Por estos días finales de diciembre, 64 años atrás, Yaguajay vivió una epopeya. Durante las últimas once jornadas de diciembre de 1958 en el poblado ubicado al norte de la antigua provincia de Las Villas, en la actualidad municipio del territorio de Sancti Spíritus, se libró una de las batallas conclusivas de la gesta de liberación nacional.
Con 26 años, el joven Camilo Cienfuegos dirigió cada hazaña. Tres meses antes, el Comandante rebelde llegó a ese territorio del centro del país para aunar a las fuerzas patriotas que operaban en la zona y conformó el Frente Norte de la Villas. Esas tropas liberaron a los pueblos ubicados en ese radio de acción y derrotaron a la tiranía batistiana en la histórica batalla de Yaguajay.
El 21 de diciembre los rebeldes iniciaron las hostilidades y atacaron al Escuadrón 37 de la Guardia Rural que, arrinconado en el cuartel, ofreció una tenaz resistencia hasta la rendición final a las cinco de la tarde del último día de 1958.
La contienda fue determinante en el triunfo de la Revolución cubana y fraguó lazos eternos del Comandante rebelde con ese pueblo que lo inmortalizó como el Héroe de Yaguajay. Aún hoy se le recuerda por su estirpe de guerrero invencible, su ingenio militar que empleó todos los recursos a su alcance para vencer: utilizó la guerra psicológica para facilitar la rendición enemiga, donde por medio de altoparlantes exhortaba a los atrincherados a deponer las armas e intentó incendiar el cuartel utilizando el Dragón I, un artefacto construido a partir de un buldócer con la similitud de un tanque blindado.
“Pero transciende su gran sensibilidad”, sostiene Gerónimo Besánguiz Lagarreta, director del Complejo Histórico Comandante Camilo Cienfuegos. “Su impronta de humanismo la impregnaba en todo los que tocaba en Yaguajay”, asegura el historiador.
“Durante la batalla ayudó a una anciana a cruzar la calle y a encontrar refugio. Una bala alcanzó a un niño de seis años y en medio del combate organizó cortejo funerario hasta el cementerio a través de los patios para sortear el bombardeo de la aviación enemiga. Cuando triunfó la Revolución le dio un documento a esa madre para que cobrara una pensión vitalicia como damnificada por la guerra.
“Estableció una relación constante con el pueblo. Conoció su cultura, su gente. Se interesó por las parrandas. Encontró amigos. Además, durante los 11 días de combates, no se preocupó solo por sus soldados, sino también por los civiles que estaban en medio de la contienda bélica. Consolidó la relación persona a persona y en las calles era un yaguajayense más”.
Cuando estos días conclusivos de diciembre Yaguajay se traslada a aquellos días de fuego y metralla, rememora también al héroe enfrascado en obtener la victoria y al unísono en constante preocupación por el pueblo, por los más humildes, “no como un alto dirigente sino como un ciudadano más. Por eso Camilo es una figura con una presencia y una autenticidad total todos los días. Hay devoción por Camilo en Yaguajay”, rememora Besánguiz Lagarreta.
Fué un verdadero héroe