“Estamos haciendo una maniobra de salida de un buque tanque, el práctico colocó correctamente los remolcadores, pero en el momento de la salida faltó el cabo del remolcador de apoyo y el práctico con su experiencia está ahora solucionado eso”. Así nos recibe Armando Rodríguez Oviedo, en la bahía de La Habana, montado en una embarcación remolcadora. Es director de la Unidad Empresarial de Base (UEB) Prácticos Habana, que para él es más que su centro de trabajo.
Desde el año 2010 trabaja ahí. Llegó por un amigo que le comentó sobre las pruebas para ser práctico. “Yo me había jubilado de la Academia Naval, pues era profesor allá. Aprobé los exámenes de oposición, estuve de adiestramiento y en el 2011 me nombraron práctico del puerto”, explica.
“El práctico tiene las herramientas necesarias para que la maniobra que ves aquí, y muchas otras, lleguen a feliz término sin poner en peligro la seguridad del barco”, nos dice Armando.
Para él, el mar y el practicaje ofrecen calma y sabiduría, porque tienes que enfrentarte a aquello que no puedes dominar, como son el viento y la corriente, y debes hacer de ellos tus amigos.
El práctico es el capitán titulado u oficial de puente que tiene el adiestramiento necesario para embarcar un buque en un puerto, solo en un puerto determinado, y asesorar al capitán de ese barco durante la entrada o salida o remoción dentro del mismo puerto.
Un práctico de La Habana no puede ir a hacer maniobras al puerto del Mariel, dice Armando que “tiene que aprender primero, porque debemos conocer la geografía del puerto, la cual es muy influyente en la realización de maniobras de seguridad con éxito”,
“La bahía de La Habana lo más peculiar que tiene son los vientos fuertes del noreste, en nuestro país predomina mucho el anticiclón del Atlántico y produce fuertes vientos”. Armando afirma que las corriente y mareas son significativas, pero no son determinantes. Aquí, el viento es lo más complejo.
“En la refinería las maniobras siempre son difíciles porque el viento rola mucho, cambia mucho de dirección”. Como nos cuenta Armando, siempre se presentan complejidades: “los barcos son únicos y todos los trabajos tienen su cosa”.
Lo retador del trabajo, lejos de un impedimento, representa una motivación para este hombre del mar. “Para mí y para todos los prácticos que hay en la estación, muchos de los cuales fueron mis maestros, esto es lo máximo”.