Divino tesoro es el trabajo. La humanidad no existiría sin esa actividad física y también intelectual que los seres humanos llevan a cabo mediante las más diversas labores con su variada gama de oficios, profesiones y especialidades en todos los sectores.
Desde los tiempos más remotos el hombre fue evolucionando a través de sucesivas etapas y con ellas encaminó su desarrollo y, al mismo tiempo, procuró su existencia.
El trabajo creador -¿quién no lo sabe?- es la fuente de los bienes materiales y servicios para satisfacer nuestras necesidades. Además, genera una obra artística o un descubrimiento científico.
La laboriosidad suele considerarse como un valor moral o una virtud. Así lo vemos en múltiples ejemplos de la vida cotidiana: en el obrero metalúrgico que transforma el acero, en la asistencia médica a un paciente, en las mujeres frente una línea de producción, en el agricultor cuando recoge su cosecha o en la persona que cumple su tarea en una oficina para atender a la población.
Satisface ver a los constructores en plena faena, a los linieros desafiando las alturas para garantizar el fluido eléctrico, al mecánico que en un taller repara un equipo o construye una pieza de repuesto, al técnico responsabilizado con observar cuidadosamente un proceso de producción continúa.
La sociedad se honra con estas y muchas otras muestras de actividades que integran el universo laboral del país. El trabajo honesto ennoblece a quien lo realiza, porque el trabajo creador es divino tesoro.
Acerca del autor
Graduado de Licenciatura en Periodismo, en 1976, en la Universidad de La Habana. Hizo el servicio social en el periódico Victoria, del municipio especial isla de la Juventud, durante dos años.
Desde 1978 labora en el periódico Trabajadores como reportero y atiende, desde 1981 temas relacionados con la industria sideromecánica. Obtuvo premio en el concurso Primero de Mayo en 1999 y en la edición de 2009. Es coautor del libro Madera de Héroes.