A través de su cuenta en X, el diplomático aseguró que las opiniones intolerantes y extremistas son tóxicas y se propagan a toda velocidad, envenenando a la sociedad.
En este sentido, llamó a comprender el profundo significado de un llamado de la Organización de Naciones Unidas (ONU) a no promulgar este flagelo, titulado «El discurso de odio se extiende por todo el mundo».
El texto de Naciones Unidas afirmó que la narrativa basada en el rencor promueve la violencia y la intolerancia y su efecto es devastador; aunque, por desgracia, no es nada nuevo.
Alertó que su escala e impacto se ven ahora aumentados por las nuevas tecnologías de la comunicación, e internet resulta una de las formas más habituales de extender una retórica divisoria a escala global, poniendo en peligro la paz en todo el mundo.
De acuerdo con el llamamiento, los efectos del discurso de odio abarcan numerosas áreas como la protección de los derechos humanos, la prevención de crímenes atroces para el mantenimiento de la paz, el logro de la igualdad de género y la ayuda a niños y jóvenes.
La ONU recaló además que trabaja para combatir este fenómeno, puesto que la lucha contra el odio, la discriminación, el racismo y la desigualdad está entre sus principios básicos.
Cuba sufre constantemente el discurso de odio, fundamentalmente por parte de personeros radicados y financiados por Estados Unidos que incitan a la violencia y la desestabilización, e intentan desacreditar los logros del proceso revolucionario.
Los odiadores sueñan con invasiones imperialistas y estallidos sociales.
El incidente más reciente fue el pasado 17 de marzo, cuando autoridades, «influencers» y medios estadounidenses intentaron magnificar y calificar de antigubernamentales las protestas pacíficas en Santiago de Cuba (oriente) por el aumento de los apagones y la escasez de alimentos, a causa fundamentalmente del bloqueo económico de Washington.