Como por arte de magia, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ordenó a principios de agosto de este año una “guerra relámpago” dentro del territorio ruso para ganar puntos (y más dólares) de sus mentores.
No fueron acciones combativas en contra de los militares rusos o sus cuarteles, sino que los “oponentes” eran civiles: ancianos, mujeres y niños, sorprendidos dentro de sus residencias, centros de trabajo o escuelas e internados.
Sucedió el 6 de agosto. Semanas antes, para no decir meses, los titulares de la prensa internacional, en especial en los países de la Otan y de la Unión Europea (UE), daban gracias a las Olimpiadas para poder publicar asuntos de interés y no tener que justificar la situación crítica que se vive en las trincheras ucranianas.
El politólogo libanés Sarkis Abu Zeid precisa que Kiev «está tras los fracasos en el campo de batalla.”
Para el Presidente ruso Vladimir Putin, la incursión ucraniana en la provincia rusa de Kursk trató de “robustecer posición en posibles negociaciones, pero ahora no hay nada que hablar con quien ataca a civiles e instalaciones nucleares”.
Para Zelenski su Gobierno sigue implementando (a última hora) una fórmula de paz, que consiste “en la exigencia de que Rusia retire todas sus tropas y se restablezca la plena integridad de Ucrania”, lo que en el año 2022 Moscú rechazó y calificó de inaceptable por ignorar por completo la realidad sobre el terreno.
Los últimos días de un actor fracasado
Han pasado algunos días del ataque sorpresa, catalogado por sus amigos una ofensiva y un derecho “a defenderse”. No es necesario decir que se trata de la Otan y la UE.
A mediados de agosto Rusia anunció que la situación estaba controlada y se impidió el avance del enemigo, se eliminó un gran número de efectivos y equipos bélicos tanto en territorio ruso como en la región ucraniana de Sumy, fronteriza con Kursk.
El comandante de las fuerzas especiales rusas, Ajmat, dijo en una entrevista periodística del canal Rossiya-1 que “generales estadounidenses orquestaron la operación y en ella participaron mercenarios extranjeros”.
La sede del bloque de la Otan, precisó, participó en el desarrollo de la operación, que fue dirigida por generales estadounidenses. Para concluir, el 13 de agosto, “la guerra relámpago de Zelenski, en principio, ya ha terminado”.
Finalmente señaló que la situación está bajo control y la mayor parte del territorio donde se encontraba el enemigo ya está completamente bloqueado.
Las críticas vienen de Washington
El Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, citando fuentes de Estados Unidos, afirma que entre la élite estadounidense crece el descontento con el líder ucraniano. Existe incluso un plan en desarrollo para desacreditar y posteriormente sustituir a Zelenskl e incluso estiman que sus acciones son frenéticas.
“Principalmente en su deseo de mantenerse en el poder, después de expirar el 20 de mayo su mandato presidencial, le hace tomar pasos locos que amenazan con la extensión de la escalada mucho más allá de las fronteras de Ucrania”.
Para los analistas de la situación internacional queda claro que los intentos de incursión militar en suelo ruso fue para “tratar de robustecer su posición en posibles negociaciones de paz, que curiosamente desde el inicio del conflicto y mucho antes, siempre se negó al diálogo y ahora está prácticamente dentro de un laberinto acude a esa opción, pero con objetivos de propaganda”.
Con nuevas mentiras Zelenski no logrará seguir engañando a la opinión pública internacional, sobre todo porque sus mentores ya hablan de acabar con él; y sus propios compatriotas lo cuestionan. abiertamente.
Zelensky está montado ya en el caballo y sabe que si se baja, su misma gente lo va a colgar.
El tiempo tendrá la palabra.