Elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) fue publicado esta semana el último estudio de esa entidad de la ONU, donde se ponen de manifiesto las pérdidas y daños que causa y continuará ocasionando el grave trastorno que padece el clima de nuestro planeta, perturbación que tiene su origen en actividades humanas, y que afecta con especial dureza a las personas y ecosistemas más vulnerables.
Las temperaturas han aumentado ya 1,1 grados centígrados (°C) por encima de los niveles preindustriales (1850-1900), debido a más de un siglo de quema de combustibles fósiles y de un uso desigual e insostenible de la energía y el suelo. Esto ha dado lugar a fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes e intensos que causan impactos cada vez más peligrosos sobre la naturaleza y las personas en todas las regiones de la Tierra.
El informe señala que, si se quiere que el alza de la temperatura no supere los 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales —límite fijado por el Acuerdo de París, adoptado en el 2015— será necesaria, en todos los sectores durante esta década, una reducción profunda, rápida y sostenida de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), generados por la quema de combustibles fósiles y principales causantes del calentamiento global.
Para que este objetivo tenga alguna posibilidad de alcanzarse, el documento (Cambio climático 2023: Informe de síntesis), afirma que las emisiones deben reducirse casi a la mitad de aquí al 2030.
La solución propuesta por el IPCC es el «desarrollo resiliente al clima», que implica integrar medidas de adaptación al cambio climático con acciones para reducir o evitar las emisiones de GEI de forma que se obtengan beneficios más amplios.
En esta dirección, algunos ejemplos son el acceso a energías limpias, la electrificación con bajas emisiones de GEI, la promoción del transporte con cero o pocas emisiones y la mejora de la calidad del aire. Los beneficios para la salud de las personas derivados únicamente de tomar esta última medida serían, en términos económicos, aproximadamente los mismos, o incluso mayores, que los costes de reducir o evitar las emisiones.
Asimismo, se destacan como vías importantes para reducir las emisiones de los dañinos gases, los cambios en el sector alimentario, la industria, los edificios y el uso del suelo, así como la adopción de estilos de vida bajos en emisiones, que mejorarían el bienestar general.
En el informe se hace hincapié en el poder de los Gobiernos para reducir los obstáculos a la reducción de las emisiones de GEI, mediante financiación pública y señales claras a los inversores, y la ampliación de medidas políticas de eficacia probada.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, describió el informe como una «guía práctica para desactivar la bomba de relojería climática», y ha propuesto al grupo de economías altamente desarrolladas del G20 un «Pacto de Solidaridad Climática».
De acuerdo con el Pacto, todos los grandes emisores de GEI harían esfuerzos adicionales para reducirlos, y los países más ricos movilizarían recursos financieros y técnicos para apoyar a las economías emergentes en un esfuerzo común para garantizar que la temperatura global no aumente más allá de los 1,5 °C establecido en París por la comunidad internacional.
También implica que los países desarrollados se comprometan a llegar a cero emisiones netas de GEI para el 2040, y los países en desarrollo para el 2050. Ello conlleva no emplear más el carbón, así como no otorgar licencias ni financiamiento para explotar nuevos yacimientos de petróleo y gas, ni para ampliar la explotación de las reservas de petróleo y gas ya existentes.
Según Guterres, estas medidas deben ir acompañadas, entre otras, de salvaguardias para las comunidades más vulnerables, el aumento de la financiación y de las capacidades para la adaptación y para enfrentar las pérdidas y daños.
De cara a la próxima Cumbre del Clima de la ONU —COP28, que se celebrará en Emiratos Árabes Unidos del 30 de noviembre al 12 de diciembre—, el máximo dirigente de la Organización de Naciones Unidas expresó su aspiración de que todos los líderes del G20 hayan asumido nuevos y ambiciosos compromisos para enfrentar la grave amenaza que gravita sobre la humanidad y la vida toda en la Tierra.
(Con información de sitios web del IPCC y Noticias ONU)