Hace solo unos días la ministra de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) lanzó un llamado en la red X a que las administraciones laborales potencien el trabajo a distancia ante la contingencia energética por la que atraviesa el país.
Agregaba la compañera Marta Elena Feitó Cabrera que “los sindicatos deben velar por la inclusión de los cargos (bajo esa modalidad) en el Convenio Colectivo de Trabajo”.
La sintética alerta de la titular del MTSS tiene que ponernos a reflexionar sobre el terreno que hemos ido perdiendo en el fomento de esta modalidad de empleo, una fórmula de contratación que no puede asumirse exclusivamente como una solución de crisis.
Los datos suministrados por ese organismo al periódico arrojan que al cierre de mayo solamente 15 mil 875 trabajadores laboran a distancia en el país, de ellos 2 mil 619 mediante teletrabajo.
Esta manera de vincularse a los servicios o a la producción tuvo su mayor auge como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, cuando en el año 2020 llegamos a tener más de 600 mil trabajadores laborando a distancia, pero la tendencia posterior ha sido a una vertiginosa caída.
De casi 360 mil personas que se reportaron en ese régimen de trabajo en el 2021, el retorno a la normalidad hizo caer la cifra a unos 56 mil trabajadores al año siguiente, y ya en diciembre último la cantidad no superaba los 28 mil empleados.
El análisis por territorio y sectores también revela puntos rojos que pueden contribuir al análisis. Además de La Habana, que encabeza esta forma de contratación con poco más de 6 mil trabajadores (muy por debajo de lo que pudiera ser); provincias como Las Tunas, Santiago de Cuba y Granma superan la barrera de mil, lo cual indica que todavía es una práctica válida para algunas de sus entidades. Artemisa, en el otro extremo, solo reporta para esta fecha a 123 trabajadores que laboran a distancia.
En cuanto a los sectores y organismos, la cantidad de empleados en esas condiciones indica la relevancia del factor tecnológico y el tipo de labor, pues destacan por una parte Etecsa y el Citma; pero también incide la voluntad de mantener esa facilidad, como es evidente en las estructuras de gobierno de Las Tunas y Santiago de Cuba, que registran entre 2 mil y mil trabajadores a distancia.
Coincidimos con la valoración que hace el MTSS de que no se ha logrado la utilización sistemática de esta forma de organización del trabajo, de la cual la mayoría de las administraciones al parecer solo se acuerdan en momentos coyunturales que impiden o hacen muy difícil la labor presencial en los centros.
La CTC y los sindicatos también son parte del problema y les corresponde una gran dosis de responsabilidad en este abandono de una opción que puede beneficiar a numerosos colectivos, e incluso mejorar las condiciones de trabajo y los resultados productivos y de eficiencia económica, si se aplica como debe ser.
No podemos dejar de recordar que existe incluso un reglamento emitido mediante la Resolución 71 del 2021 del propio MTSS, que establece la importancia de incluir en los Convenios Colectivos de Trabajo de las entidades los cargos que pueden desempeñarse a distancia y por teletrabajo. Este tiene que ser un punto significativo en la negociación de las organizaciones sindicales de base.
Es cierto que la cultura laboral nuestra, sobre la base de históricas condiciones económicas y por la manera de concebir la disciplina y el rendimiento de un colectivo, todavía se resiste a un control y organización del trabajo que no implique verles la cara a la gente y tenerles siempre al alcance de la mano.
Pero la práctica tanto internacional como en Cuba ha demostrado que el trabajo a distancia y el teletrabajo pueden ser tan eficaces como cualquier otro sistema productivo o de servicios, y no debería constituir exclusivamente una salida de emergencia.
Habría también que profundizar en cómo está siendo el uso de ambas modalidades en nuestro creciente sector privado y en actividades sobre todo intelectuales que se ejercen individualmente o mediante la asociación de pequeños grupos de trabajadores, una experiencia que parecería estar en ascenso.
De todos modos, como advertía la Ministra de Trabajo y Seguridad Social al hacer su llamado en la red X, en lo que se transforman las mentes hacia la voluntariedad en este tránsito, hay que exigir la aplicación de lo establecido, cuando de ello depende un uso más racional y prudente de los recursos materiales y humanos, en un momento tan difícil para la economía cubana como el que vivimos hoy, donde una solución o un alivio puede estar —¿por qué no?— en el título de aquel inmortal bolero: Contigo en la distancia.