Intervención de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, Primer Secretario Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Presidente de la República, en el Foro Social del Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra, el 2 de noviembre de 2023, “Año 65 de la Revolución”. (Versiones Taquigráficas – Presidencia de la República)
Señor Presidente:
Agradezco la oportunidad de intervenir en este Foro Social del Consejo de Derechos Humanos, un ejemplo de plataforma en la que cada año diversos actores pueden abordar, en pie de igualdad, los temas relacionados con los derechos humanos.
Saludamos, igualmente, la designación de la República Islámica de Irán como Presidente de esta sesión del Foro, y deseamos a sus representantes éxitos en su conducción y una activa participación de la mayor diversidad de actores posibles.
Alzamos nuestra voz también por los millones de palestinos que durante 75 años de ocupación ilegal de sus territorios han sido víctimas de las más graves violaciones de sus derechos humanos. La actual escalada del Estado de Israel ha agudizado aún más una catástrofe humanitaria de proporciones extremas ¡que debe cesar de inmediato!
Urge un cese al fuego que se traduzca en el respeto inequívoco al derecho a la vida y en el fin de los asesinatos de civiles y personas inocentes.
Señor presidente:
Como protagonistas o testigos, asistimos a un desarrollo sin precedentes en el campo de la tecnología y la innovación que ha modificado el curso mismo de la vida en el planeta, ha aumentado considerablemente la productividad y eficiencia económicas, y ha puesto al ser humano en condiciones de alcanzar lo que apenas unas décadas atrás sonaba a relato de ciencia ficción.
Resulta paradójico, sin embargo, que en medio de este crecimiento científico-técnico se agudicen exponencialmente las brechas de desarrollo entre países del centro y la periferia del sistema internacional, y la humanidad esté cada vez más cerca del abismo de la desaparición por la acción indiscriminada del hombre sobre sus propias condiciones naturales de vida.
¿Cómo se concibe que, en 2023, en un mundo en que supuestamente la tecnología está al servicio del desarrollo humano, solo el 36 % de las personas provenientes de países de bajos ingresos haya recibido una sola dosis de vacunación contra la COVID-191? ¿Cómo se explica que, según datos de 2022, unos 735 millones de personas, el 9 % de la población mundial, sufren hambre crónica y más de 2 400 millones de personas padecen inseguridad alimentaria de moderada a severa, cuando el mundo dispone de la capacidad de producir suficiente alimento para todos sus habitantes?
No caben dudas de que los paradigmas de desarrollo imperantes en el mundo actual provocan pobreza y exclusión de las mayorías. Sencillamente, los irracionales patrones de producción y consumo del capitalismo, bajo los designios y leyes ciegas del mercado, desdeñan lo más valioso: la vida y la dignidad humanas.
Señor Presidente:
Desde 1959, Cuba ha hecho grandes esfuerzos por desarrollar un sistema científico-tecnológico propio y por aplicar sus resultados en función del bienestar de su pueblo y del desarrollo sostenible.
Cuba cuenta con un Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, alineado con la Agenda 2030 y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, que le otorga un papel protagónico a la innovación y a la investigación científica, con impactos concretos en esferas como la salud, educación, biotecnología, agricultura, energía, medio ambiente y cultura.
Disponemos de un sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación que ha devenido en importante fortaleza para la preservación de nuestra soberanía.
La costosa y compleja inversión en procesos de investigación y desarrollo científico de por sí retadores para los países del Sur, se acentúa en el caso de Cuba por la aplicación recrudecida en extremo del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos.
Por solo citar un ejemplo, durante la pandemia de COVID-19 el Gobierno de los Estados Unidos impidió el suministro de ventiladores pulmonares, obstaculizó la adquisición de oxígeno medicinal en terceros países y no autorizó la compra de insumos para el desarrollo de los candidatos vacunales cubanos.
Pese a este cerco y gracias a que contamos con sólidos sistemas de ciencia y salud, fortalecidos con el talento de nuestros científicos, Cuba desarrolló tres vacunas contra la COVID-19, las que nos permitieron inmunizar más del 90 % de la población cubana y, simultáneamente, apoyar a otros países en el combate contra la pandemia.
Fuimos el primer país del mundo en vacunar a su población pediátrica, a partir de los dos años, con vacunas propias de demostrada efectividad.
La industria biotecnológica cubana logró que el 85 % de los productos empleados en los protocolos de tratamiento del coronavirus fueran elaborados en el país, mientras que investigadores cubanos desarrollaron un modelo propio de respirador pulmonar.
Señor Presidente:
Para garantizar que la ciencia, la tecnología y la innovación contribuyan a la realización de los derechos humanos de todos sin exclusión, es imperativo eliminar las brechas que la inequidad genera en el acceso a estas tecnologías, y crear las capacidades para que el desarrollo científico-tecnológico esté en línea con los compromisos en materia de desarrollo sostenible.
Pongamos verdaderamente el desarrollo científico-técnico en función del derecho a un medio ambiente sano, limpio y sostenible. Resulta impostergable la trasferencia de tecnologías, la creación de capacidades y la provisión de recursos financieros nuevos y adicionales por parte de los países desarrollados, sin condicionamientos.
Transformemos la excluyente y obsoleta arquitectura financiera internacional vigente. Refundemos el sistema de relaciones económicas a nivel global, para que el progreso científico-técnico sea parte integral del derecho inalienable de los pueblos al desarrollo y no engrose aún más la ya impagable deuda externa.
Hagamos de la ciencia, la tecnología y la innovación herramientas fundamentales para garantizar el ejercicio pleno de los derechos humanos, tanto civiles y políticos como económicos, sociales y culturales.
Cuba puede –y tiene la voluntad para hacerlo– compartir las experiencias acumuladas en seis décadas de accionar política en función del desarrollo humano, pese al genocida bloqueo que acumula el mismo tiempo de acciones coercitivas constantemente reforzadas contra el pueblo cubano.
La Revolución de Fidel Castro, de Raúl Castro y de la histórica generación de ambos, a la que dan continuidad las generaciones actuales, ha sobrevivido a esa prolongada guerra económica con el esfuerzo y el talento de un pueblo empoderado por años de inversión en la educación, la ciencia y la innovación, con acceso universal y gratuito para todos sus ciudadanos, sin exclusiones.
¡Nunca dejaremos de luchar por un mundo mejor posible!
Muchas gracias.