Diciembre es el mes del Che en Las Villas, aun cuando había llegado en octubre al macizo montañoso Guamuhaya y en sus textos dejó escrito: “…una sola visión en lontananza animó los rostros e infundió nuevo espíritu a la guerrilla. Esa visión fue una mancha azul hacia el Occidente, la mancha azul del macizo montañoso de Las Villas (…).
Dos días después estábamos en el corazón de la cordillera Trinidad-Sancti Spíritus, a salvo, listos para iniciar la otra etapa de la guerra”.
Su llegada a este territorio marcó un viraje radical en la lucha en la región.
En Güinía de Miranda, en lo más intrincado del Escambray, José González un campesino de la zona siempre se emocionaba al recordar el arribo del legendario guerrillero a la finca “Las Piñas”, propiedad de su familia.
“Cuando llegó a la casa preguntó por Emeterio González, mi padre se presentó. Pidió que le diéramos algunos datos como la distancia que había entre la finca y el cuartel, el tipo de construcción de este, la cantidad de soldados. Así comenzó a preparar el ataque al cuartel de Güinía”, precisaba sobre la primera victoria del Ejército Rebelde y las topas que operaban en aquel momento en el Escambray.
Sobre esta acción el Che expresó: “este no fue un combate rentable, pero levantó la moral de los combatientes”. A partir de aquí se consolidó su autoridad, creó la escuela de reclutas, organizó la tropa, estableció la comandancia en Caballete de Casas hasta pactar en el Pedrero.
El Pacto del Pedrero era una necesidad urgente. Orlando Hernández, combatiente del Directorio Revolucionario “13 de Marzo”, recordaba: “fue una suerte que el Che llegara al Escambray, sino, no sé, que hubiera pasado”. El Comandante Víctor Bordón aseguraba que unirse al Che fue la más sensata decisión de su vida.
“Cuando llegué a la finca “Las Piñas” vi ante mí a un tipo de hombre que no conocía: profundo, comandaba una columna, lo mandaba Fidel. Tomó medidas, me degradó, pero no hubo discusión y le dije: me quedo con usted”.
El Che cumplían las indicaciones dadas por Fidel meses antes: llevar la guerra al centro del país, lograr la unidad en el centro de la Isla, interrumpir las comunicaciones e impedir las elecciones.
Diciembre de glorias
Diciembre de 1958 traería gloriosos momentos para la tropa del Frente Las Villas. El 16 de diciembre un grupo de hombres comandados por el Che y ayudados por el pueblo de Falcón lograron derribar el puente de la Carretera Central que se encuentra sobre el río Sagua ala Chica, quedando incomunicado el poblado con Santa Clara, lo que posibilitó la posterior liberación de Placetas.
Los vecinos más longevos del poblado, recuerdan que los pobladores se reunieron para apoyar el derribo del puente de hierro, mole que se derribó con antorchas. Posterior a la destrucción del puente el Che habló al pueblo exhortándolo a continuar la lucha por el derrocamiento de la tiranía.
Después de Falcón el Ejército Rebelde no da tregua al enemigo ataca Fomento, Cabaiguán, Guayos, se está listo para llegar a Placetas.
Placetas fue una plaza fuerte, los soldados se concentraron en la Colonia Española, en la azotea del teatro, la posición más importante fueron los elevados. Cuando estaban rendidas varias posiciones el Che trasladó su comandancia para la habitación 22 del hotel Las Tullerías. A las 2 de la tarde del día 23 de diciembre se libera Placetas.
En poder rebelde estaban también las localidades de Báez, Manicaragua, se operaba en Esperanza, Ranchuelo, Santo Domingo, Camajuaní se rindió.
En Remedios el tableteo de ametralladoras se confundió con los fuegos artificiales tradicionales de la parranda de remediana, una de las tres fiestas populares de Cuba, suspendida ese año.
El Che organizó la tropa en la conocida Puerta de Hierro, lugar cercano a la entrada del pueblo donde residía la familia Fuentes. José Fuentes conservó como un tesoro la piedra donde se sentó el Che aquel día en que llegó a su finca. Rosendo Hernández, combatiente remediano, guardó como lo más cuidado de su archivo personal, una nota de Guevara para el capitán Emérido Mariño donde daba la orden de ataque a Remedios.
“El documento dice: Emérido, vete al cuartel con precaución, estos milicianos te guiarán. M- 26 -7. Che. Aquel triunfo tenía el mismo sonido ensordecedor olor a pólvora de la parranda pero esta vez como estandarte los barrios desplegaron desde la torre de la Iglesia Mayor una inmensa bandera del 26 de Julio que ondeó como símbolo de victoria.
Hacía la ciudad de Caibarién se dirigieron también las acciones del Ejército Rebelde. A Víctor Castro, en aquel entonces un niño, se le reportaba de grave el día que fue tomada la Villa Blanca – 26 de diciembre de 1958- .
Sus padres fueron a ver al médico quien estaba atendiendo al Che que tenía el brazo partido. El médico expresó que atendería al niño cuando terminara con el Comandante. El Che no lo permitió y respondió: “Nada de eso vea primero al niño que yo espero”. Este relato de humildad y humanismo ha trascendido en esta ciudad como talismán y ejemplo.
Mientras esto sucedía el Comandante Camilo Cienfuegos actuaba en la zona Norte, al mando de la columna 2 “Antonio Maceo”. Tomaba posiciones y cercaba Yaguajay. Ambas columnas actuaron también en Zulueta.
Al Che sólo le quedaba Santa Clara. Su batalla
Santa Clara y el Che siempre han tenido una confidencia entrañable desde aquel día en que llegó por un camino vecinal hasta la universidad. Es la ciudad de sus industrias, y por sobre todo, la ciudad de su batalla, de su retorno.
Los vecinos del reparto universitario recuerdan el trasiego de barbudos en la madrugada cuando se instalaba la comandancia en ese centro docente. Duelen los primeros caídos en la carretera de Camajuaní al enfrentarse a una tanqueta de la dictadura; otros aseguran sentir la presencia de Guevara en la comandancia que instaló en el edificio de Obras Públicas en medio de la batalla, actualmente sede del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba.
En la Loma del Capiro, parte más alta de la ciudad, se situaron más de cuatrocientos soldados batistianos para impedir el avance del Ejército Rebelde.
No obstante, los barbudos entraron, combatieron y los obligaron a abandonar la elevación.
Los soldados batistianos se refugiaron en el Tren Blindado que estaba apertrechado con los más sofisticados medios bélicos de la época, el cual fue descarrilado por el Che. Seguido llegó la lluvia de cócteles molotov, arma ideada para atacar al tren, el apoyo de la población fue incondicional.
La tropa batistiana refugiada allí se rinde, el Che caminó sin miedo , ya legendario hacia el tren, el pueblo no quería que fuera, creía que era una encerrona, pero él entró, lo acompañaban representantes de la Cruz Roja.
Fueron cuatro días de combate. Se bombardeaba la ciudad. Se luchó también en el Cuartel de Los Caballitos, en la Audiencia, el Gobierno Provincial, la cárcel, en el Cuartel 31 de la Guardia Rural, la Estación de Policías, el Regimiento Leoncio Vidal se rindió y en el Gran Hotel, actual Santa Clara Libre, quedan las huellas de la batalla.
El Vaquerito
El Vaquerito estaba eufórico en medio de la batalla. Luego de tomar el Tren Blindado se dirige a la Estación de Policías donde un franco tirador lo hiere mortalmente. Al saberlo el Comandante Ernesto Guevara conmovido afirmó: “Me han matado cien hombres”.
El capitán Roberto Rodríguez “El Vaquerito” fue el combatiente que se apagaba injustamente minutos antes del triunfo, quien siempre estuvo en el momento más difícil y en la circunstancia más complicada, uno de los que un día pudo haber luchado en Bolivia.
La segunda entrada a Santa Clara
El Che tuvo una segunda entrada a la ciudad. La primera en ese diciembre de 1958 para combatir y ganar. La segunda cuando llegó a su definitiva comandancia: el Memorial, su última morada. Esa vez para seguir combatiendo y ganando eternamente.
Allí el Guerrillero Heroico no reposa, es inspiración y empuje. Fidel lo dijo aquel día en las honras fúnebres: “No venimos a despedir al Che y sus heroicos compañeros. Venimos a recibirlos”.
Si alguien conoció bien al Che fue Fidel y nos dejó claro que era inspiración para nuestras metas. El Che sigue siendo necesario.