Una llamada desde el policlínico para avisar de la posibilidad de un chequeo rutinario del estado de las defensas de su organismo es tal vez de los mejores regalos que pueda recibir una persona seropositiva un día como hoy, Día Mundial de la Lucha contra el Sida.
Porque con el paso de los años el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), y la enfermedad que provoca, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, se han revelado como una carrera de resistencia por la vida, donde el éxito acompaña mejor a individuos, sociedades y sistemas de salud pública que son capaces de prevenir, organizarse y tratar de forma sistemática esa condición serológica crónica.
La emergencia de la pandemia de Covid-19 en los últimos tres años y sus severas consecuencias para la economía mundial, han atentado contra la respuesta al VIH/sida, según se reconoce internacionalmente por las propias autoridades médicas.
Los recursos financieros y materiales para su enfrentamiento global se han reducido, y las desigualdades persisten en los servicios más básicos, como el acceso a las pruebas de detección, el tratamiento antirretroviral y los preservativos. Como consecuencia, en el mundo hay millones de vidas en riesgo por esa pandemia del siglo pasado.
Cuba no es ajena tampoco a algunas de esas dificultades, aunque incluso en las peores condiciones, se ha ofrecido la atención médica primaria y destinado determinados recursos al seguimiento y control del VIH/sida.
Alrededor de 31 mil personas viven hoy con VIH en nuestro país, de los cuales más del 95 por ciento reciben gratuitamente su tratamiento antirretroviral.
La afectación prolongada en la disponibilidad de preservativos es quizás el problema mayor que enfrenta el programa de prevención del VIH/sida en nuestro contexto, un asunto que es preciso atender, sin que ello justifique las actitudes temerarias y las relaciones sexuales de alto riesgo que muchas personas practican.
Una ofensiva mayor también es necesaria en la realización de pruebas rápidas para la detección del virus, que permita llegar con más sistematicidad a los grupos vulnerables y en general a toda la población, y frenar así los penosos casos de diagnóstico tardío que a veces ocurren, ya cuando la enfermedad del sida está en etapas muy avanzadas.
La estabilidad en la presencia de los antirretrovirales, ahora con medicamentos de última generación disponibles en el país, y su distribución eficaz en la red de farmacias, un aspecto que puede mejorarse, deben ir acompañadas también de una mayor responsabilidad de cada persona seropositiva en su adherencia y disciplina con el tratamiento.
Conseguir que las personas portadoras reduzcan su carga viral a niveles indetectables en sangre es la única manera de cortar la trasmisión del VIH, tal y como persiguen las metas de Naciones Unidas para el año 2030.
Cuba tiene las condiciones y la experiencia para conseguir eliminar el VIH/sida como un problema de salud. No obstante, queda todavía mucho por hacer, desde las instituciones, y también en el plano individual, con el concurso además de las organizaciones y el activismo social. No olvidemos nunca que en materia de VIH/sida, siempre es tiempo de salvar.
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