de la Carta de Naciones Unidas, en cuya redacción tuvieron un papel protagónico los propios norteamericanos, es decir, si alguien sabe que dice ahí son ellos.

En rigor la agresión es multidimensional. Todos los gobiernos norteamericanos han auspiciado, financiado o en todo caso tolerado, agresiones, provocaciones y acciones terroristas por las que nos deben miles de víctimas entre muertos y mutilados.

Desprovisto de toda legitimidad, algunos opinólogos a sueldo escudriñan en las razones supuestamente legales o políticas, que explican este despropósito criminal. Se remontan a un pasado lejano, cuando el gobierno revolucionario decidió nacionalizar las propiedades de algunas trasnacionales norteamericanas en ejercicio soberano y constitucional. Como parte del proceso, se ofrecieron las indemnizaciones del caso, pero en su proverbial prepotencia las autoridades norteamericanas se negaron a cobrarlo, hasta ahora.

De tal modo que es necesario justificar lo injustificable. Por ello la guerra económica no se limita a sus  efectos tangibles y contables, va acompañada de campañas mediáticas dirigidas a los agredidos, de acciones en el ámbito internacional para aislar al país, llegando al extremo perverso de atacar la reconocida trayectoria solidaria de Cuba con el resto del mundo, en especial contra las brigadas médicas cubanas.

Estas campañas en el ámbito comunicacional se mueven en dos ejes fundamentales; por un lado niegan la existencia del bloqueo, hasta dicen que es un pretexto del gobierno cubano para encubrir su supuesta incompetencia, razón por la que se le ha pedido que quiten el pretexto y todo se aclarará. Y por el otro, inventan permanentes razones para mantenerlo, predominando narrativas sobre una supuesta violación de los derechos humanos en Cuba, que es la más sostenida en el tiempo; absurdo viniendo de un país donde dicha violación es el estado natural de las cosas.

En cuanto a la primera, que no existe “el tal bloqueo”, proliferan enfoques sobre la supuesta libertad de Cuba de importar alimentos e incluso vehículos desde su vecino norteño. Lo real es que por ejemplo las importaciones de pollo para la canasta familiar normada, las que hace el estado cubano para millones de compatriotas, enfrenta un sin número de obstáculos para su adquisición, traslado y pago por adelantado y sin créditos. De los automóviles mejor ni hablar, ninguno es una ambulancia para el sistema de salud, solo van destinados a un pequeño sector explícitamente autorizado e identificado por el gobierno norteamericano a ser favorecido, bajo el propósito de convertirlo en  perspectiva en el sector social llamado a acabar con la Revolución; es bueno aclarar que también en esto fracasarán.

Algunas de las justificaciones utilizadas para mantener el bloqueo son esquizofrénicas, como las que emplean para mantener a Cuba en la espuria lista de países terroristas, cuestión que profundiza el propio bloqueo y en paralelo, afirmar  que la Isla colabora en la lucha contra este flagelo, recordándonos que también en la política norteamericana lo absurdo suele predominar.

En esta nefasta tarea han embarcado a un grupo de mercenarios de remoto origen cubano, movidos por un sórdido afán de lucro, sin importar las consecuencias que tiene esta hostilidad para los cubanos que siguen viviendo en la Isla, incluso sobre sus familiares. Le dicen a los cubanos que “hacen falta sacrificios para acabar con la dictadura”, mientras que ellos están allende el estrecho de la Florida, desde cómodos espacios, financiados con los impuestos de los contribuyentes norteamericanos.

En el ámbito del propio debate, no escapa al asombro las mentiras a las que apela el representante norteamericano, en el momento que se discute la resolución. Conscientes del ridículo, le dan esa innoble tarea a un funcionario de cuarta, que diligentemente lee un documento que probablemente no crea ni una sola palabra; tampoco el resto de los asistente, como lo evidencia que poco o ningún caso le hace a su réplica contra la resolución.

El susodicho diplomático es capaz de asegurar que han invertido más de 100 mil millones de usd en ayuda a Cuba, infla los datos sobre las licencias para venta que aprueban, a sabiendas que las  leyes del bloqueo impiden que en su mayoría no se concreten, o el colmo, insiste que existe comercio entre ambos países cuando Cuba no puede vender ni un alfiler en EEUU. Se mueven bajo el concepto inmoral de “confunde y vencerás”.

La votación del pasado 29 de octubre deja, como suele ocurrir, sus propias evidencias; esta vez y dada la terrible coyuntura que vive el mundo, los únicos votos en contra de la resolución es de los mismos países empeñados en masacrar a los habitantes del Medio Oriente, intentando convertir a esa extensa región en una suerte de Gaza gigante. Cualquier calificativo es poco para tanta canallada y deja en claro cuál es el lado correcto de la historia, de esta historia.

Otra obviedad, la pertinencia, la necesidad y valía de que Cuba siga con este tipo de ejercicio político diplomático. Pedir que soportemos el bloqueo y encima que nos quedemos callados es un absurdo y una felonía.

El mérito de esta victoria en la AGNNUU lo tiene desde luego el pueblo cubano entrenado para resistir y no esperar que los gringos quiten el bloqueo; este irremediablemente caerá por su propio peso, se derrumbara por el peso de la ignominia que supone su existencia. Estados Unidos tiene la capacidad de bloquearnos, no se puede negar, Cuba a pesar de ellos seguirá adelante y más temprano que tarde se impondrá la justicia. No olvidar que a la postre ser dignos es la única manera de ser libres.

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