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¿Quién no disfruta hacer lo que más le gusta en la vida? Resulta difícil generalizar esa expresión y algunos dirán que es una ironía, ante la necesidad de ganar más sin importar en qué lugar o bajo qué condiciones.
Con el alza de los precios y las diferentes escalas salariales nos vemos inmersos dentro del laberinto del dinero, en el que la frase “me gusta mi trabajo” queda en entredicho ante el hecho de cobrar más en otro empleo (casi siempre privado), que sin ser de nuestro agrado genera mejores ingresos. Es decir, queda muchas veces en el olvido el concepto de hacerlo bien en lo que estudiamos.
El ejercicio cultural en ofertas estatales responde a principios, horarios y al componente amoroso de servir a la nación. Para eso, leyes, códigos y protecciones laborales han sido conquistados por los sindicatos en muchos años. No obstante las complejas condiciones y los escasos recursos en muchos lugares eso se mantiene hoy.
Sin embargo, la permanencia dentro de ese sector no es alentadora y estamos viviendo una etapa en que vale más “cuánto voy a cobrar por trabajar en esto…”, que estar realizando una labor de crecimiento profesional por encima de un salario con el que es difícil, a ratos imposible, cubrir la canasta básica.
Comienza a cuestionarse así la vida y se abre entonces un paréntesis que pone en duda, en especial para los jóvenes, la línea en prosa del título universitario, que muchos engavetan luego de varios años de sudor, sacrificio y lágrimas dentro de una institución docente, dada la creciente necesidad monetaria.
No siempre ocurre así, pues hay personas con más de 30 años de labor, que pese a las dificultades continúan con el mismo amor y dedicación del primer día porque ven luz y pasión en lo que hacen, y viven enamorados cada vez más de su profesión.
¿Cuánto voy a cobrar…? se ha convertido en la pregunta clave para estos tiempos, en tanto salta la preferencia hacia el trabajo privado por encima del estatal. Las nuevas medidas implementadas por el Gobierno para los sectores de salud y educación han comenzado a revertir las caídas de esas plantillas en los últimos años.
Es tan solo un primer paso hacia una nueva estrategia, que no puede convertirse en sinónimo de negligencia, sino que es un plus que respeta el sacrificio de muchas personas, quienes siempre han defendido y valoran el arte de servir y hacerlo bien.
