Con la desaparición física, este 7 de julio, el Héroe del Trabajo de la República de Cuba Pedro Cruz Pérez solo pasa a otra dimensión, desde la que su ejemplo de revolucionario y luchador incansable, de obrero sin tachas seguirá iluminando el camino de las buenas prácticas con el fulgor de la estrella acreditativa de ese título honorífico que llegó a su pecho en el año 2008 como premio a la consagración.
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Sus restos (in)mortales y sus familiares, en ese momento luctuoso, estuvieron acompañados por dirigentes de la CTC y el Sindicato de la Industria Alimentaria y la Pesca, al que estuvo afiliado; por compañeros que compartieron las duras faenas en el combinado cárnico de la ciudad de Las Tunas, en la que por muchos años ejerció el duro oficio de deshuesador y por vecinos.
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Todos extrañarán su amabilidad y su disposición de servir al prójimo, pero lo recordarán siempre por su excelente proyección como hombre de bien y muy apasionado, presto a dar el paso al frente ante cualquier reclamo. Y esos valores, esa actitud no la puede borrar ese hecho natural que nos arrebata sólo la compañía física, pero no las huellas en el recuerdo.
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Porque “la muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”, como enseñó nuestro Héroe Nacional José Martí, Pedro, el Héroe, solo ha pasado a esa otra dimensión y será por siempre guía para las nuevas generaciones que tienen en su actuación cotidiana un paradigma para la acción, un compromiso con la Revolución, a la que Pedro defendió sin otra aspiración que contribuir a la continuidad de esa obra humana a la que entregó todos sus esfuerzos y toda su sabiduría.
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Como expresión del sentimiento que embarga a todos los que lo conocieron y con diversas manifestaciones de tributo le dijeron: ¡Hasta siempre Héroe, hasta siempre Pedro!