La última foto nos abrazó en la escena de sus últimos diez años de labor: el Comité Provincial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en Cienfuegos, a donde religiosamente, los primeros jueves de cada mes, asistía como participante a la reunión del secretariado de esta organización, en su rol de corresponsal de nuestro periódico. Pero ese día, por azares del destino, no era jueves, sino miércoles, y llovía en la mañana.
Allí, oficialmente, él mismo se encargó de los honores y me presentó como su relevo, un protocolo al que mostré resistencia en silencio. Lo hizo con la confianza y el orgullo que solo un padre puede sentir.
Muchas veces, en las reiteradas ocasiones que visité su casa durante estos meses de mayo y junio, con motivo de asumir, y especialmente entender, las faenas de la corresponsalía, Barreras me dijo: “Recuerda que tú puedes ser mi hijo”. Y esas no eran meras palabras…
Desde hacía varios años, él se empeñó en que fuera su sustituto y solía recordármelo en los espacios donde nos encontrábamos, ante lo cual asentía, con los temores propios de relevar a un hombre historia dentro la prensa cubana.
Nada menos que 20 años de su ejercicio reporteril transcurrieron entre dos de los medios de comunicación más importantes del país: el diario Granma, y el periódico Trabajadores; este último, razón de sus desvelos profesionales en los años recientes, al punto de que, aun cuando decidiera jubilarse, nunca pudo desprenderse del todo. Allí están sus textos, referidos a los obreros de la construcción, del sector hidráulico…, a los más diversos temas.
Barreras era, como ahora dicen los jóvenes, un crack, una máquina, un tipo todo terreno. En su regreso al periódico local de Cienfuegos, 5 de Septiembre, nos lo hizo saber. Junto a las informaciones sobre la realidad sureña, gustaba de escribir comentarios de forma asidua. Dos y tres en la semana, con una profundidad y certeza en sus criterios ineludibles.
Merecedor del Premio Antonio Hurtado del Valle por la Obra de la Vida, otorgado por la Unión de Periodistas de Cuba (Upec) en Cienfuegos, así como de otros tantísimos lauros, a Ramón Barreras Ferrán llegué a descubrirlo un poco tarde. Sin embargo, bastó para sentirlo cercano, entrañable, y coincidir en una última foto.
Barrera, el compañero, el amigo, el hombre, el profesor, el revolucionario, persona organizada, guía y ejemplo a seguir para los profesionales de esta rama, siempre al lado del deber, mostrando su compromiso con Cuba y con la Revolución, realizando siempre un periodismo parecido a su tiempo, Hasta siempre Ramón Barreras Ferrán, el Villaclareño devenido Cienfueguero
Qué triste la partida del Barre, siempre será recordado con cariño, con su espíritu de trabajo, con su manera especial de ser gentil y caballeroso, con sus picardias, su responsabilidad, sentido del deber, que Dios lo acoja en su seno, en paz descanse, Barre
Casi hablaste más de ti que de Barre. Te quedaste muy, muy corto; pero ya aprenderás si sigues sus enseñanzas.
¿Y hablando de sí mismo no aludió siempre a su maestro? ¿acaso hay alguna prohibición a un autor de expresar sentimientos propios?