¿Cómo anda vecino?, me dice con la misma naturalidad que le acompaña en Cuba Delmis Rodríguez.
Ella, por si no la conocen, es la esposa de Jorge Luis Barcelán, presidente de la Federación Cubana de Pesas, y está acá como arbitro internacional categoría uno de ese propio deporte.
“Imagínate, abunda con una de esas sonrisas que contienen iguales dosis de felicidad y compromiso, siempre es un orgullo representar a nuestro país en un evento en el extranjero, también es mucha responsabilidad, pues uno es la cara del arbitraje cubano”.
“He participado en varios campeonatos internacionales, incluidos los pasados Juegos de Barranquilla 2018 y esto implica algo de presión, sin embargo, uno se concentra en el trabajo y todo sale bien.
“Dame un chance, indica con una gestualidad muy cubana”. Dialoga brevemente con una colega y prosigue, “mira, en lo personal siento mayor seguridad. En la cita de Colombia realicé mi labor con seriedad. Acá me siento más madura y positiva”.
Oye, ¿has podido saber de tus padres, y de tu esposa que se cruzó conmigo hace unos días en el agro?, me apunta, pasando de palo pa rumba’ como hacemos los cubanos.
Si, bien todos, por suerte, le respondo, locos porque regrese, sobre todo mi mujer, para que retome mis tareas domésticas, le digo con risita incluida.
“Mijo eso te toca”, señala con una ligera pero sincera carcajada.
Un colega le llama otra vez. Ella le responde y continúa.
“Hemos hecho una gran amistad. Los jueces somos como una familia. Conocemos de nuestra responsabilidad, desde el reglamento hasta los problemas familiares”.
Delmis reflexiona sobre el nivel del arbitraje femenino de las pesas en Cuba. “Va creciendo. Solo en tres provincias no hay, fíjate que varias se han ganado el derecho de participar en competencias en el extranjero de oficiales técnicas (jueces)”.
Como buenos cubanos volvemos a temas familiares. Al día a día en nuestra tierra.
“Dejé todo bien planificado en la casa, hasta la comida. Ya veremos lo que me encuentro cuando llegue, delinea asintiendo lentamente y con una mueca, que varias veces he visto en el rostro de tantas cubanas.
“Bueno te dejo, sigo en lo mío. Cuídate y que te salga bien el trabajo. Si puedes me llevas el periódico, y tira bien la foto”, sino prepárate, me dispara riéndose, y conociendo que no es mi fuerte.
Así culmina nuestro diálogo, natural y espontáneo como buenos cubanos.