Al que madruga el clima lo ayuda. Tradicional práctica de labradores cubanos, quienes tienen también como costumbre ajena a su voluntad la de sacar boniato con la punta del pie no precisamente con destino a la alimentación.
Tropiezos de ese tipo pretende poner en orden una ley aprobada en la primavera del 2022, en vigor desde el inicio del período seco del propio año y evaluados sus primeros resultados en junio del 2023, durante las visitas a las provincias de Ciego de Ávila y Camagüey de miembros de las Comisiones Permanentes de la Asamblea Nacional del Poder Popular, la cual un mes después inició su primer período ordinario de sesiones de la X Legislatura, justamente evaluando la implementación de la Ley de Soberanía y Seguridad Alimentaria y Nutricional (SSAN).
Hacia el terreno, junto con los visitantes, nos fuimos a tantear uno de los preceptos de la nueva legislación que tiene entre los desafíos fortalecer la autonomía local. El “experimento” tuvo entre los seleccionados al municipio avileño de Ciro Redondo, donde hubo consenso en no gestionar detrás de un buró, sino tomar como escenario esencial la finca de los campesinos para la contratación de las producciones agropecuarias.
Más de lo mismo encontramos en nuestro periplo, excepto la inflación que crece también en surcos y potreros: la urea a 10 mil pesos el saco, el tanque de petróleo a 30 mil, el pago por concepto de prestación de servicios de una cosechadora de arroz 192 mil…, casi todo proveniente del mercado informal, porque los insumos que les asigna el Estado no sustentan hoy ni las siembras, afirma un guajiro de más de 30 años de experiencia de sol a sol.
Sus hijos heredan las carencias de coladores, cubos y cantinas para depositar la leche de vaca, sogas para amarrar los terneros, botas de goma y otros recursos ofertados en divisas que pudieran haber adquirido si les hubiesen saldado la deuda de la parte equivalente en ese tipo de moneda por concepto de venta de ganado que ellos hicieron en diciembre pasado.
Así, como emboniatada entre los bejucos, está la gestión de la comida de la población, porque no implementa Acopio la autogestión administrativa en los agromercados y sigue mediando con las calidades, los precios jubilosos hoy se nombran concertados, no impactan las medidas para dinamizar la agricultura y el programa de autoabastecimiento municipal descuadra la caja en relación con la variedad de surtidos, cuando las producciones físicas decrecen en Ciego de Ávila y la ley de SSAN quiere cambiar tal desazón por un sistema alimentario local soberano y sostenible.
Acerca del autor
Licenciado en Comunicación Social. Economista y periodista. Escribe sobre asuntos económicos, agropecuarios, de la construcción y la cultura. Multipremiado en concursos de periodismo, festivales de la radio y otros eventos. Atesora las distinciones Félix Elmuza y Raúl Gomez García, los sellos Laureado y 50 aniversario del periódico Trabajadores, y la Moneda Conmemorativa 60 aniversario de la UPEC.
Parece que el enigma bíblico sobre como alimentar multitudes sin hacer milagrosas multiplicaciones de panes y peces, en este caso hacerlo con leyes que preceden la realidad de lo que es habitual costumbre; de bloqueos de toda índole, principal padecimiento de nuestra soberanía.
En la contienda los desafíos sobre cómo fortalecer la autonomía local son tan auténticos como las propias costumbres que arrastran cierta espontaneidad de vivir al margen de lo que no tenemos y aprender a crear y a distribuir lo alcanzado de lo que nos venía faltando.
El “experimento” consensuado en no gestionar detrás de un buró las producciones agrícolas y pecuarias;
cuando la inflación: la urea a 10 mil pesos el saco, el tanque de petróleo a 30 mil, el servicio de una cosechadora de arroz 192 mil…, y además aceptemos que casi todo eso, incluyendo una decisión provienen del mercado informal, derivados de asignaciones del propio Estado es vergonzoso, parece que el entramado es parte del enigma gestor.
Gracias.