Quien ve a Ángel Eusebio Eugellés Mena con su despacio andar, su rostro de bonachón y trabajador y recorre las arrugas que le ha dejado la vida, no imagina que es un héroe. Tampoco percibe que a este hombre que la negritud de su piel le oculta los 74 años de vida, por mucho tiempo le ha ahorrado miles de pesos a este país y hasta ha salvado vidas.
Eugellés, como muchos lo conocen, es el nuevo trabajador camagüeyano que ostenta la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba. Un orgullo tremendo para este floridano de pura sepa que solo ha sabido cumplir con lo que le enseñó su padre: “trabajar y trabajar por esto, que ha sido algo milagroso para todos; y que, aunque esté duro ahora, solo lo podemos mejorar haciendo más”.
Quizás por eso cuando se jubiló no duró mucho en casa y en poco tiempo regresó a sus máquinas en el taller ferroviario del sector azucarero, la Unidad Básica 60 aniversario, en el municipio de Florida.
Y es que, como cuenta, “lo mío siempre ha sido la recuperación de piezas de repuesto. Cuando terminé el servicio militar, allá por 1968, comencé a laborar en el transporte ferroviario del taller de locomotoras en el Central Argentina. Empecé como ayudante de tornero, pero no me gustó. Luego pasé a mecánico de carros hasta que me trasladé para el taller de locomotoras, donde me hice técnico en soldadura.
“Trabajando en la 60 aniversario, que se llamaba Empresa de Transporte Ferroviario Camagüey del Minaz, fue donde comenzó mi faena de verdad. Ahí crecí como soldador y gracias a eso fui a la antigua Unión Soviética y me superé”.
Las primeras 64 locomotoras que entraron al territorio pasaron por sus manos para que les rectificara algunos problemas que traían. Eugellés se volvió experto en la reparación de esas máquinas soviéticas, por eso sus jefes le pidieron que aprendiera también sobre otras que estaban bajo una firma canadiense.
Más de 50 años lleva Eugellés en el sector y de ellos ha sido durante 14 años vanguardia nacional del sindicato azucarero y por 21, de la Asociación de Innovadores y Racionalizadores.
Entre las principales piezas que ha recuperado se encuentran la tapa de block y los cigüeñales de locomotoras inglesas y soviéticas. “Para la economía, detalla, esto ha significado cientos de miles de pesos en ahorro. Por aquellos años una tapa costaba casi medio millón de pesos cada una y nosotros la recuperábamos casi gratis y trabajaban por mucho tiempo”.
Pero de esos aportes económicos casi ni se vanagloria. Eso no es lo más importante que ha hecho en su vida, dice. Algo grande, explica, “fue cuando durante la crisis de oxígeno en la Covid-19 pude, junto a otros compañeros, recuperar en la planta de sorbitol un compresor en desuso, por unos 17 años, que permitió producir oxígeno medicinal.
“A mi edad participar en algo importante como esto fue grandioso. Cuando Alberto Soler Omares, héroe del trabajo, el rectificador y yo echamos a andar ese equipo, la alegría fue inmensa, sobre todo por las muchas vidas que sabemos que salvamos”.
Ese suceso y la Estrella de Oro del Trabajo que hoy lleva en su pecho son los orgullos más grandes de Eugellés, porque así, confirma, cumplió con las enseñanzas de su padre; un estibador que con mucho trabajo lo educó a él y sus hermanos y solo les pidió que fueran buenos y trabajadores.