Cargando...Integrantes de la sección sindical Representación, de la Empresa de Telecomunicaciones, Etecsa Las Tunas, llegaron a la casa de niños sin amparo familiar en la ciudad cabecera cargados de amor y con productos que contribuyen al bienestar de los cuatro infantes que tienen cobija segura y tranquilidad alimentadas por el amor que les profesan las cuidadoras.
Según cuenta María Victoria González Conte, secretaria general de la organización sindical, los anfitriones los recibieron con mucha alegría y mostraron satisfacción por el donativo “porque complementa las asignaciones estatales a estas instituciones que son símbolo de humanismo”.
“La valija, dice González Conte, contenía artículos de higiene personal y colectiva, atuendos de vestir, chucherías y útiles escolares, entre otros productos, donados por los afiliados como muestra de humanismo y compromiso con las nuevas generaciones.”
Denominada hogar número dos, la instalación está ubicada en el reparto citadino de La Victoria y a los visitantes les impresionó el orden, la limpieza y la excelente ambientación, aspectos que contribuyen al bienestar de los pequeños que reciben muy buenas atenciones por parte de todos los trabajadores encargados de sustituir el entorno de las familias.
Como emblema de esos atributos se yergue Yaleydis Alarcón Cutiño, la directora de la casa desde hace dos años y es “una persona súper amorosa, muy atenta, apasionada con su labor y el objeto social del hogar”, reseñan los visitantes, y sus subordinados confirman que ella vive cerca de allí, y “está prácticamente en todo el tiempo con los pequeños en el hogar. A veces se va a su casa a las 10 de la noche después deja todo asegurado. Y ella misma, Yaleydis, refiere que “esa es otra parte de su vida y muy importante”, enfatiza.
Bajo ese manto crecen y se van preparando para el futuro tres niñas de 3, 7 y 8 años de edad. La más pequeña está en un círculo infantil y las otras dos son hermanas que estudian en un seminternado. Hay un varón de 7 años que está en la Escuela Especial, y a todos los llevan y los recogen en esas instituciones educativas sorteando, sin lamentos, las difíciles condiciones del transporte, como lo hace la familia misma.
A los cuidadores, incluidas las educadoras especializadas en esta labor, tienen bajo insomnes pupilas a los pequeñines que han encontrado amor, desvelos y personas que borran el dolor del abandono.
