A Clara Nubia Aliaga Castillo pocos la nombran así, sobre todo en el Reparto Vigía de Santa Clara, donde es delegada. Para sus electores es simplemente Clarita.
Una mujer alegre y optimista, de las que se empinan a pesar de los entuertos, incluidos aquellos incomprensibles que le ha puesto la vida. Ella, enfermedad a cuesta, con un riñón de menos, sin mencionar este asunto casi que ocultando el padecimiento, se ha hecho grande ante su comunidad.
Por su segundo nombre pudiera pensarse que sus antecedentes provienen de esa antológica región de Egipto, en cambio es granmense de nacimiento, de los que no han perdido la inflexión oriental al hablar, pero villaclareña desde hace tres décadas en que vino a trabajar a la Empresa Provincial de Materiales de la Construcción , luego de graduada de ingeniera industrial.
Allí echó raíces, es actualmente la directora de recursos humanos de esa entidad y se superó hasta ser máster en dirección.
Se le ve diligente ante las cuestiones del barrio, al anunciarse eventos meteorológicos llega hasta las zonas de inundación colindantes al Río Cubanicay y comienza a gestionar la protección de la población, aclara dudas, tramita inquietudes…
Cuando la Covid-19, estuvo al lado de todos, buscó provisiones, organizó la entrega de alimentos y medicamentos, llamó al cuidado de ancianos, niños, embarazadas. Yo sé de ese esfuerzo, puedo dar fe.
Clarita, en el anterior mandato fue diputada, vuelven a proponerla esta vez y es justa la nominación, ella es de esas cubanas transparentes como su nombre, sencilla y humilde, exacta al hablar, cordial y amable.
Yo aseguro que es de las cubanas inmensas que hacen lo que les corresponde y mucho más; lo digo y doy fe, porque es mi delegada.