Palco #12: Gareth Bale, una leyenda caprichosa

Palco #12: Gareth Bale, una leyenda caprichosa

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Una carrera de 60 metros, un cabezazo en tiempo extra, un penalti con calambres, una chilena en la final de Champions… Segundos de gloria que las gentes, por más que lo odien, no podrán olvidar.

Gareth Bale en la jugada contra Marc Bartra. Foto: Getty

Gareth Bale anunció que cuelga las botas a sus 33 años. Un tipo malo y bueno a la vez, pero a fin de cuentas un jugador decisivo en la historia del Real Madrid. Una estrella fugaz, capaz de recorrer todo el campo, cumplir los deseos de los aficionados y luego desaparecer en la oscuridad, hasta que llegara de nuevo el momento indicado para responder a muchísimas plegarias.

Que le pregunten a Maicon, que lo sufrió en aquel inolvidable Inter-Tottenham en el que marcó un hat-trick y, sin saberlo, empezó a poner la brújula de su carrera apuntando al Santiago Bernabéu. Allí vaciaron las arcas para llevárselo. Más de cien millones de euros.

Llegó en 2013 a ser el último elemento de la famosa BBC (Bale, Benzema y Cristiano Ronaldo), tres años después de aquella escandalosa noche ante el Inter. Marcó en el debut y meses más tarde le dio al Real Madrid la Copa del Rey ante el Barça con aquella carrera en la que, dice un amigo, retiró a Bartra.

El expreso arrancó desde el medio del campo, soportó la carga de defensa blaugrana que lo sacó del terreno y no paró hasta anotarle a Pinto. El Madrid tampoco paró hasta la final de la Champions y allí apareció Bale en tiempo extra, para materializar una de esas jugadas que se inventaba Di María.

El Atlético lo volvería a sufrir en otra final. Otra copa para el palmarés de Bale. Entregado a la camiseta blanca. Cumpliendo deseos. A partir de allí algo fue torciéndose. Como un meteoroide que se quemaba, dejando su estela en el cielo y brillando cada vez menos.

El último halo de fuego que envolvió a la estrella galesa fue en la final de Kiev, ante el Liverpool en 2018. Para ese entonces ya muchos lo odiaban por sus desatinos fuera del campo o en la misma banca merengue. Bale entró de cambio y anotó un doblete, con una chilena increíble, una pintura de las más simbólicas en las finales del torneo continental.

Luego se diluyó en escándalos, en desprecios a un club que esperó más de él. El querer nunca llegó a ser del todo recíproco y eso puede que sea lo que más duela en la casa blanca: tener tanto que agradecer a un jugador que terminó volviéndose ácido. Simplemente no fue el ídolo que esperaban. Querían al Bale de Gales, el que se recuperaba milagrosamente de las lesiones para enfundarse la elástica de su país, con el que fue semifinalista de una Eurocopa (2016) y participó en un Mundial (2022).

Estuvo en 553 partidos, anotó 185 goles y dio 116 asistencias que le sirvieron para aportar en la conquista de 21 títulos, entre ellos, cinco Ligas de Campeones.
Desde hoy, ese jugador ya no estará más en un terreno de fútbol, pero sabe que hizo lo suyo en el firmamento antes de desvanecerse en vapor al final de ese viaje de leyenda caprichosa.

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