Más de una vez he escuchado decir: “A mí no me parece correcta la forma en que se distribuyen las utilidades en mi empresa; deberían repartirse de tal o más cual forma”. Entonces me he preguntado por qué ese y otros asuntos de tamaña importancia, entre ellos, detalles concernientes a los sistemas de pago, no están incluidos en el convenio colectivo, o mejor dicho, por qué inicialmente no se negociaron con precisión y llevaron luego a ese legajo con el consentimiento de los trabajadores del lugar.
El ejemplo no es rebuscado, pues es frecuente su ocurrencia, a pesar de ser conocida ―y sufrida― la necesidad de negociar y conveniar no pocos asuntos entre las administraciones y los sindicatos, desde sus más altos niveles de dirección.
Al hablar de ese nivel de dirección pensamos en los lineamientos generales que deben fijar, de un lado, ministros y titulares de organismos con los secretarios generales de los sindicales nacionales respectivos.
Por ahí nacen las indicaciones más generales y comunes para la negociación colectiva, cuyo período de realización inició nacionalmente hace pocos días por el sector del comercio, la gastronomía y los servicios y durará hasta marzo próximo.
En el citado taller, funcionarios del área jurídica de la Central de Trabajadores de Cuba, del Ministerio del Trabajo y sindicalistas del comercio, socializaron las experiencias más novedosas en un campo poco transitado, lamentablemente.
Los asistentes argumentaron el concepto de que “el convenio, en tanto fuente formal de derecho, deberá dejar de ser un documento siempre guardado en una gaveta. Por tanto, para los sindicalistas queda la obligación de aprender a negociar, saber qué dice la legislación, dejar atrás la fórmula ―casi siempre administrativa― de imponer criterios, y saber que no todo se convenia, pues hay cuestiones de obligatorio cumplimiento”.
De ahí que los negociadores no podrán ser improvisados, “pues la administración generalmente tiene una mejor preparación profesional”.
Todo parte del derecho del colectivo de trabajadores de saber con lujo de detalles qué se negociará, cómo, quién va a negociar; y será asimismo ocasión propicia para demostrar quién es realmente dueño de los medios de producción, sin olvidar que la negociación colectiva está llamada también a asentarse en centros y unidades donde priman los trabajadores por cuenta propia u otros actores económicos.
En las conclusiones del taller, Leovanys Avila Góngora, del Secretariado Nacional de la CTC, dijo que la negociación colectiva no es para discutir, sino para conveniar. “Si a alguien le conviene que los convenios se fortalezcan es al movimiento sindical”, afirmó.