El 20 de septiembre del 2006, ante la 61º Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), realizada en la ciudad de Nueva York, el Comandante Hugo Chávez Frías pronunció uno de sus memorables discursos:
“Ayer vino el diablo aquí —dijo refiriéndose al entonces presidente de George W. Bush—. Ayer estuvo el diablo aquí, en este mismo lugar. Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar (…) El señor presidente de EE. UU., lo llamo ‘el diablo’, vino aquí hablando como dueño del mundo. Un psiquiatra no estaría de más para analizar su discurso de ayer (…). Vino a dar recetas para tratar de mantener el actual esquema de dominación, de explotación y de saqueo a los pueblos del mundo (…). Huele a azufre, pero Dios está con nosotros”.
Meses antes, el 4 de febrero del 2006, había dicho que la Revolución Bolivariana, más que a los enemigos internos, se estaba enfrentando “al imperio más poderoso, al imperio más inmoral, al imperio más cínico, al imperio más asesino que ha existido en toda la historia de este planeta, de nuestro planeta, en toda nuestra historia, el imperio de los Estados Unidos de Norteamérica”.
Durante décadas, la nación latinoamericana había ocupado un espacio esencial para la “estabilidad” de EE. UU. en el hemisferio pues, entre otras razones, contaba con un sistema político les permitía controlar las relaciones con tan importante proveedor de combustible.
Con la llegada de Chávez al poder (1999) las relaciones se volvieron tirantes, pues los viejos anhelos bolivarianos de independencia e integración asumidos por el líder venezolano, nada tenían que ver los intereses yanquis. El conflicto escaló hasta que en un acto público (Estado de Carabobo, 11 de septiembre del 2008), Chávez concedió 72 horas al embajador estadounidense Patrick Duddy para que saliera del país. A la vez, ordenó el regreso de su representación diplomática en Washington y amenazó con cortar los envíos de crudo.
El gesto fue un espaldarazo a Evo Morales y al Gobierno de Bolivia, que la víspera había tomado una decisión similar al conocerse que la embajada de EE. UU. en La Paz instigaba las violentas protestas que por entonces sacudían a la nación andina.
De esa ocasión se recuerda el telúrico discurso del Comandante Chávez: “Cuando haya un nuevo Gobierno en EE.UU. mandaremos un embajador. Cuando sea un gobierno que respete a los pueblos de América Latina. (…) ¡Váyanse al carajo, yanquis de mierda, que aquí hay un pueblo digno! ¡Váyanse al carajo 100 veces! Nosotros, yanquis de mierda, sépanlo, estamos resueltos a ser libres, pase lo que pase y cueste lo que nos cueste”.
Pocos meses después, el 29 de febrero del 2009, criticó con dureza al entonces presidente Barack Obama, quien había acusado a Venezuela de violar de Derechos Humanos y favorecer al narcotráfico: “¿No se ha enterado Obama de los bombardeos inmisericordes contra la población inocente en Irak, donde su país, sus soldados, siguen matando niños, familias inocentes? ¿No se ha enterado Obama de Israel y su agresión genocida contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza? Porque en el informe no nombran a Israel, no nombran al Gobierno de EE. UU., no. Pero a Venezuela sí. (…) ¡Váyase a lavar ese paltó, señor Obama¡”, exclamó.
Las raíces de ese conflicto que convirtió al venezolano en blanco de atentados y ataques diversos, estaban claras. En sus palabras del 29 de febrero del 2004, durante el acto conocido como Venezuela se respeta, reconoció que: “Todos los gobiernos que de una u otra manera se oponen al imperialismo, comienzan a ser atacados, comienzan a ser satanizados, comienzan a ser atropellados. Ya han pasado casi 200 años de aquella alerta que hacía el gran líder, el gran visionario que fue Simón Bolívar, 200 después aquí estamos nosotros concentrados en esta Caracas bolivariana para seguirle diciendo ‘no’ al intervencionismo norteamericano en nuestra tierra. Y aquí en Venezuela lo que estamos haciendo es un esfuerzo gigantesco para cambiar de camino. Para cambiar del camino al infierno al camino a la vida”.
Tal como afirmó Evo Morales a propósito de los diez años de la siembra del Comandante Chávez: “El imperio trató de eliminarlo, pero lo hizo inmortal”.