¿Con los precios sobre la tierra?

Cansado. Apenas aguanta otra cami­nata. Esta es la cuarta tienda que visita y espera sea la última. El aceite, ese es su objetivo. Va directo al estante y respi­ra, se relaja, al fin encuentra la luz. “¡Qué bueno, está a 850 pesos el litro!”, balbucea consigo mismo mientras cuenta en la cartera si el dinero le alcan­za para, al menos, llevar uno o dos.

Desde hace unas semanas está en vigor el tope máximo de precios para seis productos de alta de­manda. El Gobierno adoptó esta medida, con el fin de desahogar un poco el bolsillo del cubano ante los altos índices de inflación, y ya se dan los primeros pasos. Aunque ello cerca el límite de ga­nancias para las micro, pequeñas y medianas em­presas (mipymes), el escenario actual dista mucho de la fantasía establecida.

La instauración de la Resolución 225/2024 del Ministerio de Finanzas y Precios (MFP) es­tablece los precios minoristas máximos a apli­car en la comercialización del pollo troceado, el aceite comestible, excepto el de oliva, deter­gente en polvo, pastas alimenticias, salchichas y leche en polvo, a partir del reconocimiento de hasta un 30 % de margen de ganancia so­bre costos y gastos, siempre que no excedan los precios definidos.

Si bien se observa un margen de adaptación, resulta necesario. Trabajadores visitó cinco mu­nicipios de la capital durante la semana del 29 de julio al 4 de agosto, con el objetivo de conocer hasta qué punto se cumple o no con lo estipulado y cuál es el criterio del pueblo ante esta decisión del MFP.

Aterrizaje de emergencia

“Déjame llegar un momento hasta la mipyme”, dice la vecina mientras corre para comprar el pollo.

En las actuales circunstancias cualquier es­quina dispone de un mercadito (no siempre mi­pyme). Los puestos de venta recorridos tenían dentro de su cartelera u ofertas los seis produc­tos topados.

Los comentarios oscilan entre la confor­midad con la medida y los nuevos precios, los deseos de que continúen bajando para poder acceder con más facilidad, y las críticas de que siguen caros y, por tanto, se alejan de ellos con las manos vacías.

Aunque algunos establecimientos visitados sí cumplen con lo establecido en cuanto al pre­cio topado, otros, por “la izquierda”, alteran los números de productos que no están en la Re­solución, para no generar pérdidas al negocio. Y ahí nace la pregunta: ¿qué pasa con los ins­pectores?, ¿acaso ellos no mantienen un control sistémico de la situación?

Madeleine Cudina Hechavarría, directora de Inspección y Supervisión de La Habana, explicó que el equipo de inspectores realiza un arduo tra­bajo para el enfrentamiento diario con los actores estatales y no estatales que quieren violar la ley.

“Nosotros, funcionarios al servicio del pueblo, trabajamos para eso. Hasta el momento, hemos encontrado algunas ilegalidades, y se les imponen multas, de acuerdo con lo dispuesto en el decreto 30, por los precios abusivos. Además, hemos apli­cado mil 200 ventas forzosas poniendo los produc­tos al precio correcto y se los vendemos a la pobla­ción; y en otras, cerramos los proyectos de trabajo, que en la actualidad suman 34”, declaró.

El pasado viernes, Trabajadores asistió, junto al MFP, a un ejercicio integral de control de los precios minoristas en el municipio habanero de Playa, dirigido por Consultores Asociados S.A. (Conas), el grupo empresarial Caudal y Cubacon­trol. El equipo, integrado por 20 inspectores pro­fesionales y eventuales, detectó ciertas irregula­ridades en los precios de algunos productos cerca de la zona costera de 1ra. y 110, así como un mal manejo y control administrativo de los negocios por cuentapropistas.

“Somos cuadros de un grupo empresarial en función de la actividad popular del control de los precios en la capital designados por el MFP”, decla­ró Fermín Mesa García, vice presidente primero del grupo empresarial Osde Caudal. “La tarea busca chequear el cumplimiento de la disminución de pre­cios y garantizar que la población pueda tener ac­ceso a esos productos, así como controlar el proceso de bancarización ante los hechos de evasión fiscal”.

Es una tarea ininterrumpida. Mainolys He­chavarría Reyes, directora de Finanzas y Precios de la provincia de Granma, precisó que si bien se trabaja diariamente por detectar y controlar las ilegalidades, el pueblo muchas veces no hace las denuncias, de forma oportuna, con las autorida­des correspondientes. “Hay que unir fuerzas para ganar esta batalla que nos afecta a todos”.

El pueblo dice

No es menos cierto que el tope establecido hace que cada negocio determine su propio precio, de acuerdo a sus intereses y ganancias, sin violar lo estipulado. ¿Qué encontramos en el recorrido?

Por ejemplo, en un mercado en La Palma, Arroyo Naranjo, arrendado por varios trabajado­res por cuenta propia (TCP), han desaparecido de los puntos de venta, productos como la leche en polvo y la salchicha. Muchos TCP se preguntan a cómo deben vender ellos la mercancía para ganar algo, si a las mipymes que les compran establecen un precio tope según el cambio informal del dólar.

“La venta ha mermado”, cuenta la vendedora de un punto cerca de 21 y 10, en el Vedado, mu­nicipio de Plaza de la Revolución. “Ya no vienen muchas personas —argumenta mientras atien­de a un posible cliente— y es indudable que ante tanta demanda queda en manos del pueblo hacer su elección: o lo compran directo a las mypimes o con nosotros, que a veces es un poco más caro”.

En la calle Reina, entre Águila y Ángeles, en Centro Habana, se pueden hallar varios negocios, entre ellos El grupo, una mipyme certificada del municipio de Cotorro. “Las filas son largas cuan­do llega el cárnico”, expresa un adulto mayor, mientras espera algún transporte. “Yo vengo a esta porque está cerca de mi casa, y no tiene pre­cios tan elevados como otras de la zona”, declara una ciudadana, al tiempo que compra un paquete de pollo de 10 libras, a 3 mil 100 pesos.

“No es suficiente”, dice una señora luego de comprar un paquete de pollo a 3 mil 200 pesos. “Es necesario aterrizar y poner los pies sobre la tierra. Todavía hay lugares donde no se cumplen los precios, siguen iguales, vine acá por primera vez por referencia y me dijeron que estaban más baratos, pero es lo mismo. Soy una trabajadora que apenas cobro 3 mil 500 pesos mensuales de salario. La iniciativa es buena, pero la realidad es otra. Es preciso que sigan bajando los precios, y no solo de esos seis productos, sino de otros como el huevo, el azúcar y el arroz”, agrega.

Y qué decir de los llamados vendedores por “la izquierda”. Bajo el puente de 100 y Boyeros se puede encontrar de todo. Allí comercializan el pollo que días antes compraron a una mipyme para ganar 1000 pesos diarios por cada 15 paque­tes. ¿Cuántos como estos pululan en la capital y en muchas zonas del país?

¿Quién le pone el cascabel al gato?

Bien lo dice la canción de Buena Fe. ¿La maldita culpa la tiene alguien? Sí, quienes no respetan el orden y las resoluciones. A eso habría que sumar que un trabajador asalariado, como promedio, apenas cobra entre 3 mil y 5 mil pesos al mes, sin contar las madres solteras, o muchos jubilados que solo perciben alrededor de mil 700 de chequera.

Topar seis productos es la punta o inicio de otras medidas. No resuelve el problema en su esencia, aunque pone freno a los precios especula­tivos que, cada semana, crecían y crecían.

El MFP ha dado el primer salto, pero la ca­rrera aún no termina. Es necesario pensar en más productos, incluso en otros como la carne de res y de cerdo, que también son comprados por la po­blación y alcanzan precios alarmantes. Toca se­guir ahora, cual modo olímpico, bajando la varilla y no precisamente buscando el récord de nuestro Sotomayor.

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