El 22 Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) tiene en las conferencias municipales su fase de turno, oportunidad de oro para soñar, inspirar, motivar cumplimientos de la producción de bienes y servicios, la efectividad de la vida interna de la organización y hacer causa común con las expectativas de la fuerza laboral.
Valerse del pretexto implica un diseño distinto del modo convencional con el que hoy se conciben, limitadas, parece ser, a existir solo en la fecha de su realización, un concepto tan angosto como efímero que, salvo excepciones, la condena a pasar sin pena ni gloria.
Quizás por ello cuando del cronograma de 168 conferencias municipales ya se encuentran realizadas alrededor de 70, no se percibe aún el esperado ambiente de este congreso local, a no ser el que sucede en medios de prensa, cuentas de Facebook o en la red social X.
Pero como una sola mano no hace ruido, decían mis padres, el proceso orgánico precisa de la creatividad de sus actores para convertirlo en el acontecimiento que por antonomasia es.
El congreso del municipio necesita aparecer en el natural espacio físico de la fábrica, el surco, la escuela, el hospital, la cafetería, en la mipyme en cuestión o ante un cuentapropista, para que la etapa de ahora sea continuidad de lo sucedido en la base, y no su ruptura.
Y es cierto que la magna cita transcurre en un contexto financieramente complejo, quitando del camino, tal vez, cualquier iniciativa de gastos añadidos a los que se incurre en el traslado de los delegados, en alojamiento, alimentación o materiales impresos.
Sin embargo, este mismo panorama adverso debiera aprovecharse para reflexionar sobre qué conferencia merece el municipio y cuál se le ofrece, porque al fin y al cabo, el Congreso no es solo de la CTC y de los sindicatos, el Congreso pertenece por esencia a los trabajadores.
Justo en la población laboral debe pensarse a la hora de idear un movimiento antecesor de las conferencias, que suponga, por ejemplo, recorridos de los delegados por los colectivos para palpar de cerca la realidad de los centros definitorios de la base económica, intercambiar, conocer qué les preocupa, y en la medida de lo posible, llegar a la Conferencia con respuesta o soluciones de sus planteamientos o dudas.
Mucho bien le haría a estos encuentros si los comités municipales de la CTC, con toda la autoridad que les asiste, invitaran a un ministerio, Osde o empresa nacional cuando los planteamientos dependan de esos organismos, para que el debate sea tan hondo como provechoso.
Cuando aún le faltan muchas conferencias al cronograma, la solución pudiera estar en la dinámica organizativa como antesala de estos prominentes espacios, para que dejen un sentimiento de legítimo valor utilitario y la gente sienta de verdad el espíritu transformador del 22 Congreso, ha sugerido el secretario general de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento.
El propio Ulises aboga porque este momento sea un verdadero ejercicio movilizador de las reservas productivas y de la prestación de los servicios, y sobre todo, que no sea una reunión más, y en este punto también concuerdo con él, porque no se trata solo de recurrir a un pensamiento innovador antes de las conferencias, sino, especialmente, durante su desarrollo.
Nada puede dejarse a la improvisación. Hay que atenderlo todo, desde la elaboración de un informe atractivo en su forma y contenido, elocuente de la influencia sindical en lo que falta por cambiar o en los logros del período evaluado, hasta salirse del guion y honrar los saldos excepcionales del municipio, al colectivo que pidió tierra y más alimento produce, al innovador, al donante de sangre, al que más dinero le aporta a la patria.
En términos de acercar las conferencias a estos tiempos, a la vida de los territorios, la CTC y su movimiento sindical necesitan apoyo total de las autoridades políticas y gubernamentales, a quienes más conviene que la organización movilice, y movilice bien a afiliados y trabajadores para hacer posibles sueños, metas, objetivos.
Ninguna iniciativa será factible si no se saben conducir los procesos en cada una de las estructuras, insistía la segunda secretaria de la CTC, Isdalis Rodríguez, cuando presidió en la provincia de Matanzas las jornadas de seminarios 22 Congreso.
En aquel momento remarcó la idea de la autopreparación, de cumplir las indicaciones metodológicas y de propiciar, fundamentalmente, un ambiente parecido a la magnitud del proceso, convencida, de que el éxito está en la manera en que se conciba, cuide y controle la calidad desde ahora mismo, hasta las sesiones finales de la magna cita.