A diario se escucha, o se lee, que en tal empresa los trabajadores no están contentos porque el salario es bajo; algunas unidades cuentan con decenas de puestos vacantes porque lo que allí se gana es poco; o que las producciones en más cual lugar no se cumplen, ni por la mitad, porque hay desmotivación o falta de materias primas.
Es cierto: el salario no alcanza y los insumos para cumplir producciones son bajos o casi nulos; pero lo que se deja de hacer en pos de incrementar esas ganancias sí merece un estudio.
En septiembre del 2021 se comenzó a implementar el Decreto Ley 53, el cual eliminó trabas y aportó novedades. En un escrito publicado en Cubadebate, Guillermo Sarmiento Cabanas, director de Organización del Trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, explicó que en las primeras 172 empresas en las que se aplicó creció la productividad del trabajo, las ventas, las utilidades, el aporte por el rendimiento de la inversión estatal y el salario medio fue de 128 pesos más que en el resto de las entidades.
Pero, como se acotó, todavía debían transformarse las empresas para lograr esto o algo parecido. A más de un año de implementada, ¿cómo se aplica en las empresas de Camagüey? ¿Esto ha significado un incremento salarial o de producciones?
Cuando los números hablan
La decisión de que las empresas puedan diseñar escalas salariales propias, acordes con sus necesidades, generó expectativas, pues todos entendieron, clarito, que se podía pagar más y reconocer el aporte individual. No obstante, para eso las entidades deben cumplir ciertos requisitos que muy pocas logran.
En Camagüey, como detalló el miembro del secretariado provincial de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), Agustín Arribas Rodríguez, al cierre del pasado año de las 109 empresas con que cuenta el territorio solo el 30% distribuyó utilidades regularmente, unas 33, y nada más en 17 se aplicó el Decreto 53.
Esto en cantidad de trabajadores significó que unos 25 mil, de los más de 80 mil con que cuenta el sector empresarial, fueron beneficiados. Una cifra para nada halagüeña.
Y más, si se analizan por dentro los montos distribuidos: de los más de 117 millones 365 mil 752 pesos que se distribuyó en las empresas, el promedio por trabajador fue de un poco más de siete mil 156 pesos; en tanto, en 22 UEB de subordinación nacional que también tienen utilidades, se repartieron 30 millones 915 mil pesos, lo que promedió más de tres mil 470 pesos por persona.
La crisis no puede ser la traba principal
En tiempos de crisis buscar opciones, como la de incrementar el pago para que el trabajador se motive a cumplir su función resulta toda una tarea titánica. Nadie lo duda y más cuando desde arriba no llegan los insumos necesarios.
Ante estas carencias las empresas pueden flexibilizar el objeto empresarial y realizar encadenamientos con otras entidades o apelar a subproductos para desarrollar líneas o servicios secundarios.
Ese es uno de esos cambios difícil de lograr, pero que la Empresa Provincial de Alojamiento Camagüey, la cual se dedica a la prestación de servicio de alojamiento y gastronomía con recreación asociada, comprendió muy bien.
Para ellos la Covid-19 significó pérdidas económicas. Sus instalaciones sirvieron como centros de aislamientos o extensiones hospitalarias y aplicaron precios diferenciados y ajustados. Esto, como explicó Yennis León Mayedo, director de la empresa, fue necesario e importante, pero «generó más de dos millones de pérdidas en el 2021.
«Los trabajadores sabían de la importancia de la tarea, de que no podríamos pagar estimulación y que había que detener procesos de mantenimiento».
El 2022 lo comenzaron igual, con más de un millón de pérdidas, pero la situación no podía continuar. Por eso crearon nuevos productos y buscaron opciones que los sacaran de ese bache. «Había que incrementar elaboraciones y realizamos encadenamientos con otras entidades. Así nacieron las tortillas de maíz que ofrecemos en nuestras unidades, que garantizan desayunos y meriendas», apuntó León Mayedo.
Pero hicieron más y de su experiencia en la informatización de sus entidades crearon un servicio de instalación de programas informáticos para otras empresas. No quedarse quietos les valió cerrar el pasado año con más de tres millones de utilidades.
Queda trabajo por hacer
En el territorio agramontino,»sectores como la construcción y civiles de la defensa también presentaron un comportamiento bastante estable durante todo el 2022 a pesar de las complejidades», según aseveró el dirigente sindical; pero como demostraron los números queda mucho por hacer.
La atención al trabajador es un resorte que todavía hay que engranar mejor y si el directivo del centro laboral no lo atiende, toca al sindicato impulsarlo.
«Para mejorar el salario, como alega Arribas Rodríguez, primero hay que producir o prestar un buen servicio. El bloqueo no lo van a quitar mañana, no nos vamos a volver millonarios de un día para otro, ni podemos lamentarnos porque no tenemos liquidez. Hay que trabajar eficientemente con lo que tenemos».
Y en tiempos de desmotivaciones es necesario cambiar. Las normativas instauradas facilitan en el sector empresarial el incremento de salario, pero si a los que le toca aplicarla no saben cómo, no avanzaremos. Para lograr que ese poco salario crezca todo lo posible hay que capacitar a los implicados, hay que destrabar mentalidades y procesos y tomar a la innovación como tarea principal para garantizar la continuidad productiva.