Los británicos deben sumar, a los problemas que sufren el resto de los europeos, la subida generalizada de los impuestos y el anuncio que el país está en recesión, según informaciones brindadas a mediados de noviembre por el gobierno conservador.
Especialistas coinciden en que, para compensar un agujero fiscal de más de 60 mil millones de euros, agravado después de la fallida rebaja de impuestos anunciada por la expremier Liz Truss, el nuevo Ejecutivo de Rishi Sunak ha anunciado una subida en los tributos con la que intentará cubrir casi la mitad de ese déficit.
La otra mitad deberá subsanarse con recortes en el gasto público, lo que lleva a muchos economistas a comparar el período que se avecina con la era de restricciones en los servicios públicos que siguió a la crisis financiera de 2008.
Las medidas planteadas suponen situar la presión fiscal en el Reino Unido al nivel más alto desde la II Guerra Mundial.
La prensa británica destaca que, a diferencia del pánico que provocó en los mercados el plan de Truss, las medidas expuestas por el ministro de Economía han sido recibidas por los mercados con aparente calma.
Al parecer, el plan del Gobierno fue diseñado para transmitir estabilidad y rigor a los inversores, aunque suponga el anuncio de prolongadas penurias para los ciudadanos, señalan los más críticos.
Política del carterista
La oposición sospecha que parte de los compromisos anunciados podría acabar heredándolos un futuro gobierno laborista y exige al Ejecutivo que no se escude en la crisis global —pandemia, Ucrania, crisis en la cadena de suministros…— y pida perdón por la mala gestión de los conservadores en el poder desde el 2012.
“Nos presenta la factura de la carnicería económica provocada por este mismo Gobierno, en esto consiste básicamente la tarea de un carterista. El Ejecutivo acaba de meter mano en las carteras y monederos de todo el país, a través de impuestos invisibles que arrebatarán miles de millones de libras a todos los trabajadores”, denunció la portavoz laborista de economía Rachel Reeves.
El nuevo presupuesto intenta convencer a los mercados de que el país no es el enfermo de Europa. Del rigor y la honestidad de esas medidas dependerá que el primer ministro Rishi Sunak y su ministro de Hacienda, Jeremy Hunt, terminen como salvadores de la crisis o como protagonistas del fracaso final de más de una década en el poder de los tories, afirmó un comentarista local.
“Desde el próximo 1 de enero hasta el 28 de marzo del 2023 aumentaremos varios impuestos. Del mismo modo, gravaremos los beneficios extraordinarios de las empresas generadoras de electricidad con baja emisión de carbón con un 45% adicional”, anunció Hunt.
Esos impuestos permitirán compensar la decisión, incorporada también al plan fiscal de prolongar un año más, a partir del próximo abril, las ayudas directas a familias y empresas para hacer frente a las facturas de gas y electricidad, aunque Hunt admitió que los subsidios para ayudar a los ciudadanos más vulnerables serán menos generosos y más selectivos.
¿Ultima oportunidad de los conservadores?
El plan actual del Gobierno afirma que ningún hogar pagará, como media anual, más de 2 mil 800 euros en energía y destinará ayudas directas específicas a pensionistas, discapacitados y a quienes reciben subsidios sociales.
La última oportunidad para rescatar la credibilidad económica del Reino Unido, y la reputación como buen gestor del Partido Conservador, está en manos de una extraña pareja que la política británica había dado por amortizada hace apenas dos meses, opinó un especialista en temas económicos; mientras otro se cuestiona si en medio de la crisis mundial actual, el Gobierno del Reino Unido podría direccionar el rumbo o si dejaría la isla a la deriva.
En medio de una crisis mundial cada vez más preocupante, el mundo observa al Reino Unido para comprobar si rema en la misma dirección que el resto o si las islas británicas quedarán a la deriva.
Ahora este inexperto primer ministro se ha contaminado con la histeria antichina, vamos a ver cuánto le dura.