Desde aquel 13 de diciembre de 1994 en que Hugo Chávez Frías pisa suelo cubano, invitado por Fidel, se convertiría en más que un hermano para el líder de la Revolución Cubana: en un hijo, en el mejor amigo.
El sentimiento latinoamericanista y antimperialista unió a estos dos grandes hombres por siempre, incluso, más allá de sus vidas físicas. Marzo los unió en esa otra dimensión infinita, desde la que nos guían con su universalidad.