Flores blancas, un par de fotos, y el cariño de muchos, hasta de ausentes, acompañan las cenizas de Roberto Veiga Menéndez, el destacado dirigente sindical, fallecido el 29 de agosto.
De muchos lugares de Matanzas han llegado veteranos y jóvenes cuadros a darle el último adiós al hombre nacido el 5 de noviembre de 1936 en la barriada matancera de Pueblo Nuevo.
Empleados de centros cercanos a la sede de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en este occidental territorio se unieron a la guardia de honor, encabezada por Isdalys Rodriguez, segunda secretaria de la CTC, y por Osmar Ramírez Ramírez, máximo representante de esta organización en Matanzas.
Arnaldo Diaz Hiedra recuerda a Veiga como un dirigente sindical nato, consecuente con su criterio y parecido a su tiempo. «No cualquiera podía sustituir a Lázaro Peña», confiesa Díaz, secretario del Buró Sindical en el hotel Sol Palmeras.
Desde Santiago de Cuba, Ricardo Martínez Masdeu, expresa el “honor de compartir con Veiga en varios momentos de su trayectoria como dirigente sindical”, especialmente en su época de secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en la antigua provincia de Oriente, donde mantuvo vínculos con los comandantes Guillermo García Frías y Juan Almeida, y también con Armando Hart.
“Su inteligencia y espíritu proletario es lo que más admiro de él», afirma Martínez Masdeu, una opinión repetida por sus compañeros de labor en Matanzas, provincia donde Veiga también ocupóp la máxima dirección del movimiento sindical.
Camino al panteón de los combatientes, donde serán depositadas sus cenizas, algunos comentan sobre sus ideas libertarias, refrendadas en su incorporación al Movimiento 26 de Julio.
Caridad Rodríguez, su compañera de vida por 33 años, recuerda el inicio laboral de Veiga como fundidor, y su contribución en el surgimiento del Sindicato de Trabajadores Metalúrgicos en Matanzas.
Sin embargo, con mucho orgullo rememoran sus allegados aquel momento en el que Lázaro Peña, ya muy enfermo, propone a Veiga para sustituirlo en el cargo, muestra de la confianza en su amigo y fiel colaborador.
Tras la muerte del Capitán de la Clase Obrera, el 11 de marzo de 1974, Veiga fue elegido Secretario General de la CTC, y durante 15 años se mantuvo en esa función, tiempo aproximado por el que también fungió como vicepresidente de la Federación Sindical Mundial.
Seleccionado miembro del Comité Central en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, Veiga fue miembro del Buró Político en el segundo y tercer Congresos de esta organización e integró la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado.
En la última etapa de su vida, muy notorio devino su desempeño como miembro de la Consultoría Económica CANEC, y como asesor de varias empresas, de lo cual se sentía tremendamente feliz, como me comentara en uno de los encuentros organizados por la CTC en Matanzas con antiguos dirigentes, a propósito del Primero de Mayo.
En una de esas ocasiones, me aseguró que lo más importante en todo desempeño, tienen que ser siempre los resultados. Con esa máxima recorrió caminos, lucho y venció obstáculos, hasta su deceso.