Marino Skerritt García es de los que quisiera que el día tuviera más de 24 horas. Su tiempo lo comparte entre leer, escribir y su labor como profesor instructor en la Unidad Docente Metalúrgica (UDM) Antillana de Acero, adscrita a la Facultad de Ingeniería Mecánica, de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (CUJAE).
Cuando habla de sus raíces, le gusta mencionar al abuelo Josepher Nataniel, quien llegó de la isla de Montserrat en 1923, en busca de una mejor oportunidad para la familia. En la hermosa ciudad de Remedios, en el territorio villaclareño, dio sus primeros pasos, y luego, en La Habana, se hizo hombre y encauzó su vida.
“Yo creía que me gustaba la veterinaria, por eso, en 1968, empecé a estudiar técnico de nivel medio en esa especialidad. Pero enseguida me di cuenta que ese no era mi mundo. Por suerte, en 1970, me dieron oportunidad de cambiar de carrera, y matriculé en el Instituto Tecnológico Amistad Cubano-Soviética, con el propósito de estudiar metalurgia para la producción de piezas.
“Hice prácticas en Cubana de Bronce, Cubana de Acero y otros centros y me gustó. Incursioné en la fundición de piezas, y eso me atrapó. Al graduarme, en 1974, empecé en Antillana de Acero. Desde que entramos, nos dijeron que era necesario desarrollar la fábrica y preguntaron quiénes tenían interés en seguir superándose. Por supuesto, levanté la mano.
“Al año siguiente, estaba en la preparatoria. Fue difícil. Tenía que estudiar todos los días para dominar el idioma. En 1976 fui junto a otros compañeros para la Unión Soviética. Llegamos al Instituto Metalúrgico de Zhdánov, en la ciudad de Mariúpol, en Ucrania. En ese entonces, era una hermosa ciudad, tenía tres complejos metalúrgicos. De ahí conservo hermosos recuerdos”.
El retorno
Para Marino fue reconfortante el retorno en 1981 a la Empresa Siderúrgica José Martí, líder en la producción de acero. Con un profundo sentido de pertenencia, dice que este ha sido su único centro de trabajo, en el cual ha tenido oportunidades para realizarse profesionalmente.
Ahí se ha desempeñado en diferentes funciones, pero, sobre todo, resalta su permanencia como inversionista, desde 1983 hasta el 1992, en la gran remodelación que se realizó en la entidad. Luego fue segundo jefe de la Acería Eléctrica, taller catalogado como el corazón del gigantesco enclave metalúrgico.
Durante años fungió como tecnólogo, función en la cual se jubilaría en el 2018. “Pero fue por poco tiempo. Me convocaron para la Unidad Docente Metalúrgica (UDM) Antillana de Acero. Aquí graduamos especialistas e ingenieros en Metalurgia y Materiales. En la actualidad, tenemos 110 alumnos en el curso diurno y 84 en curso por encuentro. También realizamos posgrados.
Otro gran sueño
El otro gran sueño de Marino era ser escritor. Sus inquietudes empezaron en la otrora Unión Soviética, cuando se formaba como ingeniero. “Escribía algo que yo creía que era poesía. Ya en Cuba, me acerqué a un Taller Literario que existe en el municipio del Cotorro, en el cual radico. Allí acabaron con mis poemas. Entonces, opté por escribir cuentos y salieron mejor. En el 2007, la Editorial Extramuros publicó mi primer libro titulado Cuentos locos”.
A partir de entonces, se inició en el mundo literario y hasta la fecha tiene editados cinco libros, entre éstos, las novelas Ensayo sobre la ingravidez, El condominio de la demencia y El hijo de Oggún.
Ahora, señala, no quiere parar. Quisiera dedicar más tiempo a la literatura y por eso aprovecha todo momento posible. “Si estoy en la casa o en otro lugar, y se me ocurre una idea, la escribo en papel y después la llevó a la computadora. Me gusta la narrativa, la poesía, la décima…”.
Afirma que entre sus escritores favoritos están Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier y Onelio Jorge Cardoso. Por supuesto, asegura, sus conocimientos como ingeniero son puestos en función de muchas de sus creaciones y algunos de sus personajes han sido inspirados en compañeros que ha conocido a lo largo de tantos años entregados a la insigne industria.
Miembro de la UNEAC, es en la actualidad, presidente del Taller Literario que un día lo acogió y en el cual se forman jóvenes (y otros no tanto), que tienen interés por la literatura y que como él hizo un día, van con la aspiración de encauzar las inquietudes que poseen.
Seguir vinculado al coloso siderúrgico que hace muchos años le abrió las puertas es reconfortante, mucho más, cuando forma parte del claustro que prepara a los futuros ingenieros que tendrán en sus manos hacer que la industria florezca.
Aunque no está directamente vinculado a la producción, ansia el momento en que se reactive la Acería Eléctrica ─a la cual él consagro años de labor─, pues su aporte es vital para el desenvolvimiento de los trabajadores y la economía del país.
Cuando mira atrás, piensa que ha aprovechado el tiempo vivido. Sus proyectos de vida están claros: escribir las novelas que habitan en su cabeza, seguir compartiendo con su familia y continuar entregando sus saberes a los futuros ingenieros.
Acerca del autor
Graduada en Licenciatura en Periodismo en la Facultad de Filología, en la Universidad de La Habana en 1984. Edita la separata EconoMía y aborda además temas relacionados con la sociedad. Ha realizado Diplomados y Postgrados en el Instituto Internacional de Periodismo José Martí. En su blog Nieves.cu trata con regularidad asuntos vinculados a la familia y el medio ambiente.
Marino, excelente compañero de trabajo, muy frofesional, humilde y consagrado a la metalurgia.