Cargando...Aunque el IV Congreso de la Asociación Hermanos Saíz se celebró a comienzos de noviembre, el verdadero debate ocurre después; lo bueno de verdad es en estos días posteriores en donde las ganas por hacer aún mueven las neuronas de todos los que allí estuvimos y no nos deja calmarnos.
Y es que eso ocurre cuando la premura de un cronograma a cumplir impide decir y hacer todo lo que se quería a gente que siempre andamos inventando, creando y haciendo arte. Pero se hizo. Y eso importa.
El IV Congreso no demoró tanto su realización como el primero, pero mantuvo las esencias de aquellos años iniciales con jóvenes igualmente soñadores, creativos, criticones e irreverentes.
El arte cubano, en una breve representación, paró el tránsito en La Habana por dos días, para demostrar que nos reuníamos para algo más que vernos o tomarnos el trago de la felicidad. Nos reuníamos para pensar, dialogar y fortalecernos; y para confirmar nuestra valía.
A esta organización eternamente joven, el debate y la trifulca le es esencial para experimentar y marcar el camino de la creación. De ahí han salidos ministros, dirigentes de diferentes instituciones, escritores excepcionales, periodistas agudos, músicos, realizadores, artistas únicos; gente noble que ha consolidado el arte en Cuba.
Por eso el primer día hablamos de estatutos, para lograr la necesaria inclusión de esos amigos que por X o Y se fueron a otros lares, pero siguen creando por y para Cuba. Ahora seremos más.
Luego nos dividimos por comisiones para hablar todo o casi todo lo que nos preocupa en las secciones. Dejamos claro que el pensamiento AHS marcará siempre el compromiso con el arte joven, con los creadores y la cultura cubana. Entonces, por ende, abogamos por el talento colectivo, por esa unidad lógica para contar lo que hacemos; por ese apoyo de otros para seguir haciendo y de esos dineros necesarios para sembrar ideologías.
Y por la tarde llegó el anhelado debate con la máxima dirección del país. Allí estaban muchos dirigentes y artistas y estaba el presidente, Miguel Díaz Canel, quien nos agradeció “porque lo importante es construir consensos de manera colectiva y afrontar esa intención colonizadora del imperio, que pretende mantener la hegemonía en el mundo cambiándole la mente a las personas a partir de la fractura de las identidades de los pueblos”.
De eso estábamos claro, por ello la colonización cultural fue debatida y como dijo Eduardo Pinto, de Santiago de Cuba, aunque se ha creado un programa para luchar contra esa colonización, “para donde va dirigido llega tarde, porque ese trabajo debe empezar desde la infancia”.
También se dialogó de la función de la organización ante la ineficiencia del sistema de gestión para la cultura, de las soluciones otras para seguir haciendo, la aplicación de la ciencia para conocer a los jóvenes y el público y el apoyo institucional.
Había más compromisos y el tiempo fue corto, quedaron manos alzadas e ideas escritas con prisas en trozos de papel. Pero no importa, si los que allí estuvimos vindicamos un poco lo que heredamos serán muchos más de lo que hablamos los proyectos que surgirán, contaremos con más jóvenes, con más apoyo y seremos una sola vanguardia artística en toda la isla.
