Hay personas e instituciones que a veces temen admitir que han cometido una equivocación. Puede ocurrir en el plano individual, cuando empleamos una forma inadecuada durante una discusión, pero también cuando al actuar o decidir afectamos a alguien, y nos cuesta trabajo reconocer ese error.
Sin embargo, es importante tener siempre esa perspectiva de aceptar y reparar lo que hacemos mal, o las acciones que pudieran convertirse en un problema mayor, precisamente por no asumirlo a tiempo y sin ambages.
Esa postura de rectificación no disminuye ni empequeñece a nadie, ni afecta la imagen institucional o individual. Más bien contribuye casi siempre a la solución de los conflictos que pueden generar nuestras actuaciones.
Las personas ganan en la consideración de los demás, e incluso en autoridad si tienen alguna responsabilidad administrativa o de otro tipo, cuando asumen todas las consecuencias de sus actos, y eso comprende también las reparaciones y las debidas indemnizaciones.
Quien más hace, es quien más se equivoca, dice también un viejo adagio que con frecuencia utilizamos para defender la importancia y necesidad de la prueba y el error, como método dialéctico de aprendizaje y superación para los seres humanos.
Nadie es ni puede considerarse infalible o que tiene toda la verdad en la mano, pero tales posturas autocríticas deben reflejar una actitud sincera de querer enmendar lo que no salió bien, o de contribuir realmente a la solución de los problemas.
Como se ha criticado en muchas ocasiones, no se logra nada o muy poco con esas falsas rectificaciones de algunas personas, que hacen y deshacen para luego pretender borrar todos los daños ocasionados a los demás con una disculpa superficial o un disimulado arrepentimiento.
Y esas claves que funcionan para las relaciones entre los individuos, también servirían, y mucho, si las aplicáramos siempre a los vínculos entre colectivos, en las relaciones institucionales, en las formas de hacer o implementar los cambios y transformaciones que se plantea la sociedad.
En esta etapa de importantes reacomodos y rectificaciones que vivimos en Cuba como parte del perfeccionamiento de nuestro modelo económico y social, la manera de orientarnos mejor y protegernos contra los posibles fallos de cualquier proceso de cambio, es estar dispuestos a analizar cada paso con ese espíritu creador, no inmovilista y honestamente abierto al debate y la corrección cuando algo no funcione como lo previmos, ya sea por una mala aplicación o simplemente porque no siempre es posible calcular todas las variables y aspectos que inciden en los tozudos hechos.
En materia de relaciones sociales y económicas, la protección más efectiva y la mejor manera para resolver los posibles errores es precisamente con la creación de las condiciones para que todos participen y ofrezcan sus criterios y opiniones, además de la organización y la exigencia de los límites y funciones de cada eslabón dentro de la sociedad.
El respeto a la institucionalidad, más allá de las decisiones personales de quienes la representan, es la mejor manera de preservarnos contra cualquier error y también la mejor garantía para poderlos corregir.
Esta regla de oro, a los efectos de la sociedad en su conjunto, es equivalente a esa actitud inteligente y madura que todos podemos entender en lo individual: cuando hacemos algo mal o que pudo ser mejor, admitámoslo siempre, sincera y llanamente. Reconocer errores no es un síntoma de debilidad: al contrario, es expresión de fortaleza.
Debería , por su abarcadora ,precisa y descriptiva exposición, reproducirse este escrito en los demás medios de información Nacionales y tomarse como material de estudio en las Direcciones Empresariales y Administrativas del País así como en los Gobiernos y Partidos Municipales para que se estudie con profundidad y se debata con con la inteligencia que amerita . Llenos de insuficiencia, irreconocer lo mal hecho , proteger por miedo o por imposición las malas tomas de decisiones , no nos están llevando a que fluya lo que se orienta y trata de implementar la Dirección del País . Inmersos en una profunda y compleja restructuración de nuestra Política Económica y Social y amparados en el Escudo del proteccionismo hacia los que mal interpretan y aplican medidas , sobre todo a nivel de municipio , enmarcados en la supuesta automia que deben de tener estos , pero que no se acaba de implementar o se hace resistencia a ello por lo que implica la palabra autonomía y donde muchos no quieren ver sus privilegios truncados por la implementación de medidas en beneficio del Pueblo en general y no de uno o de un pequeño grupo es sinónimo de valentía Revolucionaria cambiar lo que tenga que ser cambiado , es emanciparnos con nuestros propios esfuerzos es en fin, aplicar el maravilloso concepto de Revolución en momentos tan apremiantes y convulsos como los que estamos viviendo.