Año 1961. Fue el primer desfile del Primero de Mayo después de la victoria de Playa Girón, el primero después de la proclamación del socialismo. Cerca de 2 millones de cubanos desfilaron aquel día por la Plaza de la Revolución, henchidos de patriotismo.
La colosal demostración de apoyo a la Revolución inspiró al Indio Naborí, que la describió en sentidos versos: ¡Qué mar, qué tremendo mar/ de fuerzas trabajadoras/ durante catorce horas/ seguidas lo vi pasar…/ Infinito desfilar/ de banderas y altas frentes/ desde los rayos nacientes/ del sol a la clara luna/ ¡y la Patria en la tribuna/ viendo pasar sus corrientes!.
Impresionado ante el desfile más grandioso producido hasta entonces y la combatividad y firmeza demostradas por los participantes, Fidel manifestó que semejante entusiasmo no se fabricaba con propaganda, sino surgía de manera espontánea en el corazón de un pueblo inteligente y generoso que respondía a la realidad de la justicia que había visto nacer en su tierra.
Y sobre el triunfo acabado de conquistar frente a la invasión mercenaria fraguada y financiada por el imperialismo, el Comandante en Jefe expresó palabras que son válidas para hoy, en que nuestro adversario histórico insiste en destruirnos: “Y la historia —dijo— enseña que las revoluciones vencidas tienen que pagar un saldo extraordinario de sangre a la reacción vencedora, porque entonces le cobra todo el desasosiego en que han tenido que vivir, todos los intereses que les afectaron o amenazaron con afectarles y no solo les cobra la deuda presente, sino que quieren cobrar también en sangre las deudas futuras y tratan de exterminar hasta las raíces de la Revolución.
“Y por eso —añadía— pensábamos nosotros en todo lo que les debíamos a los que cayeron; por eso pensábamos nosotros que cada sonrisa de hoy era como un tributo por los que hicieron posible este día dichoso y esperanzador de hoy”.
Acerca del autor
Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …