Por Gloria Morales Campanioni
Los sucesos del 15 de mayo de 1955 en la entonces Isla de Pinos, hoy Isla de la Juventud, jamás tendrán un cerrojo en la memoria de los pineros; ese día, a cuatro kilómetros de la ciudad de Nueva Gerona, muchos vivieron una alegría sin límite.
Del mismo lugar donde cumplieron condenas Pablo de la Torriente Brau y Raúl Roa García descendieron por la escalinata, sonrientes, Fidel y Raúl Castro, Juan Almeida Bosque, Armando Mestre, Agustín Díaz Cartaya y demás sobrevivientes de las acciones del 26 de julio de 1953.
Habían sido amnistiados aquel domingo de 1955 después de una fuerte presión popular. Eran cerca de las once de la mañana.
Atrás quedaba el sonido metálico y seco del último pasador, las manos y rostros hundidas entre los barrotes fríos, noches de lectura en la biblioteca, las salidas al patio del pabellón a coger sol, las cartas angustiosas y hasta secretas con letras ocultas tapiadas con zumo de limón, luego transformadas en alegato de defensa La Historia me Absolverá e intercambio de criterios para concretar los planes de la palabra empeñada de liberar Cuba.
Quedaban a las espaldas 22 meses de dolor, además del legado de otros que también recuerdan aquel cerrojo; la cárcel circular donde a los reos les era imposible verse ni oírse, aunque las celdas y corredores eran visibles para los carceleros.
La historia es sabia, ella misma marca los caminos, puntos y fechas para andar y llegar por los hilos invisibles de los hechos.
A 68 años de ver descender por la escalinata a los moncadistas excarcelados, se afianza en los pineros la idea de preservar y consolidar la identidad.
“El Presidio Modelo es uno de esos sitios donde no está permitido olvidar. Cada piedra, metal, silencio o mármol desgastado muestra los miles de pasos y eternos sufrimientos vividos allí. Pese a ello representa un conjunto monumental de importantes valores culturales, arquitectónicos, paisajísticos, entre otros”, expresó el ingeniero Arsenio Manuel Sánchez Pantoja, coordinador del proyecto Isla Patrimonial.
Por todos esos reconocimientos, y su singular valor histórico, el conjunto fue declarado Monumento Nacional el 10 de octubre de 1978. Representa uno de los lugares más impresionantes de Isla de la Juventud y testimonio fehaciente de su época.
“Por tal razón, prosigue Sánchez Pantoja, en esta nueva etapa del conjunto monumental, la cultura, el arte y la innovación deben desempeñar su rol, sanar las paredes y el silencio, romper las cercas, traspasar las rejas, dibujar y construir otro escenario”.
Al tiempo que pormenoriza, “se busca convertir, poco a poco, a este sitio en un singular proyecto dinamizador, mediante la puesta en valor de sus potencialidades, y con la mirada en la promoción del desarrollo integral del Municipio Especial.
Dado que, a su vez, se trabaja en la realización de profundas investigaciones en aras de conformar un minucioso expediente, para que sea valorado en el futuro cercano para integrar la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Acción que valorizará aún más el propio proyecto, y por ende, a la segunda isla del archipiélago cubano.
Se conformó en el año 2021 una estrategia para la protección y desarrollo integral del conjunto monumental, frenar el deterioro del estado técnico constructivo de las instalaciones y preservar hasta la última piedra del antiguo penal, condición singular, pues se debe garantizar autenticidad e integridad.
La labor incluye los 34 inmuebles del conjunto, así como otros edificios y zonas que conforman la región histórica. Muchas de estas investigaciones fueron resultado de la unión de varios intelectuales pineros bajo el proyecto Isla Patrimonial, fundado el 13 de octubre de 2017. Este tiene como objetivo la interpretación de los valores del patrimonio cultural y natural del territorio, con la perspectiva de aportar a un desarrollo territorial integral y sostenible.
Se trata de convertirlo en un proyecto dinamizador de la Isla y de Cuba, el cual debe generar sinergias, en busca de ver la cultura como recurso estratégico para el desarrollo integral y sostenible, con la incorporación de conceptos en la reactivación y gestión de zonas de alto valor histórico-cultural.
Sin duda, los nuevos aires del esperado Conjunto Monumental dejarán atrás aquel mayo donde por última vez se escuchó el sonido metálico y seco como símbolo de castigo.