Por Gabriela Milián Calzadilla
Quiso la propia condición humana convertir la música en lenguaje. Reconozco, sin dudarlo, es el más especial de todos. No constituye requisito indispensable dominar la gramática del sonido para escuchar, para sentir, para dejarse llevar… Sin embargo, una creencia se extiende por el mar de lo cotidiano. Una creencia que en ocasiones pondera la pertenencia de la llamada “música clásica” a las generaciones pasadas. Si bien se alaba el virtuosismo descubierto en la escena independiente a la edad del ejecutante, siempre regresa el dilema de que la maestría adquirida cuando se es dueño del entendimiento pleno, corresponde, en su mayoría, a las mentes experimentadas.
¿Acaso la propia naturaleza del arte que nos ocupa no es cualidad suficiente para dinamizar tal percepción? Es cierto que la madurez otorga afiladas y sutiles virtudes, mas la juventud abre su camino impetuosa, frenética, enardecida. Cuando de encontrar respuestas se trata, siempre podemos revisitar ese capítulo vital dedicado al equilibrio, donde se apunta la conveniencia de tener ambas caras antes de lanzar la moneda
Nuestra balanza queda inmóvil en este siglo y nos lleva al sitio compartido en el corazón mismo de una ciudad aferrada a sus glorias. Justo aquí, en la Villa de San Cristóbal, el festival internacional Habana Clásica promueve el diálogo entre generaciones. El sueño de Marcos Madrigal, pianista cubano deudor de los conocimientos legados por su escuela primigenia, se ha materializado, y con él, se abrazan por quinta vez en proscenio maestros y discípulos.
Madrigal conoce bien la importancia de construir la identidad artística sobre cimientos técnico-interpretativos sólidos, sobrada razón que lo motiva a transitar disímiles derroteros con el ánimo de procurar oportunidades a talentos emergentes. La sinergia con el Fondo de Arte Joven (FAJ), en este sentido, marca el inicio de una etapa promisoria dedicada a los creadores más jóvenes. Próximo a cumplir su primer aniversario, FAJ se constituye como una plataforma colaborativa que nuclea esfuerzos y voluntades en aras de ofrecer soporte financiero a músicos, artistas visuales y emprendimientos culturales. A pesar de su corta edad, se alza como referente en la gestión de proyectos cuya puesta en marcha impacte el capital simbólico de nuestra sociedad.
Los objetivos de Habana Clásica y FAJ se alinean en intención y propósito. De manera conjunta fomentan, desde el terreno de la inclusión, acciones cuyos principales beneficiarios se colocan en ese segmento necesitado de una red de apoyo a partir de la cual lanzar y desarrollar sus carreras. Este año el festival convocó, con mayor fuerza y alcance a un grupo de jóvenes entre los que se incluyen Daniel Toledo Guillén (compositor en residencia), así como los intérpretes italianos Edouardo Grieco (violín), Francesco Massimino (violonchelo) y Lorenzo Nguyen (piano), el dúo polaco Karolina Mikolajczyk (violín) e Iwo Jedynecky (fisarmónica) y la pianista Noemi Zoon (Suiza-Francia). De Cuba participa Rodrigo García (piano), Olivia Rodríguez (contrabajo), Alejandro Aguiar (percusión), José Ernesto Rodríguez (clarinete), el Conjunto de Flautas Op.5 integrado por Samdor Ramírez, Leandro Larrea, Melisa Fiallo, Felipe Romero y Gabriel García, y Amaya Justiz (violonchelo), quien es ganadora de una de las becas otorgadas por FAJ.
En tiempos de crisis e incertidumbres, la unión de Habana Clásica y el FAJ inaugura vías alternativas como respuesta ante la necesidad de motivar la producción artística de los más jóvenes. La caprichosa Ariadna ha signado el destino con su madeja de hilos, ella lo ha dispuesto así, pues donde reside el alma no existe mayor edad que prevalezca, solo tiene valor la que con devoción a la música se entrega.