Este domingo concluyó en el más célebre destino de playa y sol de Cuba el Festival Varadero Josone; Rumba, Jazz y Son, una apuesta de los ministerios de Cultura y Turismo, la Egrem y el gobierno de Matanzas por posicionar lo mejor de los géneros populares de la música cubana en un mercado muchas veces saturado de propuestas extranjeras.
Cuba cuenta con una riqueza musical que ameritaría una presencia mayor en los principales polos turísticos de la nación. Y es perfectamente posible —esta edición lo ha demostrado— articular estrategias con actores económicos emergentes.
La calidad de los solistas y las orquestas invitadas está fuera de discusión. Los Van Van, Haila María Mompié, Alain Pérez, Síntesis, Maykel Blanco y su Salsa Mayor, Issac Delgado —anfitrión de la cita—, entre otros, han combinado sus presentaciones con exponentes del género urbano.
Los organizadores insistieron en mantener un alto estándar en los conciertos y otras actividades, de manera que se honre el gran acervo de la cultura cubana. Ese es el patrimonio que se debe poner a disposición del turismo nacional e internacional.