Variadas son las causas y condiciones que a lo largo del tiempo generan desigualdades en la sociedad cubana, entre ellas que jóvenes ni estudien ni trabajen, y que se aprecien desatenciones con personas consideradas vulnerables, sin embargo, hay consenso sobre la incidencia directa de la familia, el lugar de residencia, los graves problemas de la economía nacional, así como errores en la aplicación de las políticas más efectivas.
Incluso no pocos de esos jóvenes ni siquiera concluyeron el noveno grado y otros no han tenido capacidad de resiliencia para explotar la oportunidad que tienen de continuar estudios en la enseñanza técnico profesional o el preuniversitario, situándose en desventaja para optar por empleos de mayor calidad y remuneración.
Para la necesaria transformación de personas, familias y comunidades en situaciones desventajosas en sujetos protagonistas de nuevos estilos de vida, el país cuenta, entre otros, con los trabajadores sociales, sin dudas quienes más conocen el barrio, sus interioridades, un conocimiento que les permite incidir en la articulación de acciones preventivas, de atención y de cambios.
El Programa de Trabajadores Sociales fue creado por el líder cubano Fidel Castro en el año 2000, esos “médicos del alma”, como los calificara, mantienen hoy igual concepción que entonces, basada en el más amplio conocimiento de personas y comunidades en que actúan.
Tales asuntos constituyen temas de debate en el Taller Nacional de Sistematización de Experiencias de Prevención y Trabajo Social en Cuba, que bajo los auspicios del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), sesiona desde este lunes en la Escuela Superior del Partido Ñico López, en La Habana.
Las palabras de apertura del evento estuvieron a cargo de Martha Elena Feitó, titular del citado ministerio, quien destacó que los estudios antropológicos en la identificación de causas y el diseño de acciones para transformar estilos de vida y esa misma realidad resultan imprescindibles en este empeño.
Precisó que se llega a esta cita en mejores condiciones, pues se actualizaron y perfeccionaron las políticas para la prevención y atención social, con particularidad hacia las personas, grupos, familias/hogares y comunidades en situación de vulnerabilidad, rescatándose las mejores concepciones sobre la actividad de prevención social, en particular para la atención a la niñez y la adolescencia, dirigida a la transformación de las problemáticas que las afectan.
Recordó que el pasado año dichas políticas quedaron legalmente respaldadas por tres Acuerdos del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, entre ellas la que reconoce la entrega de prestaciones y recursos a personas y familias con condiciones muy desfavorables.
Realzó la creación del Observatorio Social y Laboral del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, único de su tipo en el país, el diseño metodológico y validación del Índice de Vulnerabilidad Multidimensional y el uso de un sistema informatizado para la caracterización social de las personas en situación de vulnerabilidad.
Reseñó que hoy el país cuenta con casi 7 mil trabajadores sociales, el 85% de ellos mujeres, el 38% jóvenes, el 26% universitarios, con 17 máster y el 74% graduados de nivel medio.
“Sin embargo, subrayó, el trabajador social no puede de manera individual o aislada lograr los resultados que su labor demanda; de ahí el diseño e implementación de un sistema de trabajo que avanza, con la participación de 21 órganos y organismos, junto al imprescindible e insustituible rol de la academia”.
Numerosos temas a debate
El taller, que cuenta entre sus participantes con trabajadores sociales de todo el país, directivos y especialistas, concluirá el próximo jueves, y analiza, entre otras temáticas, desarrollo humano, equidad y justicia social, el trabajo educativo preventivo, atención a infantes, adolescentes y jóvenes en situación de riesgos, así como la inserción laboral de personas en situación de discapacidad.