El año 2024 heredó varios focos de tensión en el mundo. Uno de ellos se ha tornado aún más espinoso luego de conocerse los resultados de unos comicios que han sacado provecho de intereses separatistas en franco desafío al principio del Derecho Internacional de respetar la integridad territorial de los Estados. Se trata de Taiwán, territorio donde operan fuerzas opositoras al Partido Comunista de la República Popular China.
El vencedor de las elecciones taiwanesas del pasado 13 de enero, con el 40,05 % de los votos, fue el candidato del Partido Progresista Democrático Lai Ching-te (William Lai, 64 años), quien, hasta ahora y desde el 2020, se había desempeñado como vicepresidente. Antes, entre el 2017 y el 2019, ocupó el cargo de primer ministro.
Lai Ching-te asumirá en mayo próximo y no será sorpresa que su gobierno de continuidad a la polí- tica de la mandataria actual Tsai Ing-wen, quien estrechó relaciones con Estados Unidos y se declaró contraria al principio de “un país, dos sistemas”, impulsado por Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista chino.
La isla de Taiwán, conocida años atrás como Formosa, es la mayor de un archipiélago históricamente apetecido por los países cercanos. Su capital es la ciudad de Taipéi. Allí se refugió Chiang Kaishek, perdedor de aquella guerra civil que atormentó al país asiático durante décadas y culminó con la victoria del Partido Comunista lidereado por Mao Zedong, quien había fundado la República Popular China el 1.º de octubre de 1949.
Durante varias décadas la representación oficial en la arena internacional estuvo en disputa, hasta que el 25 de octubre de 1971 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, por abrumadora mayoría, la resolución 2758 donde se reconoció la República Popular China como el único y legítimo representante del pueblo chino, incluido el archipiélago de Taiwán.
La resolución mantiene total vigencia y la inmensa mayoría de los 193 Estados que integran la ONU reconocen a Taiwán como parte de la República Popular China.
Taiwán ha pertenecido a China desde la antigüedad, sostiene el libro La Cuestión de Taiwán y la Reunificación de China en la Nueva Era, publicado por la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado y la Oficina de Información del Consejo de Estado chino.
“Para lograr la reunificación pacífica, debemos reconocer que la parte continental y Taiwán tienen sus propios sistemas sociales e ideologías distintas. El principio de ‘un país con dos sistemas’ es la
solución más inclusiva a este problema. Es un enfoque basado en los principios de la democracia, demuestra buena voluntad, busca una resolución pacífica de la cuestión de Taiwán y ofrece beneficios mutuos. Las diferencias en el sistema social no son un obstáculo para la reunificación ni una justificación para el secesionismo”, refiere el texto.
No obstante, Washington trata de sacar ventaja del diferendo. Si bien reconoce la reivindicación de China sobre Taiwán, lo cual fue reiterado durante el encuentro entre los presidentes Xi Jinping y Joe Biden (noviembre del 2023, en San Francisco), el proceder de la Casa Blanca potencia la autonomía de la isla.
Tras los recientes comicios y el alboroto separatista en torno a los resultados, el embajador del gigante asiático en Cuba, Ma Hui, ofreció una conferencia de prensa en La Habana donde denunció “la siniestra intención de Estados Unidos de incentivar la independencia progresiva de Taiwán”.
China se opone firmemente a los intentos de la Casa Blanca de utilizar la cuestión de Taiwán para interferir en los asuntos internos del país, aseveró el diplomático chino, quien además denunció la venta de armas a la isla, el incremento de contactos oficiales con las autoridades taiwanesas, así como la manipulación noticiosa que se hace del tema en los medios de comunicación estadounidenses.
Tras varias semanas de tensiones crecientes, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, y Wang Yi, director de la Oficina de la Comisión Central de Asuntos Exteriores del Comité Central del Partido Comunista de China, se vieron las caras el pasado miércoles. La noticia del encuentro fue el anuncio de que “relativamente pronto” los líderes de ambas naciones (Joe Biden y Xi Jinping) conversarán telefónicamente, lo cual se inserta en los esfuerzos de ambos países para mantener una relación constructiva.
No hay novedad en el reconocimiento de que Taiwán es parte de China, por historia y jurisprudencia. Potenciar las diferencias entre esos dos territorios solo ofrece ventaja a quien pretende debilitar al gigante asiático y su economía, sin duda la más pujante del siglo XXI