Alguien de mi familia por estos días me reclamaba, creo que como periodista, por uno de esos episodios que tanto nos afectan con la venta de productos alimenticios de primera necesidad a precios exorbitantes. Casi me atacaba, sin dudas con molestia, en una reacción que me tomó por sorpresa, aunque luego me hizo reflexionar.
Y es que la difícil situación económica que atraviesa el país genera constantes contradicciones en el seno de nuestra sociedad, las cuales las personas canalizan de muy diverso modo. A veces se responde de una forma más constructiva, pero en otras ocasiones predomina una irritación que poco contribuye a solucionar los problemas, sino que más bien los agudiza.
Después de una caída brusca de nuestra economía como resultado de la pandemia de Covid-19 y el oportunista y criminal recrudecimiento del bloqueo, los intentos por echar a andar el engranaje económico tropiezan con los desajustes propios que conlleva romper esa inercia de casi tres años de parálisis global, con un fuerte impacto en un país como el nuestro, tan dependiente de los factores externos.
No se trata solo de carencia de recursos, que la hay y muy grave, sino de interrelaciones que se perdieron, prácticas sociales que se dañaron, mecanismos que se debilitaron e incluso estados de ánimo y comportamientos que se resintieron, como consecuencia de una agudización de viejas debilidades nuestras, e incluso por errores nuevos que han resultado de la búsqueda de salidas bajo una enorme presión.
Si a todo eso le sumamos el bombardeo mediático y comunicacional que a través de las redes sociales en Internet busca constantemente exacerbar nuestros ánimos, volvernos contra nosotros mismos, y aprovechar esta mala racha con fines políticos en contra de la Revolución, la mesa está servida para que la emergencia económica nos ponga contra las cuerdas también en el plano emocional.
Y es en ese punto donde hay que echar mano a la madurez y al civismo que nos debe caracterizar como pueblo. Es comprensible que haya insatisfacción, y nadie ha dicho que estemos felices, desconozcamos las adversidades o no critiquemos todo lo que anda mal. Pero tiene que haber un compromiso y una actuación consecuentes. Exigir desde el aporte individual y colectivo, sin dejarnos manipular ni caer en ingenuidades, cegueras selectivas o resentimientos inducidos.
Porque lamentablemente también en este río económico revuelto hay quienes hacen resistencia a cualquier medida de regulación y control que busque eliminar sus privilegios y lucros, e intentan hacer parecer cualquier acción gubernamental que busque restaurar el orden o beneficiar a la población como un supuesto ataque a la colectividad.
Son tiempos agitados, a veces confusos, con señales incluso encontradas alrededor de los distintos fenómenos que se manifiestan en la cotidianidad.
En economía no hay posibilidad de estudios controlados en un ambiente de laboratorio. Hay que hacer sobre la marcha, intentar una y otra vez, rectificar con rapidez ante cualquier desviación no prevista de las proyecciones y propósitos de las medidas económicas, y explicar una y otra vez, sin cansarse.
Pero también como ciudadanos tenemos el deber de escuchar y tratar de que nuestras inconformidades y reclamos —completamente válidos, pertinentes y hasta necesarios—, no se los queramos hacer pagar a justos por pecadores.
«CON FILO: ¿Justos por pecadores?
Publicado el 11 mayo, 2023 • 14:35 por Francisco Rodríguez»
Regresamos una y otra vez, irritados, irreflexivos, sensibilizados, influenciados y hasta provocados sobre los temas que debemos encarar a diario frente a los «empoderados dueños absolutos» de ese, mi momento crucial en la vida, importante para mi; pero a la vez vulnerable a ser objeto y ser sometido a la indolencia de alguien parado frente a mi triste capacidad de un cliente, el cual es amenazado por lo que en Cuba conocemos y referenciamos como «peloteo». Hecho que se torna insólito cuando se trata de algo sobre lo cual acabas de leer o escuchar por nuestros medios directamente dicho por alguno de nuestros más responsables dirigentes en nuestro país. El mismo país que también, aún, cohabita el «empedrado» desinformado y mal orientado, diría que autocapacitado a tomar sus decisiones de su pedacito de país.
Lo más triste es que en tu exigua condición de cliente (la de uno frente a tanto poder «democrático) acudes animado por una información publicada sobre temas que fueron ventilados publicamente con la orientación de alguno de nuestros más altos dirigentes al concluir una reunión sectorial o generalizada; pero siempre realizada desde formas colegiada,con la serenidad voluntariosa de resolver a escala nacional problemas comunes, en reuniones donde se escuchan a los especialistas del ramo o tema en cuestión.
Lo cierto es que durante uno de esas situaciones, la más reciente, el relato de haber hecho una colita de inscripción en el Cupet de la rotonda Guanabo. Allí, uno de esos personeros «empodeŕados» alude a que supuestos criterios contrarrevoluciónarios escritos en Red, incluso si estos son motivados por querer ser totalmente transparentes a la hora de que un administrador de grupo te admita e incluya como miembro, para que te puedas enterar que día, en el marco đe la cantidad de horas que tienes disponible para pagar y retirar el combustible que te van a servir. Algunos de los que pasamos el primer paso de inscribirnos en la lista en un parque aledaño al Cupet; pero que estando en esa lista aun debiamos ser incluidos en uno de los grupos y ser admitidos por el «administrador de grupos electrónico» o sea contar con con la aplicación electrónica de Cupet que nos debe avisar. cuándo presentarnos a recibir el servicio de entrega del combustible. Así algunos
fuimos en busca del administrador de grupo para que nos validara nuestra incorpiración en la lista de consumidores, ya realizada; y con ayuda de la informacion electrónica acudieramos el día señalado.
Sin embargo en el Cupet nos enfrentamos a una infernal indolencia, la persona que habían encargada en el Cupet (no era el administrador de grupo) sino alguien destinado a atendernos solo que no sabía como hacerlo, cómo incluir nos en el grupo electrónico.
En medio de la confusa situación, a otro de «los empoderados de Cupet» se le ocurrió decir que no podían transparentar la dirección electrónica del administrador de grupo porque la usaban para escribir consignas contrarrevolucionarias. O sea empezaba «el peloteo», mal intencionado.
En el exabrupto ocurre entre los que fuimos en busca al administrador de grupos, uno pensando lo mismo que seguramente se nos ocurre, dejarnos irritar y responder al provocador lo hicimos diciendole que: si se trata de decir verdades se puede ser en la Red «más contrarrevolucioario que el mismo papa». Imagínense saltar de una realidad burocrática para abrir otro tema a debatir, el de los religiosos honestos que nada tienen e que ver con estos «empodeŕados en ese pedacito de tierra que se llama Cupet.
Para no cansar, «tales empoderamientos empresariales fallidos» nos hace una y otra vez pensar qué partes del poder empresarial de modelajes capitalistas a medias vamos a tomar para enriquecer nuestro socialismo. Hacerlo sin perder lo que nos vaya restando de él, debido a nuestra inclinación por introducir cada vez más intereses particularidades, ramales, sectoriales, empresariales, individualizados por encima de los intereses generales, colegiados, socializados, científicamente argumentados.
Lamentablemente los intereses de grupos, corporativos, incluso ministeriales sectoriales han conspirado en más de un lugar contra Revoluciones, intentos progresistas, y socialismos en el mundo, algunos con conceptos jurídicos de irreversibilidad constitucional han fracasado también Y aclaramos, «no somos tampoco más revolucionarios que el mismo Papa».
Gracias.