«No puede ser», musitaban los labios de una aficionada gaucha cuando estaba a punto de comenzar el primer tiempo extra de la final de la Copa del Mundo entre Argentina y Francia, en el césped del estadio de Lusail.
De nada había valido la exhibición de la albiceleste durante 75 minutos en los que hizo desaparecer a los franceses con un fútbol excelso. Di María abrió un hueco por la banda izquierda y tras un regate provocó un penal casi tan fino como él. Messi lo convirtió con una tranquilidad pasmosa.
Desde ahí el baile fue peor para los galos. La defensa sólida de Nahuel Molina y De Paul sobre Mbappé, mientras Enzo Fernández y Mac Allister despintaban a los de Deschamps en el medio del campo, tenía desubicados a los rivales, que iban al ataque más por inercia que por ideas y así nació el segundo gol argentino.
Un balón de Mac Allister acabó en poder de Messi sobre la media cancha y con un par de toques sutiles abrió la defensa y dejó solo por banda a Julián Álvarez. Este la tiró al espacio para Mac Allister que descosía a la zaga de los campeones defensores y desde el balcón del área la cruzó por donde venía solo Di María para definir por encima de Lloris. La jugada fue un relámpago. Y la locura, un huracán en Catar.
Di María lloraba. No sería la única vez. Para el segundo tiempo el juego pareció volverse un trámite. Scaloni no hizo los cambios acostumbrados, al tiempo que a Deschamps no le tembló el pulso para sacar a Dembélé, Giroud o Griezmann. Y los que entraron le respondieron. Kolo Muani provocó un penal de Otamendi en la primera desatención defensiva de los sudamericanos. Todo empezó a torcerse. Aquello encendió a un opaco Mbappé, que anotó con suspenso ante el Dibu Martínez.
Nada de cambios en la albiceleste y dos minutos después los peores fantasmas aparecían para ellos, cuando Mbappé lo empataba con una volea cruzada. Las lágrimas volvían a asomarse en el rostro de Di María.
El tiempo no pasaba, jugaban con fuego cerca del área del Dibu. Aun así, Messi alzó la palabra y exigió a Lloris con un disparo desde fuera del área, intentando despertar a los suyos del letargo.
Había que irse al alargue con las peores sensaciones para los gauchos. «No puede ser, no puede ser…», repetía la muchacha en las gradas. No puede ser otra final perdida estando tan cerca. La última vez que Argentina ganó la Copa del Mundo en 1986, Messi no había nacido.
En la prórroga, Scaloni se acordó de Paredes y Lautaro Martínez. Los metió a la cancha por los incombustibles De Paul y Julián, y no tardaron en llegar las ocasiones. Aunque el toro no lograba anotar y eran inevitables los malos recuerdos y, otra vez, el dichoso «no puede ser».
Al 108, el propio Lautaro se encontró de frente a Lloris tras una buena jugada y sacó un zapatazo que lo obligó a dar un rebote aprovechado por Messi para hacer el tercero.
Entonces Scaloni se decidió a sellarlo y dio entrada a Pezzella para blindarse. Sin embargo, Mbappé tenía otros planes. Chutó desde fuera y encontró la mano de Montiel. !Penal para Francia! ¡Gol de Mbappé! ¡Hat-Trick! Volvía a llorar Di María, que no cabía en el estadio.
Sí, de nuevo las sensaciones raras mezcladas con miedo. Y se repitió en el último minuto cuando Kolo Muani se fue de frente a la puerta argentina y el Dibu le tapó el gol de título, con unos reflejos felinos y un par de cosas más. Quedaba tiempo para otra, desperdiciada por Lautaro luego de cabecear solo.
Así es el fútbol. Había que sufrir hasta el final. Tirar los penaltis. Mbappé, aferrado, metió el suyo. Igual hizo Messi. Y llegó la hora del Dibu, que detuvo el lanzamiento de Coman. El golpe definitivo del que Francia no se pudo recuperar, quedando de rodillas para que Montiel les diera el tiro de gracia.
Llanto, gritos y abrazos. También caras largas. Caras de «¡no puede ser!». La Copa entró en el estadio, Messi, apenas pudo, la besó y minutos después, junto a todos sus compañeros, la elevó al cielo, agradeciendo a los dioses del fútbol y rindiendo también ese tributo al Diego. El sueño se hizo realidad.
PD: Santa cumplió, aunque casi llega tarde a pesar de que le advertí lo del transporte.
Jugador joven: Enzo Fernández
Guante de Oro: Emiliano “Dibu” Martínez
Bota de Oro: Kylian Mbappé
Balón de Oro: Lionel Messi