Ponchados en la carretera del egoísmo

Ponchados en la carretera del egoísmo

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No por habitual, la escena, recurrente en diversos sitios de la Isla, preocupa menos. Basta viajar de una ciudad a otra, de una provincia a la vecina, de un municipio a la cabecera provincial, o viceversa, y la imagen se repetirá: personas aglomeradas en los distintos puntos, a la espera de abordar un vehículo para llegar a sus centros de trabajo o estudio, al hospital…, a cualquier destino. Para la mayoría de los cubanos, la situación del transporte no deja de ser un dolor de cabeza punzante, una asignatura pendiente en el entramado económico y social, para la cual no se hallan fórmulas perfectas ni soluciones fáciles.

Foto: Cubahora

“Yo debo atenderme la vista, casi no veo, necesito ir al hospital para seguir con el asunto de la operación, pero… ¿de qué manera? Con lo malo que está el transporte. Solamente ir hasta Lajas cuestas 200 pesos, ¿¡cuánto más llegar a Cienfuegos!? Y alquilar un carro, ni pensarlo”, comenta una anciana residente en la comunidad de La Piragua, perteneciente al municipio de Santa Isabel de Las Lajas.

“Siempre que necesito ir a Cienfuegos gasto entre 600 y 800 pesos únicamente en pasaje”. “Cada día se hace más difícil moverse; ningún salario aguanta lo que hay que pagar en transporte”, comentan dos viajeros de Cruces y Rodas, en ese orden.

Los anteriores son escasos ejemplos de los tantos que podrían ofrecer quienes viven en las periferias de ciudades y poblados principales, sobre los cuales recae, con mayor peso, los avatares de un servicio deprimido durante años. Está, además, el de los estudiantes, muchas veces impedidos de llegar hasta sus escuelas de Secundaria Básica o Preuniversitario porque, “no hay guaguas y ningún carro nos para”, o el del profesional de la Salud, Educación y otras ramas que han de sortear los mil y un obstáculos para trasladarse hacia el lugar donde ofrece sus servicios.

Uno de tales inconvenientes viaja sobre la rueda de los altos precios -espejo también de la inflación descomunal a la que asistimos en el presente- que imponen a los pasajeros no pocos conductores. Y no solo los porteadores privados.

La vieja costumbre de ciertos choferes de vehículos estatales de cobrar por llevar a bordo a los necesitados de esa alternativa, sobre todo en los lugares donde no existen puntos de recogida, adquiere ahora rebordes más complejos. Ya no resulta suficiente con agitar el billete en la mano como señal de auxilio, la denominación de este determinará si se activan o no los frenos. Incluso, los más desinhibidos pararán de cualquier forma, pero exigirán al pasajero, una vez a bordo, el monto que ellos entiendan “justo” por la distancia a recorrer.

Semejantes desafueros aumentan el malestar y la ansiedad en quienes viajamos con frecuencia y las más de las veces apelamos a ese recurso o a las ofertas de los porteadores privados, debido a la casi inexistencia del servicio de los ómnibus estatales.

Foto: Cubadebate

Eduardo Rodríguez Dávila, ministro de Transporte, en diálogo con el primer secretario del Partido Comunista y presidente de la República de Cuba Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmaba durante el episodio No. 3 del programa Desde la Presidencia, que la transportación de pasajeros atraviesa en la actualidad uno de sus peores momentos, al comportarse al 50 por ciento de los índices registrados cinco años atrás. Entre otros factores ello se debe, explicó, a la salida de circulación de numerosas guaguas por problemas técnicos y por limitaciones en el suministro de combustible.

A lo anterior debemos sumar los duros golpes del Bloqueo sobre esta actividad. De acuerdo con Rodríguez Dávila, la baja disponibilidad de divisas impide adquirir artículos imprescindibles para el mantenimiento de los vehículos, tales como piezas de repuesto, baterías, neumáticos o lubricantes. Además, para su sostenimiento, los medios de transporte necesitan productos que solo se adquieren en los mercados internacionales, y por causa de esas medidas de asfixia no se pueden conseguir.

Ciertas iniciativas se proyectan como luces al final del túnel oscuro por donde viaja la transportación. Nuevos servicios, la modificación de políticas que faciliten la compra de vehículos e incrementen la recaudación de fondos para emplear en el sector son algunas de las enumeradas en el citado programa.

Mientras cristalicen esas ideas, queda obrar la solidaridad de la que tanto nos ufanamos los cubanos, y no restringirla a mera palabrería. Urge poner a un lado el interés propio y dar “un lado” a cuantos quepan en cada carro. A fin de cuentas, todos compartimos escenas en el teatro de vicisitudes y carencias económicas donde desgranamos el presente. Nunca será plausible rodar ponchados en la vía de nuestros egoísmos.

(Tomado de 5 de Septiembre)

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