“La democracia es un valor común para toda la humanidad, pero no existe un único estándar de democracia en el mundo”, aseveró Ma Hui, embajador de China en Cuba, en una reciente comparecencia ante la prensa. El tema fue abordado a propósito de la celebración en Estados Unidos de la II Cumbre por la Democracia, evento que ha sido cuestionado desde diversas partes del planeta.
Estados Unidos ha dividido artificialmente el mundo en campos democráticos y no democráticos, en democracia frente a autoritarismo, según los estándares estadounidenses, lo cual es, en sí mismo, antidemocrático, afirmó el diplomático asiático.
“Haciendo caso omiso de sus numerosas deficiencias, aprovechó la llamada ‘cumbre de la democracia’ para intensificar su confrontación ideológica, dejando aún más al descubierto su naturaleza de ‘democracia falsa, hegemonía real’”, expresó. “Deben dejar de decir a otros países lo que tienen que hacer y dejar de interferir en los asuntos internos de otros países bajo la bandera de la llamada democracia’”.
El modelo democrático estadounidense es cuestionado actualmente por sus propios ciudadanos. Una encuesta del Pew Center, centro de investigaciones que brinda información sobre problemáticas, actitudes y tendencias políticas hacia lo interno de la potencia norteña y el mundo, realizó un estudio cuyos resultados arrojaron que el 65 % de los ciudadanos norteamericanos consultados considera que la democracia en su país necesita reformas importantes, mientras que el 57 % opina que el sistema imperante allí no es modelo de democracia para el mundo.
Un informe difundido por el Ministerio de Relaciones Exteriores de China en el año 2022 aseguró, además, que EE. UU. está “marcado por la democracia distorsionada, la política disfuncional y la sociedad discordante” y, a pesar de tantos problemas, “sigue dictando a otros lo que deben hacer, en una posición de superioridad”.
La nación, cuya hegemonía es cada vez más frágil, persiste en crear eventos como la supuesta Cumbre por la Democracia para verificar cómo otras naciones cumplen con los estándares que ellos definen: “Tales procederes, sean con la bonita retórica de la ‘moralidad’, o camuflados bajo el pretexto de defender sus propios intereses, no podrán ocultar la verdadera intención de politizar e instrumentalizar la democracia para promover la política de bloques al servicio de la preservación de su hegemonía”, refiere el texto.
En el 2022, el Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral, de Suecia, incorporó a EE. UU., por primera vez, a la “lista de democracias regresivas”. Mucho tiene que ver con ello lo sucedido el 6 de enero del 2021, cuando un grupo de fanáticos, aupado por el presidente perdedor de los comicios del 2020, Donald Trump, tomaron por la fuerza y vandalizaron el Capitolio de Washington, sede del poder legislativo.
Para medios de comunicación como The Washington Post y The New Yorker, “el disturbio en el Capitolio ha puesto de manifiesto la polarización social, la división política y el auge de la desinformación”.
En el contexto de una visita a países africanos realizada recientemente por la vicepresidenta de Estados Unidos Kamala Harris, el líder del Partido Socialista de Zambia, Fred M’membe, también se refirió al tema y puso voz al sentir de muchos de sus compatriotas:
“El país que se opuso a nuestra liberación, que apoyó los regímenes colonialistas; (…) el que ha derrocado gobiernos, protagonizado golpes de Estado, asesinado a nuestros líderes como Patrice Lumumba, Nasser, Muamar el Gadafi; el que ha construido su nación sobre la esclavitud, el saqueo, la humillación y la explotación de millones de africanos, viene hoy a hablarnos de democracia. Esa es la arrogancia racista e imperialista a que estamos sometidos. Quien no respeta la dignidad y la soberanía de otros, no puede ser paladín de la democracia”.