En los años que lleva Ángel Despaigne Álvarez trabajando en la UEB Metalúrgica Camagüey Gonzalo Esteban Lugo, más conocida como fábrica de alambres con púas, de Nuevitas, nunca había visto producciones tan bajas como las de los últimos meses.
El pasado año, por ejemplo, en la entidad solo llegaron a cumplir un poco más del 40% de lo pactado y buena parte de sus trabajadores, como Ángel, tuvieron que ir hacia otras labores fuera de la entidad o quedaron interruptos.
«Estas limitaciones económicas por las que estamos pasando, dice el jefe de la planta de electrodos, nos entristece. Uno todavía recuerda los años en los que se producían mil 500 toneladas o hacíamos la cifra récord de 90 diarias. Ahora no llegamos ni a la mitad, pero aquí estamos, guapeando».
La herencia del Che
La fábrica de alambre con púas fue fundada por Ernesto Guevara hace 60 años, el 10 de febrero de 1963, como parte del proyecto para crear ciudades industriales. Única de su tipo en Cuba, la factoría se ha dedicado desde siempre, como detalla su director, Ruslam Rodríguez Coronado, a la conformación de derivados del acero a partir del alambrón de acero, tales como alambre trefilado liso, alambre galvanizado liso, alambre con púas, grapas para cerca y electrodos.
La dificultad para adquirir la materia prima esencial, como recuerdan algunos, no es cosa de hoy. El alambrón, que se importa en su totalidad «se ha perdido» en otras ocasiones, por eso ellos no se han sentado a esperar que les caiga del cielo y buscan soluciones.
«Superar los obstáculos es una necesidad y algo que aprendimos de los más viejos. Ahora estamos empleando los desechos para hacer producciones alternativas, como son aros y alambres para la construcción y jaulas para pollos», detalló Rodríguez Coronado.
De igual manera conformaron un proyecto para trabajar con la recortería y hacer artículos de ferretería para el comercio. «Nos hemos tenido que diversificar, añade el directivo. Desde hace dos o tres años nuestra propuesta ha sido incrementar esas opciones que no solo ayudan a la fábrica, sino a los 277 trabajadores, quienes necesitan trabajo y salario».
Y como todo lo que puedan hacer les será útil, ya hasta una finca para el autoconsumo han organizado. «En un primer momento era para abastecer al comedor, pero nos hemos ampliado y vendemos viandas, vegetales y hortalizas a los trabajadores y a la comunidad», puntualiza el director.
Experiencia y juventud
La mayoría de los trabajadores de la entidad llevan años y ya son especialistas en sus faenas. Los oficios no se enseñan en una escuela, sino ahí, en la práctica.
«Como mínimo, explica Rodríguez Coronado, se requieren seis meses para formar a un obrero nuestro; por eso no queremos perderlos.
«Ante estas contingencias les buscamos opciones de empleo. Por suerte, Nuevitas es una ciudad industrial y los obreros fluctúan entre las unidades y les buscamos opciones».
Pero aunque muchos pudieran creer que es un trabajo de viejos, algunos jóvenes encuentran en estas naves su futuro. Uno de ellos es Jarol Cruzata Lafargue, ingeniero industrial que desde hace unos cinco años labora allí.
Actualmente, Jarol es jefe del taller de trefilado, donde se le da el diámetro específico al alambre para sus diferentes usos. Y, aun cuando este ha sido su único centro laboral, este nuevitero asegura que es ahí donde quiere trabajar siempre.
«Este, dice, es un centro con historia y con una relevancia grandísima para el desarrollo del país. Aquí me siento como en casa y mis compañeros me hacen sentir muy bien».
Por muchos años más
Con 60 años de historia, la fábrica agramontina sostiene sus equipos con mantenimiento y la inventiva de sus obreros. A veces, como apunta el director, se logra importar alguna pieza o hacer un mantenimiento capital.
Por su relevancia, la línea de galvanizado recibió, hace poco, un mantenimiento para corregir el sistema de combustión, el cual era bastante ineficiente.
«Ahí, recuerda Rodríguez Coronado, el trabajo era bastante inhumano, botaba mucho humo y combustible. Luego de las labores y adecuaciones logramos un ahorro de combustible, ya no se respira el humo y por tanto disminuyen las enfermedades respiratorias».
Los obreros de la fábrica de alambres con púas aspiran a existir por muchos años más y seguir siendo esenciales. Y aunque las dificultades les impiden las importaciones necesarias, ellos ya andan buscando cómo encadenarse con formas de gestión no estatal, que podrían ponerle el financiamiento para la compra de materias primas.
La idea, según el director, es «salir del bache y lograr satisfacer las demandas de la población y de la economía, como lo soñó el Che».