En el colegio electoral no. 1 de la circunscripción 13 en la demarcación del Consejo Popular Carmelo, en la esquina de 10 y 11 del Vedado habanero, votó muchas veces Fidel Castro Ruz.
En cada una de las elecciones para delegados a las Asambleas Municipales su nombre aparecía en la lista de electores. Desde el año 1976 hasta el 3 de febrero del 2013, cuando acudió por última vez, en esa ocasión para votar por los candidatos a diputados al Parlamento.
Migdalia García García, quien había sido la presidenta de la mesa electoral durante varios procesos anteriores, no estaba allí ese día pues debía cuidar a su madre enferma. Pero Fidel preguntó por ella: “Siempre fue muy amable, muy humilde, no quería privilegios. Lamenté mucho no estar ese día, pero estuve todas las ocasiones anteriores en que fue a votar. Llegaba casi siempre temprano, muy temprano; a veces antes de que se abriera el colegio. Enseguida lo conocíamos por la voz. Una vez llegó y pidió el último en la cola. La gente le dijo que de ninguna manera, que pasara primero; pero él se resistía, hasta que ante tanta insistencia aceptó pasar, pero a regañadientes. Llegaba a la mesa y preguntaba humildemente qué había que hacer. Le indicábamos el procedimiento y lo cumplía con rigor. Y después de depositar su boleta se quedaba un rato más conversando con los periodistas y con los vecinos. Se interesaba por todo, tenías que estar bien preparada porque podía preguntar cualquier cosa. Y luego había que mantenerlo al tanto de los resultados, había que darle partes durante toda la jornada”.
Miguel Ángel González, que ahora peina canas, fue uno de los pioneros que más de una vez custodió la urna cuando votaba Fidel. “Yo creo que ese era el momento que más le gustaba del proceso. Su relación con los niños era muy cercana. Y nosotros, que sabíamos que él vendría a votar, discutíamos quién iba a estar junto a la urna cuando él llegara. Pero él siempre nos saludaba a todos, con mucha amabilidad. Y nos hacía también preguntas sobre la escuela, el barrio… quería saber hasta qué habíamos desayunado”.
Carmen Dumas, quien fue vocal del colegio electoral la última vez que votó Fidel recuerda que ya no lo esperaban, porque conocían que por su estado de salud le iba a ser difícil llegar. “Pero poco antes de que se cerrara el colegio se apareció. Imagina el revuelo que se armó aquí. Yo me emocioné mucho, sabía que era un momento histórico. En el proceso anterior le habíamos enviado su boleta; pero yo creo que él comprendía el simbolismo de su presencia en esa elección de diputados. La gente lo recibió con mucho cariño, el barrio entero vino a saludarlo. Y él habló de varios temas, ahí están los reportes de la prensa. Imagina que cuando se iba no quiso que cerraran la puerta del auto, para poder saludar a los vecinos”.
Los integrantes de la mesa electoral y todos aquí lo repiten constantemente: “Este fue, es y será el colegio de Fidel”. Aquí reflexionó más de una vez sobre las singularidades del proceso eleccionario cubano, sobre el ejercicio democrático, sobre la importancia de acudir a las urnas… y sobre un espectro inmenso de temas. Aquí ejercía su derecho como un elector más. “Es que era uno de nuestros electores —asegura Migdalia—, estaba al tanto de todo el proceso, conocía la biografía de los candidatos. Yo siempre recordaré ese momento en que le pedía el carné de identidad y él me lo daba sonriendo y me decía, con humildad: ¿y ahora qué tengo que hacer?”.