Cargando...No existe una fórmula que lleve directamente a descubrir el arte de ganar. Hay muchas maneras de hacerlo, incluso los más optimistas afirman que perdiendo se gana.
Hoy fuimos testigos de innumerables resultados en Budapest y algunos llegaron mediante procedimientos poco conocidos, movidos por la fe, el temple, la risa, el llanto… He aquí el único patrón que se repite en todos los triunfos: las emociones. Ganar es un arte y todo buen arte viene cargado de subjetividad, de sentimientos removidos por esas emociones.
La sensación puede cambiar de un momento a otro; eso le bastó a la japonesa Haruka Kitaguchi para mandar la jabalina hasta los 66,73m y bajar a la colombiana Flor Denis Ruiz Hurtado, que festejó su segundo lugar como si fuera lo máximo y para ella lo es, porque representa su esfuerzo, porque es muy cruel aquello que del segundo no se acuerda nadie.
Son victorias diferentes, como las de Shericka Jackson y Noah Lyles. Una porque marcó territorio sin tanto alarde, con record para los campeonatos del mundo; el otro porque se sabe inalcanzable, el escenario lo hace hablar de más y el éxtasis es tan grande que se atreve a citarse con la historia de los 200 metros. No obstante, aunque arrastra el error, gana.
Si todo esto no fuera suficiente, pregúntese entonces qué probabilidades había de que hasta su último salto Yulimar Rojas estuviera perdida, que con solo una oportunidad, tras una competencia desastrosa, fuera capaz de reponerse y llorar como una niña con su cuarto título mundial… No hay fórmula en condiciones de predecirlo, hay muchas maneras de ganar y hoy Yulimar probó un nuevo sabor… dulce al final.
