“No me cansaré de decir que con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) he crecido profesional e intelectualmente y que ésta me ha dado la posibilidad de trabajar al lado de artistas que han sido ejemplo para mí. Figuras como Harold Gramatges, María Teresa Linares, Jesús Ortega, Roberto Valera y Abel Prieto, entre otras, las he visto obrar fervientemente en momentos en que, no obstante parecer infranqueables las dificultades, nunca dejaron de estar al lado de la organización que agrupa a la vanguardia artística cubana. Son nombres que guardo con celo en mi memoria”.
Así expresó Alicia Valdés Cantero (La Habana, 1951), científica y estudiosa de la música, formada en el sistema de enseñanza artística concebido por la Revolución; del que igualmente emergió como musicóloga, historiadora del arte, y hábil promotora y dirigente cultural; amén de ser miembro fundador del staff de especialistas del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC) e integrante de su Consejo Científico y del Consejo editorial de la Revista Clave, del Instituto Cubano de la Música (ICM).
El CIDMUC, adscrito al ICM, tiene como misión desarrollar investigaciones que aporten información y conocimiento sobre la música cubana que reafirmen su identidad propia, como uno de los valores fundamentales de la cultura nacional. Allí se desempeñó, durante varios años, la infatigable especialista, quien ha articulado una sostenida obra de ejercicio artístico, con una reconocida faena desde las estructuras de dirección.
“Este centro forma parte de mi historia. Tengo una vida personal y profesional, y en las dos, aparece esa institución. El Cidmuc y yo marchamos juntos en un bregar común que duró treinta y siete años, a través de los cuales, con el afán de protegerlo, disfruté y sufrí buenos y malos momentos. Allí junto a Olavo Alén, su director fundador y el líder de un equipo de musicólogos que, por su desempeño científico, marcaron pautas en el pensamiento musicológico cubano.
“En el Cidmuc —dijo— me involucré en proyectos de investigación que escudriñaron ambientes, orígenes, influencias, géneros musicales; y también en otros estudios no menos imperiosos sobre el futuro de nuestra música. Asumí por primera vez un cargo directivo al frente de su departamento de Desarrollo y, de igual modo, dirigí el proyecto Mujer, Música e Historia en Cuba al que doy continuidad en la actualidad. Este año, en diciembre específicamente, cumple 45 años de creado y yo me siento muy orgullosa de ser una de sus fundadoras.
Alicia, quien ostenta la Distinción por la Cultura Nacional, la Medalla 23 de agosto que otorga la FMC y el Sello conmemorativo Aniversario 60 de la Uneac, igualmente dejó su impronta en la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (Egrem), su primera experiencia laboral. “A esta institución llegué con 27 años de edad para emprender una corta pero sostenida carrera como Dibujante Realizador Musical, una profesión de la que resulta extraño hablar hoy por la existencia de disímiles programas digitales que hacen lo que mis compañeras y yo creábamos en forma manual.
En 2005 vio la luz el valioso Diccionario de mujeres notables en la música cubana, de Alicia Valdés Cantero, volumen que constituye el estudio más completo sobre la labor desarrollada por las féminas en este sector de nuestra cultura. Incluye datos de la vida de 371 biografiadas, redactadas concisamente hasta el año 2002. Este libro obtuvo el Primer Premio Uneac de Musicología Argeliers León 2000 y posee dos ediciones.
“También he realizado variados trabajos sobre este tema, incluidos en tres libros compilatorios publicados en España y Estados Unidos, y en revistas cubanas como Clave y The Internacional Journal of Cuban Studies. No obstante, mis estudios musicológicos abordan también otras vertientes de la música cubana relacionadas con los estudios sociales sobre el músico en Cuba.
“Todos esos trabajos —agregó— han sido incluidos en libros publicados en Santo Domingo y Estados Unidos y en revistas como Latin Beat Magazine (Estados Unidos), Jueves de Excelsior (México) y Revolución y Cultura (Cuba). He colaborado asimismo con varios proyectos enciclopédicos como el de la Unesco, The Universe of Music: a History, editado por la Dra. Malena Kuss (USA, 1993); The New Grove Dictionary of Women Composers (Macmillan Press, Londres, 1994) y para el Diccionario Enciclopédico de la música Española e Hispanoamericana, y he formado parte del equipo del Ministerio de Cultura que colabora con la enciclopedia on line EcuRed.
“Por cierto, guardo gratas satisfacciones por las palabras que en su momento y sobre el Diccionario de Mujeres Notables en la Música Cubana expresaron artistas e intelectuales como Harold Gramatges, quien aseguró que ´constituye un nuevo sol refulgente para la música cubana´; en tanto Luis Carbonell dijo que se trata de ´una obra extraordinaria que ofrece una cantidad de conocimientos que nos hace orgullosos de esta tierra.
En 1999 Alicia le propuso al maestro Gramatges, quien en esa etapa presidía la Asociación de Músicos de la Uneac, fundar un proyecto para promocionar la labor de las mujeres dedicadas a la música. Poco después, el 30 de abril de ese mismo año, en esa institución, nació La Bella Cubana, con la cual “también se me identifica y me enorgullezco, porque bajo ese nombre se desarrolla una idea que genera acciones de reflexión en torno al quehacer musical que la mujer ha tenido a través de la historia.
La Bella Cubana tuvo lugar los terceros sábados de cada mes hasta febrero de 2020, en la Sala Rubén Martínez Villena de la Uneac. En la actualidad espero por su reanudación que no depende de mí.
Alicia recuerda con nostalgia cuando fue designada, a solicitud de la pianista y profesora Alicia Perea, Directora del ICM en 1997, como Directora de Desarrollo Artístico. “Esa fue una época en que era escasa la participación directa de la musicología en los procesos de dirección y gestión de la cultura. Fue una travesía corta, apenas de tres años y medio, pero le concedo muchísima importancia porque pude cuantificar la gama de problemas que presenta nuestra praxis musical y desarrollar tareas concernientes a la organización de los catálogos artísticos, la atención técnico- artística de las bandas de música, la superación de los artistas del mundo del espectáculo musical y la consolidación de vínculos de trabajo con instituciones como el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, la Uneac y TURARTE.
Para Valdés Cantero, “todos los momentos de nuestras vidas son significativos. Yo tengo algunos que tienen que ver con la Uneac: mi entrada como uno de sus miembros, en 1989, y mi ascenso posterior por diferentes cargos y responsabilidades a partir de 1995. En esa travesía me marcó por siempre la designación para dirigir la Sección de Musicología de la Asociación de Músicos porque era la oportunidad –eso lo supe después- de encontrarme e intercambiar con el gremio, fortalecer nuestros enfoques y hallar opciones de perfeccionamiento para nuestro trabajo artístico-profesional.
“Me siento satisfecha —dijo— por lo que ha realizado la Sección porque nunca hemos dejado de trabajar y de alcanzar significativos logros, aunque soy la primera persona que sabe lo que aún falta por hacer. La asamblea de balance efectuada el 19 de enero último, en la que se informó sobre el funcionamiento de la Sección de Musicología durante la etapa 2019-2022, dejó claro que esta nunca detuvo sus pasos, y entre las efímeras pausas que esos años dejaban y con las herramientas a su alcance, supo hibridar la dureza del período con la responsabilidad.
“Hoy la Sección se expande no solo por la entrada de nuevos miembros sino por los aportes que, segura estoy, realizarán. Si algo tengo que lamentar, aunque no me gusta esta palabra para esta reflexión, es que los escenarios no fueron siempre los mismos, ni las condiciones, ni el apoyo, ni el interés de algunos miembros quienes son, en definitiva, la fuerza motriz de los logros y retrocesos de la Sección, los pilares de su crecimiento.
“Como lamentablemente, y aquí si me gusta el empleo de la palabra, el paso del tiempo va borrando los detalles de mucho de lo que hacemos, y aprovechando que este año celebraremos una nueva edición del Premio Uneac de Musicología, una de las más importantes acciones de nuestra Sección, quiero recordar algunos de los caminos transitados”.
En tal sentido recordó que “durante 1993 y 1995 la vida del Premio, gestado en 1991, tuvo que recesar porque fueron años complejos para la economía y la sociedad cubana que tuvieron que enfrentar problemas acumulados y otros surgidos por las dificultades en las relaciones internacionales del país. Pero su segunda edición en 1996 —desde entonces conmigo al frente—, y las siguientes, sí se efectuaron cada dos años porque alterna con el Premio de Musicología Casa de las Américas.
“A partir de la edición del año 2002 —explicó— y en las que llegaron después, los musicólogos de la Uneac decidieron fortalecer el trabajo de la Sección. El Encuentro Nacional de Musicología, auspiciado por el Instituto Cubano de la Música en el 2001, resultó un alto en el camino para meditar y evaluar el accionar de los escenarios de diálogo y acción de la disciplina.
Indicó, asimismo, que “la evolución de los Premios continuó y en la edición del 2015 concebí el Premio de Ensayo Danilo Orozco para los estudiantes de musicología de la Universidad de las Artes (ISA), en recordación al entrañable musicólogo. El Concurso Zoila Gómez quedó desde entonces sólo para los estudiantes de nivel medio”.
También encargada de trazar las estrategias organizativas y académicas de los coloquios internacionales Danzón Habana y Boleros de Oro, paralelos a sus festivales homónimos, igualmente destacó “la creación del sello editorial ContraCanto. Su gestación fue larga, azarosa y atiborrada de obstáculos, pero culminó felizmente.
Apuntó que en este año 2023 “la Sección de Musicología seguirá construyendo nuevos caminos que impulsarán los cambios necesarios que nos hemos propuesto. Tiene ante sí el enorme desafío de transformar su dinámica de actuación, en correspondencia con los escenarios actuales y con las demandas de sus miembros. Con ese fin, acordamos crear un Plan de Acción o Agenda de los musicólogos 2023-2024 que se propone la proyección de una dinámica participativa superior de los miembros de la Sección.
Además de las labores propias de la Uneac al frente de la Sección de Musicología, “que me han ocupado no solo en estos momentos de mi vida sino desde hace veintiocho años, me encuentro inmersa en la redacción de una biografía histórico-social sobre la compositora Gisela Hernández Gonzalo (1909-1971), y no quito los ojos de la Editorial Nuevo Milenio a quien le entregué en el 2019 un estudio sobre el danzón que explora diversas perspectivas del género desde las miradas de investigadores cubanos, mexicanos y colombianos.
Alicia igualmente colabora con el Museo Nacional de la Música, “donde estreno una nueva fase de mi vida profesional como parte del grupo de estudios musicológicos. Allí he estado vinculada desde hace muchos años.
También gestora del programa cultural Presencia simplemente, que promueve la canción trovadoresca y autora de cinco libros que revelan el legado cultural de géneros y figuras imprescindibles de nuestra historiografía musical; en 2021 fue coautora, junto al Doctor José Loyola Fernández, del texto que fundamenta la nominación del bolero como Patrimonio Cultural de la nación. Igualmente fue encomiable su participación en el Programa Conmemorativo por el aniversario 60 de la Uneac y en el grupo de trabajo que aporta ideas, acciones y estrategias en la reorganización estructural y funcional del sistema de promoción y comercialización de la música y los espectáculos. Asimismo se destacó, con el trovador Pepe Aldana, durante la campaña de vacunación por la Covid-19, mediante recitales de música y poesía para los vecinos del Consultorio número 10 del municipio Cerro, quienes recibieron las tres dosis del candidato vacunal Abdala.
Durante su vida profesional, Valdés Canero ha articulado una obra sostenida de ejercicio artístico, con una reconocida faena desde las estructuras de dirección que incluye, además, la dirección del Departamento de Desarrollo del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana, y la Vicepresidencia de la Asociación de Músicos de la Uneac, responsabilidades a través de las cuales trabajó —y trabaja— por contribuir a la promoción de los proyectos de los escritores y artistas.
Asimismo, hasta el 2019 fue presidenta de la Comisión Cultura-Turismo y Espacios Públicos de esta última institución y es miembro actual de su Consejo Nacional y del Ejecutivo de la Asociación de Músicos, donde preside la Sección de Musicología.
Alicia es igualmente merecedora del Premio UNEAC de Musicología Argeliers León (2001) y de la Distinción Gitana Tropical; además de haber sido seleccionada para ocupar un escaño en el Comité de Honor de la Fondazione Italiana Adkins-Chiti: Donne in Musica (1999), entre otros reconocimientos y diplomas institucionales que avalan su destacada trayectoria, entrega y aportes a la cultura cubana.